Otras miradas

Javier Milei: un 'liberal' restaurador del absolutismo político  

Ramón Soriano

Catedrático emérito de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla 

El presidente de Argentina, Javier Milei, participa en la conferencia del Conservative Political Action Conference en Brasil.- EFE/ André Borges
El presidente de Argentina, Javier Milei, participa en la conferencia del Conservative Political Action Conference en Brasil.- EFE/ André Borges

Es un contrasentido que un personaje que se autodenomina liberal, si bien liberal libertario, sin embargo se sitúe en los arcanos de la historia, más allá del liberalismo. Milei, presidente argentino desde diciembre de 2023, se autodefine como liberal libertario. Pero realmente no es así. Su filosofía es una miscelánea. Todo reducido a eslóganes hiperbólicos desprovistos de fundamentos. Forma parte de la ultraderecha, pero no profesa algunos de sus postulados habituales como el rechazo de la inmigración o la defensa del nacionalismo nativista. Se autoproclama liberal, pero es partidario del intervencionismo estatal en cuestiones sociales (prohibición del aborto, de la educación sexual, etc.).   

Milei expresa con firmeza que él es un discípulo de la escuela austriaca de economía. Relata cómo fue para él una revelación cuando leyó un artículo de unos de los integrantes de la escuela austriaca, Murray Rothbard, fundador del partido libertario en Estados Unidos, que le hizo abandonar su concepto neoclásico de la economía. Se adhiere con fervor a la escuela austriaca de economía, pero esta escuela no ofrece nada nuevo. Comparte principios económicos, jurídicos y políticos semejantes al movimiento "Análisis económico del Derecho", con dos versiones: la radical de la escuela de Chicago, representada por Robert Posner, y la moderada de la escuela de Yale, representada por Guido Calabresi. Y en último lugar comparte la filosofía de Robert Nozick, que colocó los elementos básicos del libertarismo: libre mercado no intervenido, prioridad de la libertad de la propiedad, Estado mínimo como agencia de seguridad jurídica carente de prestaciones sociales.  

El problema de Milei es que lleva a los extremos los principios de las citadas escuelas, desvirtuándolos y suprimiendo su escasa racionalidad. Escuelas cuyos principios no han tenido éxito, sobre todo su máxima de que el libre mercado no intervenido ofrece por sí mismo un mayor beneficio que el Estado social y sus prestaciones. Esto es, Milei reivindica una filosofía económica que ha fracasado, como están fracasando en Argentina sus recetas económicas libertarias, aumentando progresivamente los índices de pobreza de la población argentina. 

Defiendo en este artículo que Milei representa la vuelta a una época pre-liberal y antidemocrática en filosofía político-jurídica. Voy a entresacar algunos párrafos de Miley y a comentarlos ubicándolos en la historia. 


La reducción del Estado enemigo: la proclama de un Estado mínimo

Milei afirma: "Hoy comienza el fin de la decadencia argentina. Se termina el modelo empobrecedor del Estado omnipresente". "Considero al Estado como un enemigo". "Me adhiero al principio libertario del Estado mínimo" 

Lleva su concepto del Estado a una amplia programación reduccionista: abolición del Banco Central, de los impuestos, recorte del gasto público, privatización de las empresas públicas, de los medios de comunicación públicos, supresión de las indemnizaciones por despidos, de subvenciones... 

Milei rompe el progreso evolutivo del Estado, que pasa de Estado liberal de Derecho en las declaraciones de derechos y constituciones de las colonias inglesas convertidas en Estados liberales independientes y en Francia en la segunda mitad del siglo XVIII a Estado social y democrático de Derecho en las constituciones de Europa occidental de la segunda mitad del siglo XX. El Estado es el instrumento para un proceso de conquista de los derechos de la persona, que en las primeras constituciones señaladas del siglo XVIII son las libertades individuales y en las segundas constituciones del siglo XX son además de las libertades los derechos sociales.  


La idea de un Estado mínimo es propia de una etapa pre-liberal de la historia, cuando aun no había surgido el Estado de Derecho y el inicial liberalismo. En esta etapa el Estado apenas tenía densidad, porque le faltaba el reconocimiento de las libertades individuales y de los derechos sociales. Las primeras exigían la abstención de los poderes públicos y las condiciones arbitradas por el Estado para su disfrute. Los segundos reclamaban una actitud positiva del Estado y sus recursos, un Estado prestacionista, y por consiguiente un Estado grueso. El Estado mínimo era el modelo estatal propio de un Estado absoluto, con concentración de todos los poderes en mano del monarca irresponsable (solo respondía ante Dios o la historia), en el que los súbditos -que no ciudadanos- carecían de derechos y de recursos estatales, abandonados a su suerte y desprotegidos en el marco de una sociedad estamental. Un Estado pre-liberal ciertamente mínimo.  

Milei lleva al extremo irracional y antihistórico su concepción del Estado como enemigo al que hay que destruir, aplicándole la motosierra para convertirle en un Estado mínimo. Sus correligionarios libertaristas siempre reservaron al Estado una doble función: como Estado-vigilante, instrumento de seguridad de los derechos de las personas, y como medio de reajuste de los problemas, que pudiera ocasionar el mercado en su evolución.  Mercado que según Milei nunca tiene fallos.  

El individuo y su libre voluntad, centro de la política  

El individuo -asegura Milei- no puede ser interferido en su voluntad y actuaciones, relacionándose con otros individuos mediante el consenso. "Nada debe molestar al libre tráfico de voluntades de los individuos". "El mercado es un proceso de colaboración social donde se intercambian voluntariamente derechos de propiedad" "Los fallos del mercado no existen". En pocas palabras, para el presidente argentino, el individuo es soberano.  


