Otras miradas

El feminismo no impone, ofrece

Ana Bernal-Triviño

Periodista y profesora en la Universidad Oberta de Catalunya

Pancartas durante una concentración en protesta por una agresión sexual cometida el pasado 8M.- José Sánchez / Europa Press
Pancartas durante una concentración en protesta por una agresión sexual cometida el pasado 8M.- José Sánchez / Europa Press

A raíz de la semana pasada sobre el tratamiento de la prensa del caso Roro y de las tradwives, una frase resumía todo el absurdo de las acusaciones de que el feminismo quita la libertad de elegir a las mujeres. Aquella frase fue "el feminismo no impone, ofrece". Rápidamente, los machistas que salieron a comentar el artículo empezaron a negar la mayor y a comentar que eso no es cierto, que el feminismo impone, y mucho. Bien, vamos a hacer un repasito para ver qué impone. 

El feminismo consiguió el derecho de las mujeres a la educación, equiparándose con el tiempo al derecho de la educación obligatoria para hombres y mujeres sin excepción. A pesar del logro, durante décadas las mujeres tuvieron un acceso más complicado, haciendo que muchas no fueran enviadas a estudiar con preferencia de los varones de la casa. Y aún hoy ni siquiera en todo el mundo ese derecho no está garantizado. Aún así, la que no quiera estudiar porque adore estar en la casa, puede hacerlo, nadie impone que se estudie más allá de la educación básica, ni para hombres ni para mujeres.

El feminismo no impuso sino que ofreció el derecho al voto de las mujeres. A pesar de que algunas no lo ejercieran, otras muchas accedieron a una oportunidad negada durante siglos y décadas solo por ser mujeres. A pesar de ello, quedan países donde aún ellas tienen prohibido votar y donde fuerzas ultras en Estados Unidos ya cuestionan públicamente el derecho al voto de las mujeres como un estorbo.

El feminismo no impone sino que ofrece la opción de que las mujeres no tengan solo una vida destinada al hogar, sino que puedan trabajar, cotizar y ser independientes económicamente. Uno de los componentes fundamentales para que la mujer pueda huir, por ejemplo en caso de que se dé, de una relación de malos tratos. Las que quieran seguir en el hogar, pueden hacerlo asumiendo las consecuencias que de ello se derivan. 


El feminismo no impuso el divorcio, peleó por él como una opción más para hombres y mujeres, para que el matrimonio no fuera ni forzoso, ni una cadena ni una esclavitud. Aún más necesario cuando había relaciones de malos tratos que podían acabar en lo que por entonces llamaban "crímenes pasionales" y cuando la mujer huía era acusada de abandono de hogar y enfrentaba una pérdida de derechos, entre ellos perder la custodia de sus hijos o hijas.

El feminismo no impone abortar, ofrece la opción a la que lo necesite por sus circunstancias personales, siendo debidamente informada antes del proceso. Y peleó por él porque al final era un asunto de clase. Por muchos principios religiosos o morales, las ricas eran llevadas al extranjero para votar mientras las pobres morían por intentarlo. Las cifras demuestran que aprobar el aborto no provocó una ola masiva de estos. De la misma manera que el feminismo no impone acogerse a una baja laboral por la regla, como vendieron hace poco algunos, sino que sirve solo a  aquellas que lo requieran y tras consideración médica. 

El feminismo no impone un modelo puritano de vida, ni persigue estar en Only fans o a quien vea pornografía. Solo advierte de la industria que hay detrás, porque no todo es lujo ni perfecto ni derechos. Y advierte de las consecuencias. El feminismo, junto con Fiscalía y organizaciones de derechos humanos, solo ha reflexionado y propuesto medidas para una infancia que consume porno con ocho años y que no está preparada para ello. Y ha denunciado situaciones de explotación y violencia dentro del sistema pornográfico. 


El feminismo no impone sino que ofrece la opción de que las mujeres más pobres no tengan que acudir sí o sí a la prostitución como medio de subsistencia. Una ley abolicionista no persigue a ellas, como sí haría una ley prohibicionista. El abolicionismo es la puerta de acceso para que las mujeres salgan de un mundo de explotación, crimen y de mayor desigualdad. Y el abolicionismo permite que las mujeres que quieran seguir en ello, puedan. 

Y así podríamos seguir más y más. 

Ah, también estuvieron los que dijeron que el feminismo imponía un modo de vida. A ver, yo suponía que no matarme, no violarme, no agredirme, no maltratarme o no acosarme entra compresiblemente como una imposición no ya del feminismo, sino del propio derecho humano en sí. Por la dignidad, libertad y la vida de las mujeres. También dice que el feminismo impone en sus leyes penas de cárcel a hombres inocentes. Pero se ve que no les molesta tanto penas de cárcel por robos o por accidentes de tráfico. Porque ahí no es el feminismo, es la justicia. Ahí no hablamos de opciones, hablamos de delitos tras un juicio garantista. Tanto que algunos, por falta de pruebas, quedan libres. Es más, el feminismo ni siquiera obliga a hacer cursos de terapia a maltratadores o a agresores, sino que depende de su voluntad. Incluso muchas de las penas quedan suspensas y sustituidas por trabajos en beneficios de la comunidad.

Por lo tanto, el feminismo no impone, ofrece. Ofrece una salida para aquellas mujeres que quieran estudiar, que quieran trabajar, que quieran tener voz y voto, que quieran divorciarse, que quieran abortar, que quieran darse de baja por la regla, que quieran abandonar la explotación sexual o que puedan denunciar si un delito se produce. Nada es obligado. En cambio, el machismo sí que impuso a lo largo de la historia leyes prohibicionistas para las mujeres. Para que no tuvieran educación, no votaran, no trabajaran, no abortaran, no denunciaran... Una política excluyente de la mitad del mundo para garantizar el privilegio de someterlas, a unas en casa y a otras en el puticlub de turno. Esa ha sido la historia y esos han sido los hechos. Y el resto, con todo el ruido que hacen, solo sirven para manipular la historia. Y otras, muchas, solo podemos agradecer la lucha de nuestras precedentes por darnos la libertad de elegir y sobrevivir.

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