La misma semana que hemos conocido que el coche autónomo de Apple (iCar) se retrasa dos años más –de 2026 ha pasado al 2028-, el avance de los coches autónomos se ha topado con otro semáforo en rojo en San Francisco. Acaba de saberse que la ciudad del Golden Gate presentó una demanda el pasado mes de diciembre contra el estado de California por considerar que este tipo de vehículos no son seguros.
San Francisco era una de las ciudades escogidas como banco de pruebas para los también denominados robotaxis. Tal y como explicábamos en este espacio hace un año, la compañía Cruise (propiedad de General Motors), que contaba con una flota de 150 vehículos, podía poner en circulación 30 de ellos de 22:00 a 6:00 horas a una velocidad máxima de 50 km/h. Los planes pasaban por ir relajando estas restricciones a medida que se comprobara que no se producían incidencias reseñables. Sin embargo no ha sido el caso y, de hecho, Cruise perdió su licencia para operar en California después de que uno de sus coches autónomos atropellara a una peatona y la arrastrara unos seis metros. Aquello provocó que Cruise suspendiera todas sus pruebas en el país, desencadenando un efecto dominó que llevó a numerosos despidos e, incluso, a la dimisión de su director general. El caso de este atropello sigue su curso y acaba de destaparse que Cruise ocultó información del accidente para evitar un mayor daño reputacional.
A pesar de esta circunstancia, la Comisión de Servicios Públicos de California continuó las pruebas con otra de las compañías que obtuvo también la licencia en agosto, Waymo (propiedad de Google), que cuenta con una flota de 250 vehículos registrados, aunque no todos circulan a la vez. Meses después, tampoco estos robotaxis han satisfecho a las autoridades de San Francisco, por lo que se solicita a la Comisión que revoque sus licencias. La demanda presentada por el fiscal de la ciudad, David Chiu, indica que durante todo este tiempo no sólo se han registrado cientos de incidentes de seguridad –desde chocar contra autobuses a no responder al alto de la policía-, sino que incluso han interferido con los servicios de emergencia. Este fue el caso de un robotaxi que chocó contra un camión de bomberos cuando éste acudía a un incendio.
Aunque no todos los expertos se muestran optimistas con que la demanda prospere, el escándalo ya ha tenido efectos en la aceptación de estos vehículos y podría afectar a la expansión que planeaba Waymo. Estados como Texas o Nevada, donde también operan robotaxis, miran de cerca el desarrollo de este proceso legal.
En su defensa, tanto Waymo como Cruise aseguran contar con un historial mejor que el de los vehículos conducidos por personas y apuntan a un futuro en el que sus robotaxis ayuden a reducir las muertes y heridos en carretera. Quizás, en un horizonte lejano sea así, pero los datos actuales que maneja San Francisco reflejan, además, que las incidencias han provocado embotellamientos en múltiples ocasiones como consecuencia de pararse en seco en mitad de la carretera.
Al tratarse de una competencia estatal, San Francisco ha sentido la impotencia de comprobar el fiasco de la experiencia y no poder regularla en modo alguno, motivo por el que presenta este recurso ante la Comisión solicitando más control. En su escrito, San Francisco reclama el desarrollo de "requisitos de informes, puntos de referencia de seguridad y otras regulaciones de seguridad pública necesarias" que aborden los incidentes que se han registrado con los servicios de emergencia, las interferencias provocadas en el tráfico rodado y la interrupción del transporte público.
Tanto la Comisión de Servicios Públicos de California como Waymo tienen de plazo hasta el próximo 16 de febrero para responder al escrito de San Francisco. Además, en el caso concreto de la Comisión, ésta también tiene pendiente otra demanda presentada por el fiscal de California ante la Corte Suprema de California en la que acusa al organismo de mirar para otro lado y no realizar la pertinente evaluación de los impactos ambientales.
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