La práctica totalidad de la ciudadanía reconoce las consecuencias de la emergencia climática y se muestra a favor de los objetivos que se plantean para paliarla (transición ecológica, descarbonización de la economía, neutralidad climática, reconversión energética), pero recientemente se plantean nudos difíciles de desenredar cuando empezamos a hablar de cómo lograr esos objetivos.
El ejemplo más evidente y enquistado es el del despliegue de las energías renovables; otro que se avecina es el de la gestión de los recursos hídricos. Son temas que tenemos que abordar con la altura de miras que requiere el nivel del propio reto y, por tanto, es necesario poner en marcha procesos de diálogo y debate que sepan conciliar posturas y encontrar soluciones compartidas.
De un tiempo a esta parte, vengo trabajando, junto con otros compañeros y compañeras, en identificación y resolución de conflictos socioecológicos en el campo de las renovables, de modo que me voy a centrar en lo que podemos hacer para desenredar el complejo nudo que atenaza el debate sobre el despliegue de este tipo de energías.
Hasta ahora, gran parte del modelo de instalación de los parques (sobre todo de los grandes) se ha trazado de espaldas al territorio, sin contar con las demandas de democracia participativa y con las exigencias de alternativas para el desarrollo local. Toca renovar ese modelo.
Es imperativo dar respuestas a los retos en la lucha contra el despoblamiento rural, en la protección de la biodiversidad o en el progreso hacia la soberanía alimentaria. Los propios Objetivos de Desarrollo Sostenible imponen una perspectiva integral sin la cual la transición energética tendría los pies de barro.
Y hay una buena noticia: en España contamos con ejemplos de buenas prácticas fundamentados en la escucha, el diálogo, la participación y la compensación en la instalación de parques eólicos y fotovoltaicos; y no son pocos.
Me gusta destacar la planta fotovoltaica de Andévalo (Huelva), instalada en una zona que era yerma, sin aprovechamiento agrario ni ganadero, en la que hoy conviven la generación de 50 MW de electricidad con el pastoreo de rebaños de ovejas y el desarrollo de la apicultura. El fomento de la industria verde, la creación de empleo de calidad, el respeto a la orografía y el paisaje, el apoyo a la ganadería y la polinización del entorno son una realidad en esta planta.
La eólica de Barasoain (Navarra) reúne también aspectos que la hacen referente: motor de industrialización de la zona, germen de un polígono que proporciona cientos de empleos en la comarca, sus mecanismos de salvaguarda de la biodiversidad (especialmente avifauna) y sus procesos de diálogo y sinergias con agricultores y ganaderos de la zona son también ejemplares.
Hay más ejemplos: en Son Salomó (Menorca) se pudo superar años de conflicto entre promotora y entidades defensoras del paisaje y la arqueología consensuando un protocolo que redujo a la mitad la extensión del parque solar -sin rebajar la capacidad energética-, restauró el patrimonio etnológico y creó una comisión mixta para su seguimiento.
También merece la pena citar el complejo fotovoltaico de Talayuela (Cáceres), cuyas medidas de integración paisajística, preservación de flora y fauna e instalación de majanos, se combina con una política de formación local para el desempeño de empleo vinculado a la planta y trazando alianzas con la ganadería local.
Por último, tengo que hacer referencia al Projecte Eudemon, del que formo parte, que está desarrollando en la comarca del Penedès (Catalunya) un protocolo de prevención y resolución de conflictos. La participación ciudadana, la gobernanza energética y el diálogo entre todos los agentes del territorio son sus aspectos clave.
Éstos y otros ejemplos demuestran que las respuestas a la emergencia climática y a la urgencia en la transición energética no sólo no han de suponer ningún menoscabo al territorio, si no que pueden abrir nuevas oportunidades de futuro. Nuestras tradiciones pueden convivir con las energías renovables, porque está en nuestra identidad saber aprovechar los recursos que tenemos. Podemos renovar las renovables apostando por procesos que integren la información y el debate de forma sincera, clara, útil y atractiva para afrontar todos los retos que, planteados desde el sector energético, nos interpelan a todos.
Comentarios
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