Otras miradas

'Furiosa' y el auge de la extrema derecha

Guillermo Zapata

Escritor y guionista

Fotograma de la película 'Furiosa', de George Miller.
Fotograma de la película 'Furiosa', de George Miller.

Furiosa es la precuela de la obra maestra del cine de acción postapocalíptico Mad Max: Fury Road. En ella nos cuentan la historia del personaje que encarnó Charlize Theron, una guerrera que conduce un camión de guerra a la que le falta un brazo y que busca, casi literalmente, la utopía. Furiosa hace el camino contrario. Va del Edén al infierno cuando un grupo de nómadas del desierto la arrancan de la utopía matriarcal en la que vive.

Furiosa es, además de eso, o a la par que eso, una historia sobre las mutaciones de la extrema derecha internacional. Una preocupación que el propio George Miller ya desarrolló en su anterior (y poco reconocida) Tres mil años esperándote. En Furiosa nos reencontramos con un viejo villano de los tiempo de Fury Road, Inmortan Joe, un cacique local, líder de un mito fanatizado de jóvenes enfermizos con intensa pulsión de muerte y amor por los vehículos. Además, la película nos presente un nuevo personaje. El auténtico antagonista de Furiosa, interpretado por Chris Hemsworth y de nombre Dementus. Dementus es una evolución del personaje de Inmortan. A pesar de que estamos ante una precuela, el nuevo personaje parece hablarnos desde un futuro. Donde Inmortan es un fiero cacique local obsesionado por tener descendencia y que guarda una fortaleza con recursos básicos (fundamentalmente agua), Dementus es un nómada, es alguien que no tiene anclaje fijo, que se mueve por el desierto generando caos por dónde pasa y, sobre todo, mintiendo. Es el gran mentiroso. El que sistemáticamente engaña a propios y extraños, traiciona y manda a la muerte a sus propios hombres, a los que sacrifica sin pudor. Es aquel cuyos pactos no son fiables y con quien toda alianza será temporal.

Donde Inmortan es terrorífico, Dementus es carismático. Donde Inmortan es una masculinidad deprimida, Dementus es sexy. Donde Inmortan es la vieja extrema derecha, Dementus es un Trump, o un Milei. Donde Inmortan gobierna, Dementus sólo corroe, destruye, degrada. En la película llega a explicar que lo hace no con un objetivo, sino porque no siente nada. Por la emoción. Por la dopamina. Por la adicción a un tipo de atención muy particular. ¿Les va sonando?

En España hemos tenido en las últimas elecciones europeas una suerte de Dementus doméstico de baja intensidad en la candidatura Se Acabó la Fiesta del exasesor de comunicación de UpyD y Ciudadanos, Alvise Pérez. Se Acabó la Fiesta es una mutación. Una suerte de tumor que le ha salido al bloque de las derechas, que igual que Dementus le propone a Inmortan, le ofrece estabilidad y victorias (sin Alvise, el bloque de las derechas no habría empatado en las europeas, habría perdido), pero recoge corrosión. Es la expresión afirmativa de un fenómeno larvado por esas propias derechas y que ahora tendrían que dedicar esfuerzos a neutralizar, corregir -o muy probablemente, acoger en su seno-. Es lo que sucede cuando te tiras meses diciendo que has ganado las elecciones, pero no gobiernas. Es el fruto de la derrota de una estrategia.


Resulta incluso un poco divertido leer las noticias que dicen que Feijóo está precupado porque no entiende cómo un tío "con un teléfono móvil" puede levantar 800.000 votos y llama al PP a mejorar su estrategia de redes. El señor Feijóo debería saber que la estrategia de redes del PP es Alvise Pérez. Que la red de micromedios (y no tan micro) dedicada a soltar bulos y a acosar rivales políticos se sostiene fundamentalmente con dinero público que viene de las administraciones dónde gobierna. Debería saber que Alvise no es un tío con un teléfono, es una ecosistema tóxico creado exprofeso y que ahora se ha emancipado, un poco como cuando Ultron en Los Vengadores, o Skynet en Terminator, toman conciencia de si mismos. Alvise no es más que el detritus digital de la estrategia del Partido Popular y Vox.

Pero no sólo. También es un mecanismo (como lo fue Vox antes) de estabilización del PSOE. No es la primera vez que el PSOE hace más y más famoso un fenómeno relativamente poco fuerte que crece por ser el que golpea al PSOE. Lo hizo contra Vox en 2019 y lo está volviendo a hacer ahora. En el juego izquierda-derecha es una maniobra que le va bien, ahí están sus niveles de resistencia electoral, pero a nivel social es peligrosísimo para quien es más vulnerable. También hay una relación entre dedicar más esfuerzos a inflar estos fenómenos que a analizarlos.

Con todo, Se Acabó la Fiesta es una mutación que no es sólo descomposición. No es un "Vox 2.0" igual que Dementus no es Inmortan. Sus contornos tienen más que ver con la toxicidad machista de Llados y la utopía neoliberal de las criptomonedas, dos ilusiones terribles y contradictorias, la del mundo sin cuerpo, sin límites, puro mercado y la del mundo que sólo es cuerpo moldeado, espartano, que con el tradicionalismo falangista voxero.

Para entender sus contornos emocionales conviene fijarse en la fiesta de celebración de los resultados electorales y mirar a uno de los acompañantes: el pequeño Nicolás. Y conviene ver el documental sobre el pequeño Nicolás que estrenó Netflix hace algunas semanas. Lejos de acabarse la fiesta, es justo la expresión política de esas fiestas en las que el pequeño Nicolás juntaba jóvenes de derechas, políticos y empresarios en un piso de lujo en El Viso.

Porque todo lo que nos dice hoy la llegada de Alvise, tiene poco que ver con los jóvenes, que con mucho más plurales y heterogéneos, y bastante que ver con el mundo que han (hemos) creado sus padres. Los que estaban de fiesta, precisamente, mientras una generación entera acampaba en las plazas de toda España, paraba desahucios y defendía los servicios públicos.

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