Otras miradas

¡Basta ya!

Enrique del Olmo

Sociólogo

Un momento de la marcha con el lema "Por amor a la democracia", frente al Congreso de los Diputados, convocada por el colectivo La Plaza Madrid y que ha transcurrido este domingo por el centro de Madrid. EFE/ Borja Sánchez-Trillo
Un momento de la marcha con el lema "Por amor a la democracia", frente al Congreso de los Diputados, convocada por el colectivo La Plaza Madrid y que ha transcurrido este domingo por el centro de Madrid. EFE/ Borja Sánchez-Trillo

He dudado el título con el que encabezar este artículo porque el Basta Ya es un referente muy fuerte de la movilización social que acompañó el final de ETA y, bajo ningún concepto, querría hacer ningún paralelismo falso y equívoco. Sin embargo, sí expresa perfectamente lo que muchísimos ciudadanos sentimos en el actual momento, el deseo de salir cuanto antes de esta espiral de barro a la que conduce la tenaz campaña de la derecha y sus terminales antidemocráticas. Sin embargo, el que alguien con la autoridad moral y la trayectoria de Pedro Almodóvar utilizase los mismos términos de urgencia para salir del fango me animó a ratificar este deseo y esta orientadora exclamación.

Posiblemente cuando se publique esta nota, ya conoceremos la resolución tomada por Pedro Sánchez sobre su continuidad al frente del Gobierno o la hoja de ruta que tomarán los acontecimientos, sin embargo esta crisis deja sobre el tapete una importante tarea colectiva: defender la democracia y profundizar sus valores. Y ésta no es una tarea sólo para los partidos y el Gobierno, es un compromiso cívico y social al que estamos convocados todas y todos. Las reacciones espontáneas de solidaridad con el Presidente son importantes y loables, pero hay una enseñanza que nos compromete más allá del desenlace de los actuales acontecimientos. Como señalaba recientemente Joan Coscubiela: "Hay que reforzar la sociedad civil organizada y el protagonismo ciudadano". Las reacciones que se han transformado en movimiento regenerador en las últimas décadas (esencialmente protagonizadas por las mujeres) como el #MeToo y el #SeAcabó marcan el camino. En estos días la inquietud nos afectaba a todos pero también el deseo de hacer algo, de decir que ya estaba bien.

El ruido insoportable de la derecha y ultraderecha donde cualquier hecho se convierte en motivo de ataque e insulto, donde no existe ningún límite; la pléyade de pseudoperiodistas especializados en la mentira y el odio; el acompañamiento cuando no liderazgo de los jueces en el cerco a los ciudadanos, políticos y políticas que no les gustan; la provocación continua desde las instituciones donde gobiernan en amor y compañía PP y VOX (una última muestra, la intención de retirar los nombres de Paco Rabal y Asunción Balaguer de una plaza y de un auditorio en Alpedrete), todo ello  genera el caldo de cultivo de una profunda corriente antidemocrática en la sociedad y una desafección general en la que se mueven como pez en el agua nuestros castizos trumpistas.

La respuesta de la sociedad requiere en primer lugar respeto, pluralidad, diálogo y coordinación, no es fácil. Como muy bien señaló Iñigo Errejón: "Esta no es una cuestión de una persona, es una cuestión de democracia". Hay que tejer de nuevo alianzas y complicidades. Tenemos muchas experiencias de cómo se puede ayudar a la generación de un movimiento de respuesta: movimiento contra la guerra, Nunca Máis, 15-M, acciones contra la violencia machista y La Manada, el procés en Cataluña, la defensa de la sanidad pública... todos ellos diferentes pero todos unitarios, espontáneos, plurales y coordinados. Como consecuencia del estallido y fragmentación de las fuerzas a la izquierda del PSOE, las diferencias formales y la preservación de las pequeñas cuotas de poder se han convertido en el leit motiv del comportamiento de unos y otros. En los procesos electorales es evidente pero también en la respuesta social. Un claro ejemplo negativo: la incapacidad para dar una respuesta adecuada al genocidio en Gaza, en lugar de poner el foco en lo que une a miles de ciudadanos: parar el genocidio, en lugar de buscar las convocatorias unitarias se introducen otros elementos: ruptura de relaciones, boicot comercial, tribunal de la Haya, tibieza del Gobierno.., que pueden ser muy justos pero que desvían de la participación a muchas personas que pueden coincidir en lo más urgente y necesario, todos mirando hacia adentro y reafirmando sus propios pensamientos.


Lo mismo ante la denuncia de Pedro Sánchez y su retirada. Se convoca un acto de apoyo por parte del PSOE y a la vez se convocan concentraciones sin firma ante el Congreso y a veces coincidiendo en la hora, con lemas diferentes pero con un sentido común. Todo es legítimo, pero ¿no sería bueno que el bloque de investidura convocase conjuntamente contra los ataques a la democracia y el uso del poder judicial?; ¿no sería bueno que las diversas organizaciones de la sociedad civil convocasen contra el bloqueo del poder judicial?; ¿no sería bueno que el gobierno se abriese a las iniciativas que surgen de la sociedad civil?. Un caso llamativo: el retraso en la aplicación de la directiva comunitaria sobre protección de los alertadores de corrupción. Más de tres años pidiendo su trasvase a la legislación española y nada. En el momento actual, hay multitud de iniciativas que reflexionan y abordar el tema del colapso y déficits de nuestro sistema democrático, hay diversas organizaciones de la sociedad civil que ponen el dedo en la llaga sobre: corrupción, sistema judicial, medios de comunicación, sistema electoral, desigualdad social, feminismo, cambio climático, ...todo ello genera un entramado social con difícil expresión global pero donde están los mimbres de una respuesta material colectiva que profundice la democracia.

Junto al esfuerzo de la sociedad civil, es imprescindible que el gobierno actué en su función ejecutiva y legislativa. Un caso absolutamente sangrante, la renovación del CGPJ, no es el momento de recordar los 5 años y 4 meses que  lleva en el congelador, con la última escenificación del mediador en Europa que no media nada porque el PP no piensa en darle ninguna salida al tema. Hay sobre la mesa muchas y diversas formulas, ya se han presentado en sede parlamentaria. Y el próximo 21 de mayo a iniciativa de la Asociación Más Democracia se presentan diversas iniciativas en el Ateneo de Madrid. Es el momento de dejar de marear la perdiz y tomar decisiones cortando el vuelo a las jugadas del PP en connivencia con la derecha judicial. Hay muchos otros campos en los que actuar con una cierta celeridad desde la mayoría del gobierno, como la financiación de los pseudomedios de comunicación de agitación ultra y emisión de bulos. Como ha señalado recientemente Virginia Pérez Alonso, directora de Público,  financiados desde las instituciones dominadas por la derecha, esto les permite copar las primeras posiciones de audiencia digital y con esta excusa reciben publicidad institucional estatal y completan su erario con la aparición en tertulias de los medios públicos.

La carta de Pedro Sánchez es un aldabonazo sobre el proceso de deterioro de la democracia que está impulsando la derecha. Más allá de cómo continúe el curso de la crisis política es evidente que deja sobre el tapete de la sociedad un reto: la presencia de la sociedad y sus organizaciones en la defensa de la democracia y los derechos.


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