Otras miradas

¿Son las masacres de Melilla y Pylos evitables?

Viviane Ogou

Coordinadora de migraciones de Sumar y experta en seguridad internacional

Lourdes Gómez

Jurista, experta en migraciones y asilo LGTBIQ+

Patricia Ruiz de Irizar

Directora general de Políticas migratorias del Gobierno de Navarra

José Miguel Morales

Historiador, director en el Tercer Sector

Cuando Robert Schumann pronunció el famoso discurso del 9 de mayo, en el que consagra la solidaridad como el motor de la integración europea, no imaginaría que un día se eliminarían las fronteras internas y se constituiría un área de aparente Libertad, Seguridad y Justicia como Schengen. Este gran avance para los europeos y europeas ha implicado también una apuesta común para construir una sola frontera externa.

A finales de los 80, a la par que se ideaba Schengen, empezó un debate académico y político que se vino a denominar "securitización de las migraciones". Se empezó a plantear que la diversidad étnica y cultural emergente de procesos migratorios externos podían poner en riesgo a las sociedades de destino al complejizar el control social, entre otras cuestiones (ergo racismo institucional). Por ello, algo que a lo largo de la historia se había tratado más bien como una dinámica social y antropológica natural del ser humano, se empezó a estudiar como cuestión de seguridad.

Es indiscutible que la migración implica cambios sociales, políticos y económicos. Sin embargo, existen muchas aproximaciones posibles a lo que en el seno del grupo de trabajo de migraciones de Sumar nos gusta llamar "gobernanza migratoria". Hoy hay en curso una política represiva que atenta contra el derecho internacional y, en particular, contra los derechos humanos. Además de ilegal, tenemos en curso una política disfuncional: causa miles de muertes anuales, limita la aportación económica de las personas migrantes a las comunidades de acogida, externaliza la preciada seguridad nacional a Estados que están lejos de buscar nuestro mejor interés, y además requiere de inversiones económicas cada vez mayores para el control fronterizo.

Con el pretexto de regular los flujos migratorios, los Estados miembros de la Unión Europea se dotan de normativas sumamente restrictivas que dificultan las migraciones legales y seguras. Los trámites para solicitar un visado se hacen prácticamente imposibles, empujando a las personas a emigrar a través de rutas inseguras y muchísimo más caras que un viaje en avión. No es que las personas que emigran de África no tengan recursos, de hecho, las clases medias son las que más emigran. Se marcha quien se lo pueden permitir.

La falta de rutas seguras está detrás de las redes de tráfico y la trata de personas. Es economía básica: como es más difícil emigrar en avión, más necesidad hay de emigrar por otras rutas incrementando la demanda de "traficantes". Como son más difíciles las rutas, más se necesita de guías que puedan sortear el desierto, bosques y controles policiales anti-migrantes. Como hay más riesgo para los guías, más caro es el viaje y más beneficios obtienen pudiendo hacer crecer su negocio. Pero, al no haber regulación ya que se dan en la economía sumergida y llamada "criminal", se pone en situación de máxima vulnerabilidad a mujeres, niños y niñas, y otras personas de colectivos que requieren de especial protección como las personas LGTBI+, las personas mayores o las personas con discapacidad.

Lo más difícil de la política es explicar a la ciudadanía qué ocurre, por qué ocurre y cómo las medidas impulsadas para solucionarlo van a funcionar. Cuando, además, se juntan diferentes niveles de gobierno y política internacional, la tarea hace todo lo contrario a amenizarse. En este artículo, cuatro de las autoras del proyecto de país para las migraciones de Sumar tratarán de explicar de manera plana y sencilla las causas y las implicaciones de la política migratoria de la Unión Europea, a través de las masacres de Melilla y de Pylos.

La política migratoria de la Unión Europea

El pasado 9 de junio, el Consejo de Justicia y Asuntos de Interior de la Unión Europea aprobó dos reglamentos que se constituyen como piedras angulares de lo que se conoce como el Nuevo Pacto de Migración y Asilo. Estos reglamentos regulan la gestión del asilo y la migración, además del procedimiento común de asilo para todos los Estados miembros de la Unión. Pero, ¿por qué se aprueban estos reglamentos y qué implicaciones tienen?

En 2015, con la mal llamada crisis de los refugiados que provenían de Siria, la Unión se dio cuenta de que no tenía un sistema de gestión migratorio y de asilo que funcionara en momentos de emergencia y que, como ya se había predicho en el debate sobre la securitización de los años 80, al percibirse como amenaza, los Estados evitarían involucrarse en su gestión, dejando solos a una minoría fronteriza y a las grandes economías.

