Otras miradas

Usar a las mujeres de Gaza para no hablar de las de aquí

ANA BERNAL-TRIVIÑO

El diputado del PP Jaime Miguel de los Santos González interviene durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados en Madrid (España).-Gabriel Luengas / Europa Press
El diputado del PP Jaime Miguel de los Santos González interviene durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados en Madrid (España).-Gabriel Luengas / Europa Press

Hace unos días, Jaime de los Santos (PP) pidió a la ministra de Igualdad empatía con las mujeres israelíes. Y añadió: "¿Sabe que por ser mujer, y yo gay, en la mayoría de los países del entorno de Israel no tendríamos reconocido ningún derecho e incluso a mí me podrían ahorcar?" Como si esto fuera culpa del feminismo.

No sé desde cuándo, si se habla de empatía con otras mujeres, se termina haciendo un discurso donde el que lo pronuncia, un hombre, acaba siendo el protagonista. Si hablamos de los países donde se castiga la homosexualidad con pena de muerte, segura o probable, no muy lejos están Arabia Saudita o Emiratos Árabes, países de negocio que poco se cuestionan desde las bancadas del Congreso. Sobre los derechos de las mujeres, no sé si reparó en que frente a los países que niegan derechos a las mujeres, los hay otros con la amenaza de retroceder en derechos. Y ocurre cada vez que el PP da la mano a un Vox que niega la violencia de género y que no guarda ni un minuto de silencio por sus víctimas.

En cualquier caso, habla de tener empatía pero parece no haber visto, meses antes del ataque, las alianzas entre mujeres israelíes y palestinas. Habla de tener empatía cuando callaron frente a los informes de derechos humanos que alertaban de la violencia sexual hacia las mujeres palestinas en las fronteras por parte del ejército israelí. Habla de tener empatía cuando las propias israelíes con familiares secuestrados por Hamás han visto cómo su Gobierno no ha hecho nada por rescatarlos, sino que los usa como rehenes para justificar los ataques, mientras aniquilan a las gazatíes y se hacen con el terreno que quieren. Habla de tener empatía sin recordar cómo el pueblo de Israel se manifiesta en las calles, incluso el pasado fin de semana, para que quien tenga empatía sea el propio Netanyahu con su propio pueblo, y que acepte el plan de Biden.

Estamos muy cansadas, frente a la falta de argumentos, de recurrir a la instrumentalización continua de las mujeres y a la polarización fácil. La violencia sobre las mujeres en todo el mundo no es un comodín. Lo útil en política es crear discursos para construir y no para echar más leña al fuego. Justo en la misma semana donde la población de Gaza sufrió uno de los ataques y crímenes más tremendos sobre un campo de refugiados. Justo en la misma semana donde una investigación de The Guardian confirma años de espionaje, intimidación y hackeos de una guerra secreta de Israel contra la Corte Penal Internacional para evitar todas las consecuencias de los crímenes de guerra cometidos en Palestina.


Se puede usar la política para construir y plantear cuestiones vitales. Por mucha empatía que tengamos, las mujeres israelíes duermen por las noches sin bombas encima, tienen comida, agua y un techo. Nada de eso tienen las gazatíes. Si de verdad tiene empatía podría preguntar a Igualdad sobre cómo ayudar a unas gazatíes sin hospitales en condiciones para dar a luz o cuidarse de enfermedades como el cáncer. Podría preguntar sobre cómo ayudar a la infancia a superar el trauma de ver cómo las bombas mataban a sus amigos del cole, a sus padres, hermanas, o madres. Podría empatizar con pensar en cómo es tener la regla entre bombas y viviendo en campos de refugiados sin material higiénico. Podría empatizar con pensar cómo paliar los déficit nutricionales de la infancia o de mujeres embarazadas o que han parido bajo las bombas. Que ser provida es también cuidar a la infancia una vez que llega al mundo. Si hablamos de empatía podemos tirar de carrete y no acabamos.

Como casi siempre, se habla de tener empatía con las que están lejos pero solo para tener el minuto de oro porque sobre ellas no mandan. Si en el PP quieren empatía, pueden empezar por unas mujeres muy cercanas a las que escuchar. En el mismo Madrid. Porque ahí Plataforma de Trabajadoras el lunes hicieron huelga por el estado crítico de la red madrileña de atención a víctimas de violencia de género por parte del Ayuntamiento. Ya se sabe que la gestión de estos espacios es municipal. Denuncian el excesivo tiempo de espera para una primera cita o las pésimas condiciones de los alojamientos de protección, sin atención especializada. Las mujeres son sometidas a una total incertidumbre sobre si tendrán o no acceso a un alojamiento seguro. Dicen que el ayuntamiento no da respuesta, a la vez que se restringen los criterios de acceso a alojamientos en contra de la valoración de las profesionales, se reduce la duración de las citas o sustituyen la atención individualizada por atenciones grupales, en contra de su proceso terapéutico.

Así que quizás quienes tienen poder en la política son los primeros que deben empezar por dar ejemplo. Si interesan los derechos de todas. Cansa mucho este juego de ping pong usando a mujeres que están bajo las bombas y con sus familias desmembradas y bajo tierra, en una masacre. Empatía se puede tener toda la del mundo, pero si se habla de ello, al menos, que se haga con criterio y ejemplo.

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