Otras miradas

La pornografía es incompatible con la igualdad

Laura Berja

Portavoz del Grupo Socialista en la Comisión de Igualdad. Diputada del PSOE por Jaén

Laura Berja

Nos dice Rosa Cobo que "la pornografía es un lenguaje de poder masculino sobre las mujeres", y no le falta razón. La desigualdad entre mujeres y hombres se sostiene por la perpetuación de las las relaciones de poder y dominación de ellos sobre ellas, vertebradas por sistemas culturales, económicos y políticos de arraigo machista.

Pues bien, la pornografía, y también la prostitución, como lenguajes de poder sobre las mujeres, contribuyen de una manera rotunda a mantener la desigualdad y la violencia contra las mujeres. Como lenguaje al alcance de todos, también de los menores, la pornografía socializa de una manera determinada, fundamentada en la dominación y la posesión de las mujeres, deshumanizándonos y permitiendo que las mujeres seamos consideradas un medio para satisfacer los deseos masculinos.

Durante las comparecencias celebradas en el Congreso con motivo de la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, distintas diputadas asistimos a la ponencia que nos presentó Alejandro Villena Moya, psicólogo y sexólogo clínico y director clínico y de investigación de la Asociación "Dale una Vuelta". En su comparecencia nos presentó entre otros los siguientes datos:

"En España según uno de los estudios más importantes realizados por la Universidad de las Islas Baleares, la edad media para el primer contacto con la pornografía en los menores se encuentra entre los 9-11 años; más del 30% de los adolescentes acceden a la pornografía de forma accidental; en un único portal web pornográfico se reciben 83.116.800 búsquedas diarias; respecto a los contenidos en los últimos años se observan categorías que se consideran comunes como: la porno venganza, violaciones grupales o incestos."

"La pornografía consigue erotizar un modelo en el que la mujer siempre pierde", esta es una de las conclusiones que nos trasladaba este experto. Está claro que la pornografía es incompatible con la idea de igualdad entre mujeres y hombres. Si los y las menores se educan en pornografía, la herencia del machismo y las agresiones sexuales queda garantizada de unas generaciones a otras.

Que entre las categorías ofrecidas por el porno estén, por ejemplo, las violaciones grupales es del todo una aberración. Lo que se promueve con este tipo de contenidos es convertir en atractiva la idea de una violación, es decir, que sea excitante la violencia. Esto permite que después las violaciones o las agresiones sexuales sean interpretadas como menos graves. La cultura de la violación contribuye a naturalizar la violencia contra las mujeres. Sexualizar la violencia contra las mujeres es un gran negocio para una industria poderosa que con ello gana mucho dinero.

Hemos de ofrecer un modelo educativo que garantice una educación sexual igualitaria, respetuosa y que de ninguna manera promueva la violencia machista. La LOMLOE, la nueva ley de educación, así lo contempla. La pornografía no puede de ninguna manera ser una referencia de educación sexual para los chicos y chicas.

Son muchos los retos en relación a este tema, pero creo que uno de ellos es prioritario: es fundamental impulsar medidas para ponerle coto al acceso de los menores a la pornografía y además que ello cuente con un amplio acuerdo político.

Las feministas sabemos de lo importante de intervenir políticamente en cuestiones trascendentales como erradicar la cultura de la violación y particularmente con las imágenes que el porno estandariza como deseables. Crear un imaginario colectivo igualitario entre mujeres y hombres y libre de violencia es el camino.

 

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