Francisco Pereña
Esta noche (3 de noviembre del 2017) mis pesadillas me han traído la angustia y el sobresalto de mi detención y encarcelamiento en los comienzos de 1965. Aunque estoy alejado de la política desde hace muchos años y dedicado a tareas que ocupan todo mi interés, esta pesadilla me lleva a escribir lo que sigue.
1.El Régimen del 78 fue resultado de un pacto entre las camarillas políticas del franquismo y los grupos de la oposición política con el objetivo de introducir un sistema de partidos políticos sin poner en cuestión a los responsables de la dictadura. Dicho pacto suponía, por tanto, borrar la existencia del franquismo como si la cruel y brutal dictadura franquista no hubiera dominado este país durante 40 años. Para ello era necesario un sistema democrático deficitario en el que la separación entre poder ejecutivo y judicial no se da más que como pacto entre los partidos en el seno de dicho poder judicial. A la vez se instaura una total desmovilización social. Este Régimen funciona, pues, sostenido en un bipartidismo radical que ha regido la política institucional hasta hace unos pocos años, digamos hasta el 15-M.
El objetivo de dicho pacto bipartidista era la llamada modernización de España, a saber, la extensión de la privatización y la concertación, la desregulación del mercado financiero y el crecimiento de los trabajadores "autónomos", la auto-explotación en la que cada uno es amo y esclavo a la vez, que nada quede fuera de la condición de mercancía. Para este objetivo era muy conveniente la eliminación de la conflictividad social. Para conseguirlo hubo también (aparte de la definitiva domesticación sindical) una manera muy curiosa, como fue el frente unido contra ETA. El Régimen del 78 no aborda la cuestión pendiente de la creación de un Estado-Nación, que se manifestaba en los llamados "problema vasco" y "problema catalán". Para ello habría que haber afrontado de una vez la incorporación de estas dos naciones a algún tipo de Estado federal. Pero nada más lejos de los propósitos del Régimen del 78. En vez de eso se fabricó el artificio del "Estado de las autonomías". El "problema vasco" fue el primero que estalló, lo que sirvió al Régimen para cohesionar su Gran Coalición ante el "problema vasco". La deriva de ETA hacia un terrorismo cada vez más salvaje y asesino, fue usado para mantener, por ejemplo, la Audiencia Nacional como continuación del Tribunal franquista de Orden Público, y las cuestiones sociales, como el aumento del paro y de las bolsas de pobreza, la corrupción generalizada, todo eso quedaba al margen en razón de la cohesión contra ETA.
2. La desaparición de ETA coincide con una movilización inédita que cuestiona el Régimen del 78. Pero no desaparece, por ejemplo, la Audiencia Nacional. Poco a poco se fue abriendo paso, dentro del cuestionamiento del Régimen, el "problema catalán". He aquí, parecer decirse el Régimen, una oportunidad. Se suspende el Estatuto de Autonomía aprobado por los parlamentos correspondientes y comienza la pugna por el Referéndum pendiente. Los bloques políticos se van consolidando hasta la aplicación del 155 que suspende la Autonomía catalana y que continúa con el encarcelamiento del Govern.
Nos encontramos pues con una situación similar a cuando el "problema vasco" estaba encarnado por ETA. El problema ahora es el "problema catalán". Se reafirma la Gran Coalición con el ingreso en la misma de "Ciudadanos", un grupo más hostil y agresivo, y la Audiencia Nacional recupera su función de Tribunal Político. Hay, sin embargo, una diferencia a tener en cuenta. Mientras que el terrorismo de ETA hacía de límite al legitimar la actuación de la Audiencia Nacional, la revuelta pacífica del "independentismo" catalán no puede legitimar la actuación represiva de la Audiencia Nacional o de la Fiscalía General del Gobierno, Las cosas, pues, no son ahora tan fáciles para los que se empeñan en mantener el Régimen del 78.
3. Ahora bien, sería un grave error entrar en ese juego dela "polarización", favorecer la idea de que el problema de España es el "problema catalán", como algunos "guerristas" de "Podemos" ya apuntan. No. El problema de España es España, un Estado coercitivo sin nación (que crea una nación únicamente como afirmación violenta) y una descomposición social creciente, a cuenta de un Gobierno corrupto que vulnera los más débiles acuerdos de ayuda a los refugiados, que sigue sin resolver el pacto de la Educación, por seguir vinculado a lo que fue el real fundamento ideológico del franquismo, el "nacional-catolicismo", y la definitiva consolidación de una Sanidad Pública como tal y no concertada, un Gobierno que se desentiende por entero de los más pobres y que carece de todo criterio moral en sus decisiones.
Sería un error por parte de los pocos grupos políticos que cuestionan el Régimen del 78 centrar su actividad, por ejemplo en el absurdo reconocimiento de una supuesta República catalana o similar. El "problema catalán"propiamente dicho no es otro que el Referéndum, no la independencia. ¿Por qué es tan inviable un Referéndum en Cataluña? Sencillamente porque no se quiere, porque se quiere mantener un "problema catalán" para que no haya "problema español".
Creo que, aunque parezca lo contrario, la "locura" independentista de los últimos meses ha desembocado en una derrota que de ninguna manera es una victoria del Régimen del 78 o de la Gran Coalición. Pero para que así sea, para que no haya tal "victoria", no hay que confundirse. España tiene un problema que es España, no Cataluña..
4. Pero tanto España como Cataluña, Europa y el resto del mundo tenemos un problema de mucha mayor envergadura que simplemente enunciaré de esta manera: el triunfo definitivo del capitalismo que se muestra en su capacidad de destrucción ciega e imparable de la vida social y de la vida natural. El retorno del nacionalismo xenófobo y fascista brota de ese campo de destructividad y de desesperación que se alimenta y que alienta esa misma destructividad, pensando quizás que se libra de ella. Hasta tal grado de degradación hemos llegado. Cómo resistir, sigue siendo la pregunta.
Comentarios
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