El pasado 27 de enero, Siemens Gamesa (SGRE) inició los trámites oficiales para cerrar, de forma unilateral, las fábricas de producción de palas en Somozas (Coruña) y de reparación en Cuenca. Era algo esperado desde que, en septiembre de 2019, la dirección alemana de SGRE anunció que adquiría las fábricas de la quebrada Senvion en Portugal.
Desde entonces nos temimos lo que pasaría, y por lo que parece, la dirección germana está dispuesta a faltar al respeto a todas las administraciones del país, a actuar de forma torticera, a mentir descaradamente y a mostrar su absoluta prepotencia y desdén hacia sus trabajadores, sin el más mínimo complejo.
Son 266 trabajadores a la calle, 266 familias de comarcas con difícil reinserción laboral, 266 víctimas de una dirección prepotente y con muy poca capacidad de gestión del negocio ni visión de futuro.
El pasado 29 de enero, en la presentación de resultados del primer trimestre del ejercicio 2021, Andreas Nauen, CEO de la compañía, dejó bien claro que la decisión de cierre está tomada y ninguna de las opciones que le han puesto sobre la mesa los diferentes gobiernos autonómicos y estatal le sirven para parar el cierre.
Personalmente, estuve en una reunión con las tres administraciones implicadas, la dirección de la empresa y los dos sindicatos con representación en ambas plantas.
En dicha reunión, el representante del MITECO (Ministerio para la Transición Ecológica) desplegó durante más de 45 minutos opciones de ayuda que podrían adaptarse a los planes que presentase la empresa para salvar las plantas, el Ministerio de Industria, se alineó y planteó su participación, la Xunta de Galicia hizo lo mismo, pero dijo Andreas Nauen que no se había presentado nada válido.
En este punto, deberíamos dejar claro un tema, la función de las administraciones es plantear un "terreno de juego" favorable para las inversiones, un escenario que facilite la visión de rentabilidad a largo plazo, con el objetivo de fijar el empleo industrial en dos comarcas tremendamente castigadas por la falta de actividad.
Pero la empresa que golpea a los trabajadores y al territorio es la que está obligada a plantear opciones válidas sobre las que solicitar ayuda. Es su responsabilidad. Está claro que Andreas Nauen tiene la decisión tomada y muy pocas ganas de pensar en salidas, así como poco claro el concepto de responsabilidad.
Parece que ya tenemos un "villano" para esta historia si pretendiésemos simplificarla, pero en CCOO no somos partidarios de simplificar la realidad.
Andreas Nauen no deja de ser un simple agente al servicio de unos intereses mucho mayores. De hecho, se acaba de caer "del guindo" y asumir la patata caliente que, por lo que parece, supone la gestión de Siemens Gamesa desde la fusión y la planificada "alemanización" de su dirección.
No caigamos en el error de pensar que cuando Siemens AG acudió con su cartera bien repleta de dinero, proveniente de sus operaciones con el estado alemán, a hacerse con el más prometedor y rentable fabricante de aerogeneradores a nivel mundial (Gamesa) para fusionarla con Siemens Windpower, que rozaba las pérdidas, tenía en mente aprender y mejorar su gestión. Pero no lo admitirán. La dirección de Siemens no se equivoca, los 500 millones de pérdidas del ejercicio 2020 provenientes de antiguos proyectos de Siemens Windpower anteriores a la fusión así lo demuestran.
Aquí nos encontramos, con otra acertada decisión estratégica de la dirección de Siemens AG, que interpone a su títere" para recibir las bofetadas. Cuando dentro de un año, puede que dos, se descubra el grave error del cierre de Cuenca por su afectación al negocio (hasta ahora rentable) de mantenimiento eólico de Siemens Gamesa, el sagaz consejo de Siemens AG, defenestrará a Andreas y con él a unos cuantos trabajadores de mantenimiento.
Cuando dentro de uno o dos años, se descubra que Vagos no era tan rentable ya que las horas de fabricación por pala serán bastante superiores a las que tiene Somozas, otro tanto de lo mismo. Pero ahí despedirán en Portugal y la producción se irá a algún lugar donde se trabaje por un plato de lentejas, aunque sea con pésima calidad.
El final es el de siempre, la clase trabajadora tiene que soportar sobre sus espaldas la pésima visión de futuro y nula empatía de algunos gestores.
Hay una forma de frenar este despropósito, pero implica valor y ser capaces de identificar dónde está la cabeza de la serpiente. Las decisiones se toman en el consejo de Siemens AG, y la forma de hacer entrar en razón a estos personajes es sencilla, castigar los intereses del agresor en todos aquellos negocios en los que tienen intereses.
Es muy sencillo, "si nos golpean a una, nos golpean a todas" y la respuesta la recibiréis con toda la contundencia allí donde más os duela. Es posible que, con una respuesta en esa línea, el próximo directivo se lo pensaría muy mucho antes de ningunear a toda la representación de un país.
Comentarios
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