Este artículo es una réplica al artículo publicado en Público por Miguel Pastrana
Siempre que escribe Miguel Pastrana apela a la buena relación que nos une. Y a mi me queda poco tiempo para seguir dándole la razón. Porque después de al menos cinco encuentros con él, en los que expusimos con toda franqueza nuestros proyectos para el Ateneo, me sorprenden sus descalificaciones y groseras manipulaciones. Sigo confiando en que con la fuerza de los hechos, dedique menos tiempo a tergiversar y más a recuperar nuestro querido Ateneo. Me explico.
No, no hay ningún grupo mediático, ni empresarial, ni religioso ni ideológico, detrás de nuestro proyecto de renovación. Que el señor Pastrana fuera directivo del Ateneo de Madrid no significa que el instituto de educación en el que trabaja quisiera hacerse con el control de la venerable Docta Casa. Como que lo fuera su admirado Carlos París tampoco significaba que lo pretendiera el Partido Comunista. En la Junta de Gobierno del Ateneo hay una consejera de Prisa, una directora de Caixa Forum, un conocido actor, un matemático, dos funcionarios públicos recién jubilados, un profesor, un psicoanalista, una actriz y escritora (de la SGAE no tengo noticias), y un consultor de comunicación, que es un servidor. Somos altos y bajos, de la Rioja o de Salamanca, de derechas, de izquierdas o mediopensionistas.
No nos une más que el deseo de revitalizar una institución que, cuando llegamos, tenía las cuentas quebradas, la gobernanza envenenada y las luces semi apagadas. Sí, en los años 80 había 6.000 socios. Y ahora somos 2.000. No hemos dicho nunca que hayamos recuperado aquellas cifras, sino que hemos roto la tendencia. Unos trescientos socios nuevos que se han sumado a este proyecto que consiste en revitalizar la asociación. Por primera vez desde hace dos décadas, entran más socios de los que salen. Eso es lo que hemos logrado.
Esos socios solo han podido unirse cuando hemos obtenido mayorías en las Juntas Generales (asambleas de socios) que deben ratificar su entrada, porque esa treintena de socios reacios al cambio hasta entonces impidieron el acceso de los nuevos y nuevas. Por increíble que parezca, esa minoría de bloqueo, creyendo que la institución les pertenecía a ellos en exclusiva, se encargó de impedir nuevas entradas, de modo que en las últimas elecciones a Secciones, contamos con un centenar de socios miserablemente excluidos de la votación por las estrategias de dilación y de obstrucción de esa minoría reaccionaria.
Aún así, no: no fueron 19 secciones perdidas de 21, como dice tendenciosamente Pastrana, excluyendo de la cuenta aquellas en las que no hubo candidatura conjunta de la oposición. Se eligieron 26 secciones y nuestro grupo –amplio, plural, heterogéneo– ganó por completo siete, y está presente en otras siete. Aún sufriendo el bloqueo de esas tres decenas de socios, que Pastrana y yo conocemos por nombre y apellido. Si esa obstrucción no se hubiera producido gritando, arrancando el micrófono, insultando, dilatando votaciones en las juntas generales.... Si la democracia tan cacareada se hubiera abierto paso de veras, habríamos ganado las 26.
Pero hablemos de lo que hay y de lo que viene, que es lo que merece la pena. Desde que estamos, hace cuatro meses, hemos generado casi medio millón de ingresos adicionales, hemos resuelto el contencioso de nuestra cafetería (también hay algún cretino que dice que metemos la mano en la caja), hemos mejorado el nivel de las actividades y la salud general de la Casa, y de nuevo la ciudad y el país miran al Ateneo con esperanza. Hemos nombrado un gerente, sí, claro, como en cualquier otra organización con dos decenas de trabajadores. El Ateneo recupera poco a poco la luz. El número de socios nuevos aumenta y el proyecto va consolidándose.
Sí, también planteamos un cambio del Reglamento. No es de la época de Azaña, no. Ni mucho menos: es de 1984, y ha sido modificado muchas veces desde entonces. Es objetivamente un texto contradictorio, lleno de anacronías, de exigencias que hoy no se pueden cumplir, que incluso están en contra de las normas nuevas del derecho de asociaciones y de cumplimiento normativo. Lo cambiaremos si contamos con la mayoría reglamentaria de socios. La Comisión correspondiente presentará su propuesta para el debate cuando la tenga.
Miguel, amigo: sí. El Ateneo mantendrá su independencia y su democracia si facilitamos las cosas, si ponemos al día nuestras normas y si no obstaculizamos el proceso natural de cambio. Compartimos la nostalgia por Carlos París y por otros muchos consocios, pero el Ateneo no puede seguir anclado en la memoria de tiempos pretéritos. No le devolverán la luz quienes la apagaron, sino quienes se acerquen con la mirada limpia y con el espíritu ilustrado, liberal y altruista de sus padres fundadores y de sus socias y socios más generosos. Como sabes bien, porque lo sufriste, ese espíritu estaba ausente en el Ateneo. Aún creo que tú lo tienes, pero voy a empezar a dudarlo si sigo leyendo cosas como las que escribes. Porque sabes que no son verdad.
Comentarios
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