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La tecnología está, es el político quien frena la democracia participativa

Wietse Van Ransbeeck durante su intervención en EmpoderaLIVE. – Fundación Cibervoluntarios
Wietse Van Ransbeeck durante su intervención en EmpoderaLIVE. – Fundación Cibervoluntarios

La democracia participativa está muy lejos de ser una realidad, tal y como se ha podido comprobar esta misma semana en Andalucía, cuando la voz de la ciudadanía no se tuvo en cuenta para abordar una problemática como los efectos negativos del turismo. Sin embargo, la tecnología, incluso la Inteligencia Artificial (IA), pueden contribuir a superar las limitaciones de la democracia representativa y construir entre todas y todos una sociedad mejor. Con ese propósito nació hace nueve años CitizenLab, la organización cuya plataforma tecnológica ya utilizan más de 500 gobiernos locales y organizaciones de todo el mundo.

Hace unas semanas, con motivo del evento EmpoderaLIVE organizado por la Fundación Cibervoluntarios, pasaron por Málaga los fundadores de CitizenLab. Los belgas Wietse Van Ransbeeck y Aline Muylaert se embarcaron en esta aventura cuando todavía eran estudiantes en la Universidad de Bruselas y experimentaron en carnes propias las dificultades de cualquier persona para participar en la vida pública de su ciudad más allá de votar cada cuatro años.

La esencia de CitizenLab es tan sencilla como útil: una plataforma digital que permite que las personas residentes puedan entrar online y participen en los proyectos locales, en las decisiones municipales que pueden ir de asuntos de movilidad, planificación estratégica, presupuestos participativos, etc. Aunque se trata de una organización con ánimo de lucro y fines sociales, la plataforma se basa en un modelo open core, de modo que su código está abierto, aunque aproximadamente un 20% del mismo tiene licencia comercial.

Muylaert es una firme defensora de la necesidad de "una participación más inclusiva, que las Administraciones lleguen a más y a otra gente, y no siempre a las ‘voces más altas de la habitación’". La tecnología hace esto posible encontrando a las personas donde están, de manera que puedan participar en su propio contexto. Y esa tecnología está, existe; lo que falla es otra cosa. Tal y como indica Van Ransbeeck, "hace falta una voluntad política, un mandato muy claro y hemos visto ejemplos en los que tal mandato no existe".


No siempre sucede así, es cierto, y de hecho en el municipalismo es donde mejor se ha desarrollado la democracia participativa y en donde CitizenLab cuenta con más proyectos. De hecho, sólo en 2021 se lanzaron más de 2.000 proyectos de participación en las plataformas de CitizenLab. Los efectos de la pandemia han favorecido a una aceleración de estos proyectos.

Pese a las reticencias de la clase política, los resultados son cuantificables y muy positivos cuando ese utiliza este tipo de plataformas. Tal y como destaca Muylaert, "la participación ciudadana, de media, multiplica por 12 la participación y la ciudadanía que participa confía un 56% más en la Administración Local". No es para menos, puesto que gracias a este tipo de plataformas, el 88% de los equipos de gobierno interactúa más frecuentemente con su comunidad, precisa.

Sin embargo, faltan más proyectos municipales de este tipo y, sobre todo, que escalen al resto de los niveles de la Administración. En ese sentido, Van Ransbeeck lamenta que "la democracia participativa no ha cumplido sus promesas. A nivel local me parece que ya tenemos un modelo muy fuerte, muy potente, pero el problema es cómo llevamos esto a otro nivel". De nuevo, el mismo freno: la voluntad política.


Por otro lado, la irrupción de la IA también puede tener efectos positivos en el fortalecimiento de la democracia participativa. Una de sus aplicaciones prácticas, por ejemplo, puede concretarse en el procesamiento de las miles de propuestas e iniciativas ciudadanas que se reciben cuando se aprovechan plataformas de participación como esta. El responsable de CitizenLab explica que "desde el comienzo hemos estado trabajando con el procesamiento del lenguaje natural (PNL por su acrónimo en inglés) para recopilar ideas, respuestas abiertas y ver cuáles son los diferentes temas que se exponen". Ahora, además, gracias a la IA los propios funcionarios pueden hacer preguntas sobre los datos que ven, cruzar información y obtener mejores analíticas que ofrezca una visión conjunta mucho más completa.

Al mismo tiempo, CitizenLab también está explorando cómo utilizar la IA para crear una interfaz mucho más visual, más intuitiva para que no sea necesario interactuar de un modo tan textual. Acciones de este tipo, además, contribuyen a fortalecer uno de los pilares esenciales de este nuevo planteamiento de democracia: crear una cultura de la participación y mantenerla continuamente.

Convencidos de que este nivel de participación ciudadana construye democracias más fuertes basadas en decisiones públicas más inclusivas, participativas y responsables, los fundadores de CitizenLab aprenden sobre la marcha e incorporan nuevas mejoras. Tal y como relata Van Ransbeeck, "al principio nos centramos en cómo lograr que la gente entrara online para participar en la democracia participativa. Ahora la cuestión es más buscar la diversidad de las personas que participan, es decir, cómo podemos crear un nivel de igualdad para que todo el mundo participe, lo que significa que nos tenemos que centrar también mucho en lo que está offline, no solo lo online".

La máxima está clara, lo primero que se precisa para el cambio es voluntad política; sólo así se podrá comenzar a dar respuesta a lo que las comunidades necesitan: una infraestructura que les permita comunicarse con sus gobiernos a través de sus canales, ya sean una red de barrio, un evento en internet, WhatsApp... Ninguna Administración debería escatimar medios a la hora de combinar todos estos medios y canales para poder amplificar la voz del pueblo. Pero lo hacen.

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