Los años siguientes se puso sobre la mesa la necesidad de actualizar los procedimientos y se abrieron negociaciones que debían culminar este año durante la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, aprobando un nuevo marco común de contención migratoria. Lejos de avanzar en la protección al derecho internacional, estos protocolos instauran procedimientos de evaluación rápida que reducen las garantías de acceso a protección por parte de los solicitantes. La nueva terminología utilizada como "pre-screening", "off shore" o "pre-entry", no viene sino a disfrazar las mismas vulneraciones de siempre: dificultad en el acceso a vías legales y seguras de entrada, incumplimiento del tratamiento individualizado para las personas que solicitan asilo y omisión del deber de auxilio de quienes acceden a las fronteras.

Estas vulneraciones acaban convirtiendo las fronteras de la Unión Europea en auténticos cementerios. Por ello, las comunidades racializadas, las organizaciones sociales y los expertos en la materia llevan años pidiendo desecuritizar la migración y tratarla como una realidad social, motivo por el que en Sumar hablamos de gobernanza. Queremos dejar de gestionarla con violencia y reforzar un abanico de canales de migración seguros que también permitieran hacer una buena gestión de las solicitudes de asilo. Queremos ser líderes globales en gobernanza migratoria antirracista.

Por un mundo sin masacres como Melilla o el naufragio del mar Jónico

Los casos más recientes los encontramos en la tragedia de Melilla, de la que se acaba de cumplir un año, y el fallecimiento en las costas griegas de cientos de personas a las que se dejó morir en el mar.

El 24 de junio se cumple el primer aniversario de la masacre de Melilla y esta Europa deshumanizada y cruel ha permitido que pocos días antes, otra masacre nos haya devuelto con una gran bofetada de dolor e indignación, al horror vivido esos días. La masacre de Melilla del 24 de junio de 2022 se saldó con la muerte de, al menos, 37 personas y la desaparición de otras 77 y, además, cientos de ellas fueron sometidas a la tortura, la denegación de auxilio y de atención médica y otros tratos crueles inhumanos o degradantes.

Los rostros, nombres e historias de cada una de estas personas nos cuentan cómo, tras meses o años de ruta migratoria en busca de un lugar seguro, Europa les recibe con gas lacrimógeno, balas de goma y porras. Así lo cuenta Zacharias, un joven de 22 años de origen chadiano que, huyendo de la represión y la violencia gubernamental (todo hay que decirlo, con complicidad del Gobierno francés), atravesó ocho países, en algunos de los cuales pidió asilo sin que en ninguno le otorgaran protección. Cuando llegó a la valla de Melilla, Zacharias fue golpeado por agentes de Policía marroquíes y españoles y fue aprehendido por la Policía española cuando descendía de la valla fronteriza por el lado melillense de la frontera.

Si bien las organizaciones sociales han desarrollado multitud de informes (que ofrecían pruebas del uso innecesario y excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad marroquíes y españolas), ya ha pasado un año y no se ha iniciado una investigación independiente e imparcial. tal y como lo solicitó Naciones Unidas. Esto que implica que las familias siguen sin poder hacer justicia a las muertes de sus seres queridos, de muchos de los cuales no se han podido recuperar los cuerpos.

A once días de la manifestación que conmemora el primer aniversario de la masacre de Melilla, se da una de las masacres más crudas que recuerda Europa. Un pesquero que pasó 15 horas solicitando auxilio fue presuntamente objeto de omisión de rescate. De las 750 personas que se estima que viajaban en el barco, solo han sobrevivido 100 y se han recuperado un centenar de cuerpos, ya que el naufragio ha sido justo encima de una fosa marina de 4.000 metros.

Pocos han sido los líderes europeos que se han pronunciado frente al evento, y los medios le han restado importancia, cuando estamos hablando de un crimen de tales dimensiones que puede equipararse con un genocidio.

Por ello, si nos preguntamos si son las masacres de Melilla y Pylos evitables, desde el grupo de trabajo de migraciones de Sumar sabemos que sí lo son y para ello proponemos un marco de reforma integral a diez años, por el que se establezcan de forma urgente y prioritaria corredores humanitarios y un mecanismo de reubicación vinculante; se revisen los acuerdos bilaterales que conlleven la externalización de fronteras, exigiendo mecanismos de transparencia y limitando la práctica; se dote de presupuesto consular para tramitar más demandas en origen, y se establezca un comisionado encargado de asegurar que todas las políticas internas no tienen efectos negativos en los países con mayor riesgo de migración irregular.

Queremos conseguir que España aproveche al máximo la riqueza que es la diversidad cultural, proteger y empoderar a todas las personas vulnerables, y lo haremos haciendo de nuestro país un líder global en gobernanza migratoria que pueda servir de ejemplo al mundo. ¡Por la justicia social y para estar orgullosas de quiénes somos!

 

 

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