Otras miradas

Legislar, gobernar, actuar

Enrique del Olmo

Sociólogo

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la Convención Política del PSdeG celebrada esta mañana en Santiago de Compostela. EFE/Lavandeira jr
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la Convención Política del PSdeG celebrada Santiago de Compostela. EFE/Lavandeira jr

A raíz de mi último artículo "¿Una legislatura imposible?", publicado el pasado día 8 de diciembre, una gran amiga activista en el feminismo y en la sanidad me hizo llegar unas reflexiones que me ha parecido de sumo interés compartir.

Partiendo del acuerdo de que esta legislatura el peso no estaba en la promulgación de nueva legislación sino en la materialización de la existente, en la acción de gobierno y en la implicación de la sociedad, me señalaba algunos ejemplos que me parece de interés que se conozca.

El primero de los temas que nos debe preocupar es la sensibilización y participación de la ciudadanía en medidas que le importan y que mejoran sus condiciones de vida. Siendo conscientes de que en muchos casos va a exigir movilizaciones para romper trabas, resistencias, burocracias e indiferencias; rearmar la movilización social no será fácil y mucho menos cuando parece que es la derecha y la ultraderecha la que, parafraseando al fundador del PP, dice: "La calle es mía, yo soy la calle, y lo que decimos en la calle es la opinión del país". Un primer aspecto que ya señaló Pedro Sánchez en el IFEMA en relación al gobierno: "Hay que explicar cada medida de la acción de gobierno". Uno de los grandes déficits que tiene la izquierda en el gobierno es el alejamiento de la comunicación con la sociedad, dejando todo el espacio a la derecha, los bulos y los fakes.

En la anterior campaña electoral, el propio presidente tuvo que reconocer el mayúsculo error de no haber estado en los pulpitos de la intoxicación (Pablo Motos, Ana Rosa...) y esto sería bueno no olvidarlo. Mientras la derecha, cuando ocupa posiciones de gobierno, tiene muy claro que esto es una plataforma para seguir ganándose a la sociedad para su proyecto reaccionario, la izquierda considera que ya está todo hecho y se dedica a gestionar (mejor o peor), pero se olvida de escuchar y mantener el vínculo con la sociedad. Me atrevería a decir que la derecha, en líneas generales, dedica el 20% de su tiempo a la gestión y el 80% a la propaganda, mientras que en la mayoría de la izquierda la relación se invierte autosatisfecha de haberse conocido. Pues bien ahora se debería actuar de forma diferente: primero, hacer pública la agenda y los objetivos a lograr; después, escuchar y hablar con los sectores implicados y con la sociedad en su conjunto. Debe rendir cuentas de los logros, pero también de las trabas y de los incumplimientos y, por último, evaluar los resultados prácticos de las políticas. Por ejemplo, el papel de las Conferencias Sectoriales con unas CCAA, mayoritariamente del PP y Vox, es fundamental para que la sociedad visualice porque no se aplican medidas y políticas que se han definido, y lo mismo ocurre con las transferencias a las CCAA, que deben tender a ser finalistas y no permitir las continuas desviaciones de fondos como pasa en la Comunidad de Madrid.


Mi amiga me señalaba algunas cuestiones relevantes en un ámbito sustancial: el Ministerio de Igualdad. El feminismo, como el movimiento social más importante de la última década, ahora dividido en una confrontación estéril;  un Ministerio que ha logrado avances importantes como la Ley Trans y le Ley del Sí es Sí (a pesar de la horrible gestión de sus consecuencias), pero que, en el último tiempo, ha trabajado más para la construcción de un sector afín que por la ampliación de las demandas mayoritarias de las mujeres y de la sociedad, con un incendio interno al que otro sector no dejaba de echar gasolina. No existe una sola explicación racional (no sectaria) para avalar las divisiones en la calle el pasado 25 de noviembre, cuando el objetivo global de lucha contra la violencia de género nos abarcaba e interrogaba a todas y todos. La llegada al Ministerio de un equipo que no viene del movimiento puede ser una gran oportunidad para restañar heridas, ampliar conquista y avanzar seriamente. Veamos algunas cuestiones: lo primero y más importante, desde mi punto de vista, es responder a los asesinatos de mujeres. Una respuesta que no pueden ser las sucesivas convocatorias de comités de crisis, sino que hay que revisar todos los programas (VioGén, apoyo y acompañamiento...), sistemas y controles. Habrá que incrementar la financiación y  destinar los fondos a lo sustancial y no solo a pintar bancos de colores en los pueblos. Por ejemplo, no hay una explicación clara del destino final del dinero del Pacto de Estado contra la Violencia de Género por parte del Ministerio, solo un informe general del gasto de la AGE. Y volvemos aquí a lo perentorio para la sociedad de la rendición de cuentas.

Un tema controvertido que ha estado en el origen de la división: la prostitución. Cada opinión o posicionamiento tiene su valor y sus razones, pero mas allá de eso ¿por qué no centrarse en lo que si se está de acuerdo, como la Ley contra la Trata, y exigir una intervención continuada y potente por parte del gobierno? Y podríamos seguir con otros temas de alta sensibilidad social mas allá de Igualdad: pobreza infantil, residencias, de las que se habla mucho (gracias entre otras razones por la presión y movilización social) pero desde hace poco, donde la anterior Secretaria de Estado de Asuntos Sociales dejó un plan muy positivo, pero ahora hay que ejecutarlo y con premura aunque intereses privados intenten bloquearlo; y también de servicios sociales, pendiente de su desarrollo como cuarto pilar del Estado del Bienestar. Y un largo etcétera.

En definitiva hay por delante un apasionante curso político cuyo norte debe ser revertir la ola reaccionaria, mediante la ampliación de derechos no nominales, sino que se sientan en la vida de las personas pasando "de las musas al teatro".


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