Otras miradas

Tres mujeres poderosas, el calor y el dinero

Marta Nebot

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera (c), acompañada de la ministra de Sanidad, Mónica García (i), y la de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, durante la presentación del Observatorio de Salud y Cambio Climático (OSCC) el pasado 21 de febrero. - Borja Sánchez-trillo| EFE
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera (c), acompañada de la ministra de Sanidad, Mónica García (i), y la de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, durante la presentación del Observatorio de Salud y Cambio Climático (OSCC) el pasado 21 de febrero. - Borja Sánchez-trillo| EFE

Había tres atriles uno al lado del otro, bien iluminados, sobre el escenario. Mientras las escuchaba las miraba bien y me daba cuenta de que la imagen ya estaba cambiándolo todo un poco. Ahí estaban tres ministras cooperando, destilando profesionalidad, admiración mutua y buen rollo. Tres mujeres, de 44 a 55 años, presentando juntas el nuevo Observatorio de Salud y Cambio Climático, en el salón de actos del Instituto Carlos III, el jueves pasado, ante un público de periodistas y científicos.

Teresa Ribera, vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico; Mónica García, ministra de Sanidad y Diana Morant, ministra de Ciencia, Innovación y Universidades: tres referentes femeninos bien distintos a los habituales bajo los focos. La sencilla veterana pro, la apasionada humilde peleona y la moderna serena alta, podría decirse simplificando hasta decir basta.

Mientras nos contaban que por fin han conseguido poner en pie este organismo transversal que va a estudiar quién en este país se muere y quién no por el cambio climático, yo pensaba en el libro que estaba leyendo, Las mujeres facturan de Yolanda Domínguez, un interesante repaso a la historia cultural de las finanzas femeninas y de la psicología de las mujeres sobre el dinero.

Sin dejar de escuchar del todo, pensando también en si este nuevo organismo tendrá o no presupuesto, meditaba sobre la historia de la pobreza femenina que llega hasta nuestros días, sobre la manera en la que el sistema siempre nos ha manipulado cuando no teníamos nada y cuando empezamos a tenerlo, sobre nuestra carencia absoluta de educación financiera, sobre cómo el tiempo de las mujeres es menos oro que el de los hombres, sobre la dificultad incluso de tener poder y dinero... Las mujeres lo tenemos más difícil hasta para eso, como documenta este ensayo que recomiendo.

¿Cuánta paga recibirían estas mujeres cuando eran niñas? La media es de un 20% menos para las niñas que para los niños. ¿Entrarían en su primer trabajo aceptando un sueldo más bajo? ¿Se atrevieron a pedir aumentos cuando el tiempo fue pasando? Las estadísticas dicen que aceptamos lo que nos dan agradecidas, que no peleamos por lo que merecemos, que en las reuniones nos cuesta más ser escuchadas y aplaudidas, que las mujeres con poder tienen más posibilidades de rupturas de pareja y de que les pongan cuernos. ¿Serán mujeres escalera que ayudan a otras a entrar en sus círculos? ¿Quiénes habrán sido sus mujeres escalera? ¿Cuánto lograrán cambiar el sistema o cuánto las cambiará a ellas?

¿Habrán intentado alguna vez sentirse realizadas con un trapo, una joya o un peinado nuevo? ¿Se habrán comprado una sombra de ojos que empodera? ¿Cuánto habrán puesto de su autoestima en su aspecto físico? ¿Cómo harán para ir sin bolsillos o con bolsillos más pequeños –la ropa de las mujeres o los tienen cerrados o, como muchos vaqueros, los tienen más pequeños y ahí no caben los iphones? ¿Cuánto habrán aportado a lo largo de su vida a los ingresos de la industria de la belleza que en Estados Unidos, por ejemplo, en el último ejercicio alcanzaron los 500.000 millones de dólares, la mayoría salidos de bolsillos femeninos? ¿Cuánto mejor serían nuestras vidas si mantuviéramos todo ese dinero en nuestros bolsillos, aunque sean más pequeños, si con él nos compráramos independencia –de la que empodera en serio– y tiempo –con el que tener ocio de calidad y no del de desplomarse en un sofá hasta que la fuerza vuelva al cuerpo justo a tiempo para volver al trabajo? ¿Será su tiempo un continuum, como lo es para la mayoría de las mujeres, en el que no se distingue el tiempo laboral, del tiempo del ocio porque pasan del primero al de cuidados y vuelta todo el tiempo? ¿Pagarán siempre ellas como penitencia porque les va bien en la vida y siendo mujer el éxito se paga caro? ¿Sentirán culpa por haber llegado adonde han llegado, por estar más alto que sus parejas o por estar dedicando menos tiempo a sus vástagos? ¿Estarán humanizando el poder para poder seguir siendo madres, esposas, hijas, amigas, es decir, personas mientras lo ejercen, o estarán deshumanizándose como dicen los manuales que con el poder siempre pasa?

Las olas de calor registradas en España pueden incrementarse de las 428 actuales a las 2.200 anuales, contadas a nivel provincial, entre 2050 y 2100, según contaron las ministras.

Las mujeres en el poder que cambien sus estructuras no sabemos cuántas podrán llegar a ser a finales de siglo. Tampoco sabemos cuántas lograremos ir haciéndonos más dueñas de nuestro poder, de nuestro tiempo y de nuestros bolsillos.

La vicepresidenta Ribera dijo en su discurso que este organismo ha llegado para quedarse y que sobrevivirá a los cambios de Gobierno. Apliquemos a todo, como ella, el wishfull thinking que podamos.

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