Pese a los augurios de fractura del feminismo, con un fondo más electoralista que real, la manifestación del pasado miércoles volvió a demostrar que el poder de convocatoria del 8M no para de crecer y que el ambiente era festivo, pero sobre todo reivindicativo. Hay diferencias, sí, pero muchos más puntos en común. Entiendo que los medios busquen donde no hay mucho que rascar ya que viven del conflicto, pero hacen un flaco favor con ese empecinamiento que puede empezar a crear grietas reales donde solo las hay en el imaginario mediático. Y porque da alas al enemigo y un punto supuestamente débil donde atacar.
Porque ante la crecida innegable del feminismo en los últimos años, también ha habido un aumento de reaccionarios que se niegan a asumir su pérdida de privilegios y que ven una conspiración en cualquier avance hacia la igualdad. No quieren que nada cambie porque viven muy bien en este sistema desigual o porque hay personas a las que les da miedo el cambio, aunque ahora naden en el fango, y tienen como punching ball al feminismo y, especialmente, a la ministra de Igualdad Irene Montero. Ante cualquier noticia, saben cómo redirigir su odio y focalizarlo en el movimiento y en la ministra de Unidas Podemos.
Hay numerosos ejemplos, pero se pueden poner el foco dos de noticias recientes. Por un lado, ante la deleznable y preocupante noticia de la violación de una niña de 11 años en Badalona, enseguida saltaron acusando al feminismo de promover estas conductas. También hay acusaciones racistas, por supuesto, porque, pese a que no se ha desvelado la identidad de los agresores, ya hablan de menores no acompañados o de gitanos, con la única fuente de ForoCoches, ese pozo de sabiduría.
Y claro, viven con la seguridad de que la ministra de Igualdad nunca condena estos actos cuando los hacen personas migrantes. Porque sienten que persiguen al blanco y al español. Además, en su realidad paralela creen que la ley del "solo sí es sí" no solo protege a los violadores, sino que los fomenta. Y que la educación sexual en los institutos es el origen de las violaciones a edades tempranas.
Da igual que los datos indiquen que los delincuentes migrantes son una minoría. No les importa que la ley del ‘solo sí es sí’ lo que busca sea proteger a las víctimas y darles mayor veracidad a sus testimonios, más allá del debate punitivo. No quieren ni valorar que la educación sexual es justo para lo contrario, para que los menores no se inicien en el sexo a través de una pornografía machista y de dominación y abuso sobre la mujer. Las violaciones tempranas, que están aumentando actualmente, son fruto de esa idea de que es lo correcto y que no pasa nada y eso trasmite el porno, no naturalizar el sexo desde la educación temprana.
Lo más loco es que este grupo de machitos retrógrados y reaccionarios están también insultando a Irene Montero y al movimiento feminista tras el siniestro laboral del pasado jueves en la mina de Súria. "Por qué no se reclama paridad en este tipo de trabajo, eh Irene Montero?" balbucean por Twitter. Que ese sea el primer análisis que se hace ante tal desgracia dice mucho de la necesidad que tienen algunos (y algunas) en señalar al feminismo a la mínima.
Ni dirán ni querrán saber que cuando a finales de los años 80 la mujer quiso trabajar en la mina hubo manifestaciones en contra y los sindicatos se opusieron. Pese a ello, sí hay mujeres que entraron (y entran) en la mina y hay varios libros que lo documentan. Por no hablar de que la entrada de la mujer al mercado laboral ha sido tardía y progresiva. Pero los argumentos no valen. Ellos quieren odio, quieren enfrentamiento y quieren defender sus privilegios (o los que creen tener) con uñas y dientes.
Por eso desde los medios de comunicación hacemos un flaco favor señalando las diferencias y obcecándonos en ellas cuando las reivindicaciones que unen son mayoría y cuando la disparidad de opiniones es normal e incluso sana. Solo hay una postura común en las sectas y este es un movimiento amplio y en constante crecimiento y aprendizaje.
Entiendo que vende hablar de enfrentamientos. Que electoralmente algunos partidos sienten que les puede beneficiar. Que algunas personas no quieren avanzar porque viven bien en el pleistoceno. Pero recordemos que detrás de toda lucha hay personas, hay necesidades y hay múltiples realidades. Por suerte, mientras algunos abrazan las diferencias y balbucean su odio, otras avanzan contra viento y marea. Porque saben que se juegan mucho y que sus insultos y señalamiento ya no les duele igual. Al final todo hace callo.
Comentarios
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