Otras miradas

Lamine Yamal y la España que rebuzna

RAFAEL CABANILLAS SALDAÑA 

Escritor. Autor de 'Querqus', 'Enjambre' y 'Valhondo'.

Lionel Messi bañando a Lamine Yamal de bebé para un calendario benéfico.- Diario 'Sport'.
Lionel Messi bañando a Lamine Yamal de bebé para un calendario benéfico.- Diario Sport.

Si escribo este artículo es gracias a los comensales, unas diez personas de mediana edad, hombres y mujeres, del restaurante situado en la misma arena de la playa y abierto al mar. Un mar verde esmeralda. Tan abierto, que cuando sube la marea las olas casi salpican las mesas. Un restaurante fino, de postín. La pizarra que se expone a la entrada, similar al "Reservado el derecho de admisión", hace la selección directa y natural de los clientes: Pargo 70 euros/kg, lubina 75, pez limón 68. 

Yo escucho su conversación desde la arena, pues el tono va subiendo entre tantos peces y cervezas. Mucho más cuando llegan a las copas y a los puros, cuyas voces y humos se expanden por la playa, como si fueran los propietarios de la arena y del agua. España es suya. Que para eso pagan. 

De pronto, repiquetea gangosa y trastabillante la sirena del puesto de socorristas de Cruz Roja y, al instante, ya con el sonido limpio, el altavoz nos habla:

-¡Atención, atención! Se ha perdido un niño de cinco años. Moreno, con el pelo rizado y ojos marrones. 1,20 m. de estatura. Viste un bañador de tono anaranjado y unas chanclas azules. Su nombre es Omar. Por favor, si alguien lo ha visto, que acuda urgentemente a este puesto de Cruz Roja. Repito: es muy urgente. 


En ese momento, justo cuando finaliza la llamada angustiosa de los socorristas, se levanta el del puro, con su oronda barriga, tan redonda como la copa de balón cargada de whisky con hielo de su mano derecha en la que luce la bandera de España, mientras con la izquierda se rasca los genitales, y suelta a sus amigotes:

-¡Pues cuando lo encuentren, que se lo lleven directamente al cuartelillo! O, para ser más rápidos y efectivos, que lo deporten a Marruecos de una patada en el culo-, provocando las risas escandalosas de sus colegas. Muchas risas. Carcajadas. Obscenas.

Por lo que he pensado: si llegan a oírle los atormentados padres de Omar... lo degüellan. Al tiempo que recordaba también las palabras de Federico García Lorca, pronunciadas dos meses antes de ser asesinado por algún antepasado de este cafre: "El chino (marroquí, en este caso) bueno, está más cerca de mí que el español malo." Porque ¿qué tengo yo que ver con esa  gente abominable? ¡Nada! Nada en absoluto, ni bandera, ni himno, ni patria, ni sangre. 


A la noche, España juega la semifinal de la Eurocopa contra la Francia de Mbappé. De los 11 jugadores sobre el terreno, 8 son negros de origen africano. Un orgullo para la afición francesa, que, en este caso al menos, no cuestiona ni origen ni color de piel. Son los jugadores de su selección, la selección de Francia. Sus jugadores. Futbolistas valientes y comprometidos, pues ante el peligro de que ganara la ultraderecha xenófoba de Marine Le Pen, pidieron expresamente que no se les votara. Y lo consiguieron, a pesar del riesgo de su exposición mediática. De ahí la necesidad de pronunciarse y  no mirar para otro lado, como suele hacer la mayoría. Igualito que los futbolistas españoles, que dicen que los deportistas no deben hablar de política. Ni de política, ni de lo suyo, pues cuando lo de Rubiales y el beso a Jenni Hermoso, tampoco se pronunciaron ni se solidarizaron con su compañera. ¡Son tan hombres, tan machotes! Alguno, incluso, tan macho, que se atreve a faltar al respeto al presidente del gobierno elegido democráticamente, insultando con su gesto de maleducado a la institución que nos representa y, por ende, a todos los españoles. Te guste más o te guste menos. 

