Otras miradas

La mala educación en Madrid

María Pastor y Pablo Padilla

Diputados de Más Madrid en la Asamblea de Madrid

Isabel Díaz Ayuso y Emilio Viciana Duro. / A. Pérez Meca (EP)

Isabel Díaz Ayuso y Emilio Viciana Duro. / A. Pérez Meca (EP)Si alguien habla de mala educación en Madrid, a cualquier persona le viene a la cabeza Díaz Ayuso y sus insultos, sus faltas de respeto y sus desprecios a quienes lo pasan mal. Pero la mala educación en Madrid tiene otro nombre, menos conocido, pero del que vamos a oír mucho hablar. Es Emilio Viciana.

El consejero de Ayuso tiene la educación madrileña hecha unos zorros. Da igual dónde mires: educación infantil, primaria y secundaria, educación especial, universidades, formación profesional... Está todo al límite, y si no estalla y se derrumba, es por el tesón, el aguante y la vocación de los docentes y las familias que lo sostienen a pulso. Ya lo dijimos hace unas semanas en el pleno de la Asamblea de Madrid: la vocación no lo puede todo.

No lo puede todo cuando eres educadora de una escuela infantil pública y llevas más de 70 días sin cobrar porque la empresa pirata a la que la Comunidad de Madrid ha dado la gestión no te paga. Una situación insoportable para las trabajadoras y también para las familias que ven cómo quienes cuidan de sus hijos no tienen ni para pagar el alquiler y cómo no hay dinero ni para comprar tenedores o pintar una pared ¿Y qué hace el Gobierno de Ayuso ante este modelo? Nada. O mejor dicho, ahondar en la precarización de los ciudadanos, privatizando otras cinco escuelas infantiles que deben abrirse el curso que viene. 

Si seguimos subiendo en los niveles educativos, la cosa no mejora. En los colegios e institutos madrileños las aulas se convierten en saunas como cada verano y la Consejería de Viciana responde con masificación —manteniendo unas ratios contrarias a cualquier criterio educativo y de convivencia— y barracones, especialmente en el sur de Madrid. Estas medidas no sólo afectan al proceso educativo formal, sino que atentan directamente contra el desarrollo social y personal de los alumnos y alumnas y supone un machaque permanente para los docentes.

Y en el ámbito universitario el despropósito continúa. La Comunidad de Madrid mantiene la infrafinanciación de las universidades públicas madrileñas, dejándoles a deber 120 millones anuales, y aumentando la precarización de los docentes universitarios mientras que fomenta y facilita la llegada de chiringuitos en forma de universidad privada que no cumplen los más mínimos estándares de calidad académica.

Al frente de este maltrato a la educación pública se encuentra Emilio Viciana. La chapuza de las becas comedor, las infames becas cayetanas, los centros educativos a más de 30 grados, los miles de alumnos de FP sin prácticas, los impagos a las trabajadoras de escuelas infantiles públicas, las derivaciones masivas a educación especial o los 80 niños con autismo a los que han mandado a estudiar al CEIP Perú con las obras de la línea 11 en la puerta..., todo esto lleva su nombre. Que Madrid sea la única región de toda España que mantiene los recortes de 2012 y las horas lectivas de hace más de una década también es su responsabilidad.

Sólo su soberbia está a la altura de su incompetencia y día a día demuestra su absoluto desconocimiento de lo que necesita la educación madrileña. Es probable que crea que con sus salidas de tono semanales, sus exabruptos racistas y sus discursos de hace medio siglo será capaz de tapar el caos en el que ha sumido a la educación madrileña, pero se equivoca. Existe un consenso generalizado en que la educación madrileña está en sus horas más bajas desde que tomó el mando.

No todo van a ser críticas. Si algo hay que reconocerle a Emilio Viciana, que ya ostenta el título de peor consejero del Gobierno de Ayuso, es haber puesto de acuerdo a toda la comunidad educativa sobre su gestión. Madrid ha vivido en mayo dos jornadas de huelga y manifestaciones históricas convocadas por todos los sindicatos y la plataforma Menos Lectivas, reflotando las mejores sensaciones que dejó hace más de diez años aquella marea verde que inundó las calles madrileñas en defensa de la educación pública. Este resurgir tiene mucho que ver con la incapacidad del consejero, pero también con el constante, imaginativo y capilarizado trabajo de la comunidad educativa en cada cole e instituto para tejer y construir una comunidad educativa fuerte.

Con este panorama es evidente que Viciana no acabará la legislatura en su puesto. La cuestión es cuánto más será capaz de destruir antes de que su tiempo en el Gobierno de Ayuso se acabe. Y ahí la movilización de la comunidad educativa, la presión ciudadana y el marcaje parlamentario serán claves para acelerar ese proceso.

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