Otras miradas

Lo único que tenemos es tiempo

Guillermo Zapata

Escritor y guionista

Tiempo.
Tiempo.

El último disco de la banda madrileña Biznaga se llama Ahora. En su primer single, llamado El Entusiasmo, dicen "Cuando el desencanto es tradición, el entusiasmo es una disidencia".

Uno de los ensayos más celebrados de Remedios Zafra se llama, precisamente, El entusiasmo, y lejos de señalarlo como una disidencia, expone cómo el capitalismo contemporáneo explota ese exceso voluntario, ese deseo creativo, y lo convierte en alienación y cansancio. En la misma canción, Biznaga dice: "Tantos deseos, tantas promesas, un tiempo nuevo que nunca llega, vamos afuera a hacer que suceda. Si hay que morir es de vivir". Donde el entusiasmo es vida, su conversión en mercancía, es muerte en vida, dolor de espalda, jaquecas, ansiedad. Como decía La Polla Records: "No disfrutamos en el paro, ni disfrutamos trabajando"; una canción más antigua, pero sin duda igual de precisa.

El último libro de Remedios Zafra se llama El informe y parte de un hecho cotidiano. Se le ha roto el ordenador y tiene que solicitar a la universidad en la que desarrolla su actividad y sus investigaciones uno nuevo para seguir trabajando. Los mecanismos burocráticos de la universidad le obligan a justificar a través de un informe por qué necesita el ordenador, y ese es el contenido y la reflexión del ensayo, que habla, fundamentalmente, de tiempo y burocracia, de tiempo vivo y tiempo muerto. De tiempo como vida y tiempo inútil y alienado.

El libro más importante que tiene que leer cualquier político o cualquiera que se preocupe por las políticas públicas es un ensayo cortito que escribió Sara Mesa y se llama Silencio administrativo. Explica perfectamente cómo los mecanismos burocráticos de los sistemas de ayudas a las personas pobres sirven para evitar que las personas pobres soliciten o reciban las ayudas.


Si la vida bajo el trabajo alienante que explota el entusiasmo es angustiosa, la vida resolviendo papeles para conseguir una Renta Mínima de Inserción o el Ingreso Mínimo Vital no quiero imaginar cómo es. Quienes defienden que los sistemas de protección social deben ser condicionados "para que los ricos no reciban ayudas" suelen olvidar que los mecanismos para distinguir quién es pobre y quién no también están diseñados políticamente para expulsar a las y los pobres. La burocracia no es una casualidad, sino un diseño político basado en la sospecha permanente contra quienes menos tienen.

Todos esos procesos burocráticos son tiempo. Todo esa explotación del entusiasmo destruye el tiempo. No es sólo que nos deje sin tiempo, sino que convierte el tiempo que nos deja en un tiempo de mala calidad, un tiempo para recuperar los restos de lo que se nos quedó a medias, un tiempo para reconectar el cerebro y poder atender de nuevo cada noche una serie sin saber muy bien que estamos viendo, sin poder recordar al día siguiente qué pasaba exactamente, como esos primeros días de vacaciones en los que todavía no estás exactamente en el lugar de vacaciones, sino en algún lugar intermedio. Entre aquí y allí.

El asunto es que la vida no es más que tiempo. Toda la potencia de una vida, toda su belleza, es el tiempo que tenemos y en qué lo usamos. El movimiento obrero lo tuvo claro siempre, el movimiento feminista lo pone encima de la mesa cada día y el movimiento ecologista con cada vez más intensidad. Trabajar menos para ganar tiempo, repartir el trabajo reproductivo para igualar el tiempo, ganar tiempo para desacelerar la vida que destroza los límites del planeta.

No es casual que los nuevos profetas del apocalipsis, muchos de ellos encuadrados en las filas de las nuevas derechas, se llamen a sí mismos "aceleracionistas". ¿No es cuando aceleramos cuando mejor nos ajustamos a la forma en la que producimos? ¿No es "acelerar" la imagen que mejor se ajusta a lo que se nos pide cada día y lo que destruye nuestra vida cotidiana?

Por eso, reducir la jornada laboral, defender ayudas universales y la renta básica universal es la forma concreta de las medidas mínimas de algo parecido al Estado del Bienestar en el siglo XXI. Sólo el derecho a la vivienda está a la altura de estas tres medidas. Ese es, o debe ser, el proyecto que nos permite vivir y sólo desde ahí podemos defender la vida. Si hay que morir, que sea de vivir.

El segundo single de Ahora se llama Imaginación Política. El estribillo repite: "¿Te imaginas que fuera posible otra vida? ¿Que hubiera alternativa a esta deriva?".

Al final de la manifestación del 15 de mayo de 2011 alguien escribió un grafiti en una de las paredes cercanas a Sol: "No quiero un Iphone nuevo, quiero una vida nueva".

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