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La obsolescencia tecnológica de Robles pone en riesgo la seguridad nacional

La obsolescencia tecnológica de Robles pone en riesgo la seguridad nacional
Robles durante su comparecencia en la Comisión de Defensa del Congreso. - J.J. Guillén / EFE

La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha venido esquivando los golpes que le llegan a cuenta del espionaje del y contra el Estado con Pegasus parapetándose en dos cuestiones: la ley de secretos oficiales de 1968 y el descarte de cualquier argumentación sustentada con suposiciones y no con hechos. Ella, que ha sido una de las víctimas de espionaje por parte de un actor externo –todo apunta a Marruecos-, cuenta con un teléfono móvil con 13 años de antigüedad. Esto es un hecho, lo admitió ella misma durante una de sus comparecencias de esta semana. ¿Son buenas o malas noticias para la defensa nacional esta obsolescencia tecnológica de Robles?

No tenemos motivos para dudar de la honestidad de Robles, que no habría mentido a la ciudadanía al asegurar que su teléfono móvil tiene más de una década de antigüedad. Estas declaraciones, sobre las que no se ha reparado en mitad de la vorágine política, no son un tema menor, puesto que podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la obsolescencia tecnológica de Robles pone en riesgo la seguridad nacional y, sí, abre un misterio acerca de cómo ha hecho para que su batería aún ofrezca una autonomía digna (aunque es cierto que puede haber ido reemplazando).

Una de las máximas para mantener nuestros terminales móviles protegidos es contar con las últimas actualizaciones de sistema operativo y seguridad instaladas, algo que en un teléfono tan antiguo es materialmente imposible. Cuanto más tiempo pasa fuera del ciclo de actualizaciones, mayores son los riesgos por la facilidad que supone para los ciberdelincuentes aprovechar las vulnerabilidades del dispositivo.

Por poner en contexto lo que encierran las espontáneas –e ingenuas- declaraciones de la ministra de Defensa, podemos hacer un viaje al pasado. Si echamos la vista atrás, hacia 2009-2010, uno de los teléfonos de más populares era el iPhone 3G S con su pantalla de 3,5 pulgadas; Microsoft aún andaba en el mercado de móviles con su Windows Phone 7 y ya asistíamos al ocaso del que hubo un tiempo que fue rey, como es el caso de RIM (Research In Motion) con su popular BlackBerry. En el espacio Android, Samsung comenzaba a pisar el acelerador con su Samsung Galaxy S y HTC se batía el cobre con el Evo 4G. Otros líderes de hoy en día apenas tenían relevancia en el mercado español o, directamente, no existían como sucedía con los chinos Huawei o Xiaomi.

Desconocemos cuál es el terminal con 13 años de antigüedad que maneja nuestra ministra de Defensa, aunque sí podemos asegurar con certeza que no es un Apple, puesto que un iPhone 3G S, con una memoria máxima de 32GB y una RAM de 256 MB,  no tendría capacidad hoy en día para ejecutar la versión actual del sistema operativo iOS 15.4.1: la última versión que pudo instalarse en este móvil fue iOS 6.1.6. De hecho, en 2013 Apple discontinuaba este terminal al dejar de recibir actualizaciones de seguridad cinco años después de su lanzamiento.

Si miramos a la posibilidad de que el terminal de Robles corra Android, podemos tomar el modelo de moda hace más de una década, con el primero de los terminales Samsung que inaugura la familia Galaxy S. Aquel teléfono móvil ejecutaba la versión de Android 2.1; en la actualidad, la versión que ya ha empezado a utilizarse es la 12.

Ese terminal ofrecía 512 MB de RAM y una capacidad máxima de almacenamiento de 32 GB si se incorporaba una tarjeta microSD. Para hacernos una idea, el actual Samsung Galaxy s21 Ultra cuenta con una RAM de hasta 16GB y un almacenamiento interno de hasta 512 GB, algo fuera del alcance de Robles con su actual teléfono móvil. Google ya ha retirado el soporte de sus servicios a este terminal y hace años que no recibe actualizaciones de seguridad.

El romanticismo por su terminal o, simplemente, la resistencia al cambio ha terminado por propiciar que Robles amplíe los riesgos, tendiendo una alfombra roja a las amenazas para la seguridad nacional. Acceder al teléfono móvil de la ministra, dada su antigüedad, es un juego de niños, y sorprende que el Centro Criptológico Nacional del CNI no instara a la titular de Defensa a que utilizara los terminales que el Gobierno pone gratuitamente a disposición de los ministros.

Mientras, el fabricante Nokia vive su segunda juventud en Israel, habiendo visto cómo sus ventas se han disparado un 200%. Detrás de este boom del mercado de los teléfonos tontos se encuentra el miedo de las personas a ser espiadas con Pegasus. En la cuna de NSO, la compañía que desarrolla y comercializa este software espía, se han disparado las ventas de los ‘móviles tontos’, entendiendo cómo tales los terminales más básicos que impiden navegar por internet o hacer uso de las aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp o Telegram, entre otras. Tampoco es posible acceder a redes sociales como Facebook o utilizar Instagram. Es el regreso al teléfono con el que únicamente era posible realizar y recibir llamadas, utilizar la mensajería SMS y jugar a la serpiente.

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