Parece mentira que en 2023 aún tengamos que repetir que la crisis climática es la gran amenaza que enfrentamos como sociedad y como país. No es algo que vaya a pasar en varias décadas, sino que ya hoy sentimos sus consecuencias de forma cotidiana en España y en la Comunidad de Madrid en forma de olas de calor más largas y frecuentes, incendios cada vez más destructivos y una pertinaz sequía que está ahogando al medio rural.
Para enfrentar la crisis climática es imprescindible una descarbonización urgente y ambiciosa de nuestras economías empezando por el sistema energético, y para ello tenemos que acelerar la implantación de las energías renovables para producir electricidad limpia y barata.
Sin embargo, debido a la nefasta política energética del PP, la Comunidad de Madrid sigue estando lejos de alcanzar su máximo potencial renovable lo que la convierte en un verdadero sumidero energético que apenas produce el 5% de la energía que consume, externalizando la instalación de renovables en otras regiones lo que además de injusto es perjudicial para la propia Comunidad de Madrid, que queda fuera del impulso económico que generan las renovables.
Para ponerse a la cabeza de la transición ecológica, la Comunidad de Madrid debe apostar por las plantas fotovoltaicas y por el autoconsumo y ahí es imprescindible que las administraciones públicas den ejemplo apostando por la electrificación y las renovables en sus propios edificios: reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero y ahorrando en la factura que pagan las administraciones públicas.
Entre los posibles edificios públicos en los que establecer instalaciones fotovoltaicas los centros educativos son unos de las opciones más interesantes por diferentes motivos. En primer lugar, los centros educativos tienen un perfil de consumo eminentemente diurno lo que permite un gran aprovechamiento de la energía eléctrica producida. Al mismo tiempo, su bajo consumo durante las tardes, fines de semana y meses de verano permite también que produzcan energía sobrante que pueda ser compartida con familias cercanas vulnerables actuando de semillas iniciales para la conformación de Comunidades de Energía Renovables.
Además, poniendo el foco en el gasto público, cada curso los centros educativos pagan importantes facturas energéticas, principalmente en invierno, lo que supone destinar una parte importante del presupuesto de los centros a ello, detrayéndolo de otras cuestiones importantes. Establecer instalaciones fotovoltaicas en los centros educativos supondrá un ahorro económico de los centros y un uso más eficiente de los recursos públicos.
El carácter educativo de los centros permite la última pata el proyecto: a través de la instalación de paneles fotovoltaicos en dichos centros se puede fomentar la educación ambiental de los y las más jóvenes, una tarea clave para garantizar que construímos una sociedad sostenible que cabe en un planeta finito sin arrasarlo.
Por todos estos motivos desde Más Madrid hemos realizado junto a ImpactE un estudio piloto del potencial fotovoltaico de los centros educativos públicos en la Comunidad de Madrid en el que estudiamos los costes y beneficios de instalar paneles solares en las cubiertas de 150 de los casi 1.600 centros educativos de la Comunidad de Madrid. Extrapolando a todos los centros educativos de la Comunidad, podríamos instalar 135 MW que generarían 174 GWh al año. Gracias al autoconsumo eso supondría un ahorro de unos 18 millones de euros al año que no se pagarían al oligopolio eléctrico lo que permitiría una rápida recuperación de los 139 millones de euros de inversión necesaria. Además, debido al perfil de consumo energético de los coles, la energía sobrante generada permitiría que 50.000 familias ahorrasen entre 235 y 315 euros al año durante 25 años ayudando a combatir la pobreza energética que afecta a en torno a un 20% de familias madrileñas. Por último, pero no por ello menos importante, en medio de una crisis climática que amenaza nuestra existencia, los coles solares reducirían en 27.820 toneladas de CO2 anuales las emisiones de la región, es decir, el equivalente a retirar cada año 9.737 coches o plantar 882.750 árboles (mucho más de lo que tiene planeado la Comunidad de Madrid en los próximos años).
Apostar por las renovables, por la solidaridad y por la educación ambiental serían motivos más que suficientes para empezar a instalar paneles solares en cada cole y en cada instituto de la Comunidad de Madrid, pero para hacerlo posible hace falta una cosa más. Que no haya un Gobierno negacionista del cambio climático al frente sino un Gobierno verde y de justicia social que se atreva a cuidar y a impulsar Madrid. Este 28 de mayo le vamos a poner remedio.
Comentarios
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