Otras miradas

La rabia ante los crímenes machistas

Ana Bernal-Triviño

Periodista y profesora en la Universidad Oberta de Catalunya

Varios pares de zapatos de color rojo durante un minuto de silencio por la mujer fallecida en Alicante.- Roberto Plaza / Europa Press
Varios pares de zapatos de color rojo durante un minuto de silencio por la mujer fallecida en Alicante.- Roberto Plaza / Europa Press

Pasada la Eurocopa, Alcaraz, el ataque a Donald Trump... quizás no es mucho pedir si podemos hablar de las cinco mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en el pasado fin de semana. En 16 días, 14 asesinadas. Desde que empezó el año, una por cada tres días. Me pongo en la piel de muchas viendo estas noticias. En cómo se levantarán pensando en si llegarán vivas a dormir o si hoy acabarán en el cementerio.

En las portadas del lunes eran esperables las cinco columnas con el logro de la Eurocopa. Lo que no era tan esperable era el poco espacio a los cinco crímenes machistas en portadas sabiendo las cifras que ya arrastrábamos. Salvo un digital que lo mantuvo en portada completa todo el lunes, poco más. Dudo que si hubiese ocurrido un ataque a cualquier equipo de fútbol o a la afición, con estas cifras, fuesen tratados como víctimas de segunda. 

Me dijo una vez un periodista en una conferencia que "las mujeres asesinadas no dan audiencia como el fútbol". Los fines de semana toca Liga y los fines de semana también ocurren más crímenes machistas. Miraban las estadísticas... y la noticia del asesinato machista demostraba que no genera interés. Me ocurre incluso a mí, que se supone que me sigue una mayoría de personas concienciadas en este tema. Pero mis redes muestran que son los artículos menos leídos. 

Con el tema del fútbol no me vengan con que somos aguafiestas. Me encanta el fútbol, la Eurocopa me ha ilusionado como a la que más, pero era compatible la victoria con decir que la alegría no podía ser completa. Pensar en las familias que no podían festejar porque velaban o enterraban a sus hijas, madres o hermanas. Decir que no olvidamos. Quizás las asesinadas no dan audiencia como el fútbol, pero el fútbol sí que pudo darles visibilidad. Qué oportunidad perdida, en un momento de tanta audiencia masculina, entre ellas agresores, y no aprovechar sólo 30 segundos para mencionar a las asesinadas durante la retransmisión y concienciar de paso. Insisto, es compatible. Hay muchas formas de hacerlo, en eso consiste nuestro trabajo. Pero, además, pudieron hacerlo también las propias autoridades entrevistadas. Y supongo que eso no sucedió porque no había alarma social. Porque ni siquiera hubo antes un trending topic ni un simple tuit en perfiles oficiales ni de responsables ni exresponsables. 


Hace dos semanas aparecí aquí para recordar que nos están matando con impotencia ante tanta apatía. No podía imaginar que solo quince días después descartaría otro artículo que tenía en mente para escribir de cinco nuevos crímenes machistas. Nos matan a "puñaos", en lotes. Y solo así puedes ser noticia. Si quedas viva, pocos se enteran. Y nadie propone programación especial, expertas especializadas, reportajes en programas semanales o tertulias extensas de fines de semana. ¿Qué narices pasa? ¿Esto solo nos ocurre a nosotras por ser mujeres o es algo que se extendería a otras situaciones porque ya no hay empatía ni sensibilidad? Si fueran 14 personas asesinadas en 16 días por homofobia o por racismo, ¿estaría tan normalizado como nuestros asesinatos o habría esperanza de una mínima reacción viral?

Da rabia, mucha. Y da más rabia comprobar que no podemos estar cifra tras cifra con pésames, y delegando en que denuncien ellas o la sociedad. Porque sabemos que eso no siempre puede ser y porque entre estas últimas asesinadas dos lo hicieron. No les digamos solo a ellas qué tienen que hacer sino digamos qué hacemos por ellas. Seamos transparentes. Sobre todo cuando son las que denuncian casi siempre y cada vez más. Y sobre todo porque ellas se levantan cada día intentando sobrevivir. No les exijamos más. Hay que meterse hasta el fango, diciendo lo bueno y reconociendo y buscando los errores, y poner la lupa sobre la formación, la justicia, los errores en la valoración del riesgo, revisión del algoritmo de Viogen, los equipos forenses, las dotaciones de personal, los tiempos de los informes... Y corregir. Y reforzar, reforzar y reforzar. Y las campañas, para ellos. Y que no solo sea noticia el crimen, sino las que no asesinan pero cada día acaban en hospitales. Cada día. Y si estamos en un marco nuevo, con más negacionismo, si ese entorno ha cambiado, hay que cambiar la táctica y adoptar nuevas medidas. Porque las leyes evolucionan, las penas vemos que no disuaden y hay que llegar antes. No podemos estar diciendo lo mismo que hace cinco años. No hay nada que dé más confianza para denunciar que un sistema sólido y sin resquicios. Y eso no depende de ellas. 

Insisto. Da rabia. Mucha. Y da aún más rabia ver que casi ya no somos foco ni aunque nos mataran de cien en cien. Da rabia que tanta gente pase y estemos las mismas gritando en un desierto. Da rabia la misma respuesta siempre. Y da rabia no saber qué más decir porque ante tanta muerte y horror y falta de soluciones una se acaba por quedar sin palabras.


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