La gran sorpresa de la Eurocopa que ha ganado merecidamente España ha sido el deslumbrante juego de Nico Williams y de Lamine Yamal, que ha dejado boquiabiertos a millones de seguidores del planeta. Y, sin lugar a dudas, el gran revulsivo para la selección española. El éxito, por supuesto compartido, un éxito de equipo, tiene nombres y apellidos. En la semifinal contra Francia, Yamal fue elegido el mejor jugador del partido; mientras que en la final, el elegido fue Williams.   

Los padres de Nico salieron de Ghana, atravesaron el Sahel a punto de morir (cosa que creo, pues conozco bien ese Sahel de infierno), saltaron la valla de Melilla y, gracias al permiso de asilo del gobierno y a la ayuda de Cáritas, consiguieron no ser deportados instalándose en el País Vasco. Su hermano Iñaki decidió jugar con la selección de Ghana, mientras Nico optó por la española. Ambos juegan en el Athletic Club de Bilbao, equipo en el que, como bien se sabe, los jugadores "han nacido, se han formado en la propia cantera o en otras de Euskal Herria". Más claro... agua. Nico metió el primer gol que dio el triunfo a España en la final, tras pase de Lamine. El segundo fue obra de otro vasco: Mikel Oyarzabal. ¿Te estás enterando? 


Mayor admiración, si cabe, suscita el citado Lamine Yamal, hijo de marroquí y ecuatoguineana, por sus 16 años. Un muchacho que estudia como puede, con buenas notas, 4º de la ESO. Por cierto, según las entrevistas de la TVE la noche de la final, se expresa bastante mejor que la infanta Sofía, a pesar de tenerla, pagado por los españoles, estudiando en Gales en uno de los colegios más caros del continente. En vez de en España, desacreditando y agraviando a todos los profesores y centros educativos españoles. ¡Otros patriotas! 

Lamine cumplió los 17 la víspera de la final. Rompiendo todos los récords futbolísticos, incluso los de Pelé. La foto, fruto del azar, para un calendario solidario que circula por los medios con Messi bañándole en un barreño, es absolutamente premonitoria: el mejor jugador del mundo - acaba de ganar la Copa América -, bañando al bebé que puede llegar a ser el mejor jugador del mundo.  

Ver a ese chavalillo tan noble, del barrio más pobre de Mataró, al que no olvida y homenajea haciendo con sus manos el número 304 por su código postal,  meter ese gol tan espectacular contra Francia, a todos nos ha encantado y enternecido. A todos... menos a los de la España que rebuzna. Que rebuzna y que, como diría Machado, te hiela el corazón. Como ese gordo del puro. La España que nos envilece. Mira que les gusta el fútbol y el éxito de la selección española, pues, para ellos, representa y simboliza el non plus ultra de la patria, de la bandera y de su pulserita, pero... les gustaría que no hubiera negros de origen africano. Llegando a decir, incluso, que Nico Williams y Lamine Yamal no son españoles. O que no deberían dejarles jugar porque ganar así no tiene mérito. La España que rebuzna y vocifera, la España de energúmenos a los que les puede más el racismo que los éxitos de la selección española. ¿Pero, de qué pasta están hechos estos individuos? 


Lo de la edad de Lamine Yamal viene a cuento por la ruptura del pacto entre VOX y PP por los Menores Extranjeros No Acompañados (me niego a nombrarles por el acrónimo) y su reparto por las distintas Comunidades Autónomas. Odian a los inmigrantes. Un odio y un miedo cerval. Pero si son menores, niños o adolescentes, les odian mucho más. Un odio de bilis. La que vomitan con sus noticias falsas, manipuladas, amplificadas a destajo, acusando a los menores de todos los delitos que se cometen en "su" madre patria. Es el tema estrella de VOX: los menores extranjeros.   

Porque es absolutamente asombroso, aunque delata la monstruosidad y toxicidad de esta gente, que lo que rompa el pacto sea el dar o no dar respuesta a unos niños. ¿España pudo acoger en unos meses a casi 200.000 refugiados ucranianos y no puede repartir a 3.000 chavales en sus Comunidades Autónomas? ¡Venga ya! Y el PP, al que también se le ve el plumero  -¿acaso no es VOX una escisión del PP y no dudaron en meterlos como hermanos en los gobiernos e instituciones?-, en un acto de heroicidad, dice que acepta solo 400. Y VOX, haciéndose hipócritamente el ofendido en su actuación teatral, rompe el acuerdo. 