La soberanía de la persona pretendido por Milei interrumpe el progreso histórico de la soberanía, que de estar concentrada en la libérrima voluntad del monarca absoluto pasó a recibir una transformación y convertirse desde la etapa liberal en soberanía nacional o soberanía del pueblo, al principio soberanía compartida con el monarca y posteriormente soberanía plena del pueblo, que ya en las constituciones posteriores a la segunda guerra mundial es la fuente de la que emanan los poderes estatales.  

La defensa de la soberanía individual es claramente retrógrada y anterior al liberalismo. Supone una vuelta atrás, pasando por encima del liberalismo dieciochesco, recuperando la idea de una soberanía unipersonal. Antes era el monarca absoluto; ahora es la persona soberana.  

El socialismo: el maligno 

Milei asegura: "No dejemos que el lado oscuro, negro, satánico, atroz, cancerígeno, que es el socialismo, nos gane". "El socialismo esconde lo peor del ser humano: la envidia, el odio, el resentimiento, el trato desigual frente a la ley y si es necesario el asesinato". "Asesinó a 150 millones de seres humanos". "Las élites globales no se dan cuenta de lo destructivo que puede llegar a ser implementar las ideas del socialismo". "No saben qué niveles de abuso puede llegar a generar, aun cuando tengas a la mujer corrupta y se tome cinco días para pensarlo" (alusión al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez).


Tres apuntes históricos que muestran cómo el análisis del presidente argentino falta a la verdad:  

A) Milei mete en el mismo saco las muchas y plurales modalidades históricas del socialismo. Como buen ultraderechista, sabe simplificar. Como el régimen franquista, que consideraba "rojo" a cualquiera que no asumiera su ideología. A mitad del siglo XIX ya tenemos formulados los dos tipos de socialismo, que van a extender su influencia hasta nuestros días. El socialismo moderado y estatalista de Blanc y el socialismo radical y antiestatalista de Marx. El primero quiere apoderarse del Estado para desde sus instituciones hacer la revolución socialista. El segundo pretende suprimir el Estado para crear desde sus cenizas la nueva sociedad socialista. Persiguen el mismo fin con distintos medios. 

B) Ambas versiones del socialismo, después transformadas ya en el siglo XX en la socialdemocracia y el comunismo, han ayudado a combatir la pobreza y a redimir a los trabajadores de sus inhumanas condiciones de trabajo. Los eslóganes de Milei sobre el socialismo, además de ser tremendamente reduccionistas, son falsos. 


C) Milei comete constantemente la infracción de una regla lógica: elevar casos particulares al valor de la generalidad: como esto es así aquí y allí, entonces siempre es así. Este error de lógica elemental es trasladado a cualquier tema que trata: jurídico, político, social, económico. Selecciona lo que le interesa, olvida el resto, y lo eleva a tesis general. Cuando pone ejemplos históricos de lo maligno que es el socialismo lo reduce a las manifestaciones históricas que le interesa: la China de Mao y la Rusia de la URSS, es decir, las versiones comunistas extremas, dejando fuera las numerosas manifestaciones históricas de la socialdemocracia, que corren parejas a las manifestaciones históricas comunistas. 

La libertad de la propiedad y la justicia social injusta 

Dice Milei: "La libertad es el único camino posible a la prosperidad". "La justicia social no solo no es justa sino que tampoco aporta al bienestar general. Es injusta porque el Estado se financia a través de los impuestos y los impuestos se cobran de manera coactiva". La propiedad es sagrada y no puede ser limitada por el Estado. Los impuestos -reitera Milei- "son un robo" 

Considera Milei la libertad como libertad de la propiedad de cada uno en un libre mercado no intervenido. Ningún análisis sobre los fundamentos de los títulos de propiedad y los efectos de la propiedad en la sociedad. La persona es autopropietaria, propietaria de sí misma, y propietaria de bienes incontestables e intocables. Reduce la gama amplia de las libertades individuales a una: la libertad de la propiedad privada. Y lo ejecuta en la práctica prohibiendo y reprimiendo duramente las manifestaciones públicas críticas con su Gobierno defendiendo un Estado social, suprimiendo los comedores para atender a las personas vulnerables, permitiendo que toneladas de alimentos destinados a estos comedores se pudran en almacenes, enalteciendo a los  propietarios y empresarios, a los que adjetiva como "los verdaderos héroes", que son los únicos -dice- que colaboran al bienestar social.   

Ya el Estado liberal de Derecho conquistó una amplia lista de libertades, en la que la libertad de la propiedad era una más: libertad de pensamiento, de creencias, religiosa, política, económica, de reunión y manifestación, de circulación, de petición, sindical... Libertades todas ellas reconocidas en el mismo nivel jurídico e igualmente protegidas por el Estado. Libertades que van enriqueciéndose progresivamente con el aumento de sus titulares y los contenidos protegidos.  

Milei vuelve otra vez atrás rebasando los inicios del liberalismo y colocándose en el espacio anterior al siglo XVIII, en el que la propiedad privada era casi la única libertad protegida por el Estado absoluto. 

Conclusión 

Milei tiene una falsa idea de su identidad. No es en absoluto un liberal, sino un restaurador del absolutismo político, esquilmador de las libertades individuales, depredador de las instituciones y recursos públicos, que promocionaban el bienestar de la ciudadanía argentina, especialmente de los colectivos más vulnerables y precarios. En pocas palabras, es el restaurador del absolutismo político en su país, saltando hacia atrás por encima de varios siglos de la historia argentina. 

 

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