Aunque Abascal ya venía madurando la ruptura, que es estratégica y electoralista (su alineación con el grupo de Orbán "Patriotas por Europa", la posible victoria de Trump, etc.), pues porque tu comunidad autónoma reciba a 35 menores no se rompe ningún pacto, la decisión final ha tenido varios detonantes. Que el incalificable Alvise les robara 800.000 votos, amenazando con deportaciones masivas y trabajos forzados para inmigrantes, y escuchar a Tellado, el portavoz del PP en el Congreso, exigiendo al gobierno el "despliegue" de  la armada para detener los cayucos. No sabemos si a cañonazos o cazándoles con redes como hicimos los colonizadores europeos en África con sus antepasados. 

Una lucha, sin escrúpulos y que da pánico (por eso los ciudadanos debemos reaccionar ya para evitarlo), para demostrar quién es más bestia y quién la tiene más larga: ¿Alvise, Tellado o los de VOX? Me refiero a la vara de medir la infamia. La vara más larga para soltar el rebuzno más salvaje y cerril.    

Lamine Yamal bien podía ser uno de ellos. Uno de esos menores que han sufrido lo indecible, pues  el sufrimiento va cosido a sus talones y el dolor les partió el alma antes de tiempo. Por eso me emociona ver a tantos jóvenes, a tantos niños, vestir la camiseta con el nombre de este jugador: 19. LAMINE YAMAL. La camiseta preferida por los aficionados. Mientras esa execrable, enferma y deshumanizada extrema derecha, sufre con la victoria. Les gustaría gozar, como hace la inmensa mayoría de los españoles, pero les pierde el odio y las tripas.  El veneno emponzoñado en su mente y en sus vísceras. 

No soy muy futbolero, pero cuando metió ese golazo, igual que los de Nico, y un vecino gritó desde el balcón a pleno pulmón: -¡Vivan los jugadores españoles negros!– a mí se me saltaron las lágrimas como si me estuvieran estrujando el corazón. 

Un grito histórico, porque Lamine Yamal, a sus 16 años, les ha metido un golazo por toda la escuadra poniendo sus miserias patas arriba. Dejándoles desnudos ante su negrura y su ideología miserable y cavernaria. Un golazo al racismo y a la xenofobia como nadie lo había hecho en la historia de este país. Con Lamine Yamal, España hoy es mucho mejor. Más rica, más diversa, más solidaria, más humana, más justa, más multicultural y, como les preocupa tanto la economía, más productiva. Una España mucho mejor. 

Y si, puestos a deportar, a los españoles nos obligaran a elegir, ¿con quién te quedarías? ¿Con Gabriel Le Senne -del que nadie sabe por qué no ha dimitido con la ruptura-, presidente del Parlament balear de VOX, que en plena sesión, igual que una fiera, arranca de las manos y raja con sus uñas una fotografía de una sindicalista fusilada en la guerra o con Lamine Yamal? 

 ¿Con la presidenta de las Corts Valencianes, la impresentable Llanos Massó (VOX) que viaja en coche oficial a actos del partido y que tampoco ha dimitido, que llama públicamente "imbéciles" a los futbolistas franceses por alegrarse de la derrota de Marine Le Pen o con Lamine Yamal?  

¿Con el exvicepresidente sin funciones de Castilla León (VOX), Juan García-Gallardo – que sí ha dimitido, pero no le importa, pues antes ganaba 80.000 euros y ahora de portavoz de la oposición ganará 102.000 -, que dice el muy inculto que "en Castilla y León no queremos ser Francia" o con Lamine Yamal? 

Y por resumir y no andarnos por las ramas: ¿Te quedas con Lamine Yamal o con Santiago Abascal?  

Yo, sin dudarlo un segundo, me quedo con Lamine Yamal. Lo prefiero. Prefiero españoles como él. Porque nos hace mejores. Ya lo dijo Lorca. Pues un solo Lamine Yamal vale más que cien mil Abascal. 

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