Punto y seguido

Baile de Turquía con el PKK: ¿estrategia o táctica?

Primer escenario: el jefe del temible servicio de inteligencia ( MIT), que en 1999 participó en el secuestro de Abdullah Oçalan, el líder del Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), "negocia" con él, un rehén –no un preso político, ni un prisionero-, que lleva 14 años aislado del mundo y por ende desconoce los motivos reales de sus carceleros, que le exigen el desarme de la guerrilla a cambio de algunas míseras ventajas culturales que no políticas. Segundo escenario: tres mujeres cuadros del PKK son asesinadas en París a mano de MIT y, con el conocimiento de la inteligencia francesa, afirma este partido.

Muchos palos y una zanahoria podrida. En diciembre Tayyip Erdogan no sólo quería suspender la inmunidad parlamentaria a los diputados kurdos sino que propuso el restablecimiento de la pena de muerte, mirando a Oçalan, quien "está de fiesta comiendo kebab". ¡Un vilano merecedor de la horca, de repente, es la esperanza de paz para Turquía!... Este Oriente siempre esquizofrénico.

Los magantes de la prensa turca, que han decidido apoyar el proceso de paz, han publicado sólo cuatro de los nueve puntos del pacto, que satisfacen las exigencias turcas: abandonar la idea del estado independiente, parar las acciones armadas, y la retirada de la guerrilla a Irak antes del 2014.

¿Por qué Oçalan (Apo "tío" para sus seguidores) no habló directamente con los medios de comunicación? ¿Cómo es que no había exigido un cambio en su situación carcelaria, antes de firmar esa rendición? Hay voces kurdas que le desautorizan, y piden que una decisión de tal calibre se tome en un congreso.

El PKK reivindica el cambio de la constitución para eliminar la definición étnica de la ciudadanía, un estado federal, amnistía para los presos políticos y la guerrilla, el regreso de los exiliados y activistas, y la participación de sus miembros en la vida política. Si no lo consigue no podrá justificar tantos años de lucha y dolor. El gobierno ha rechazado cada una de las peticiones, y en cambio ha contratado a varias empresas de sondeo de opinión para tomar el pulso a la calle sobre el riesgo que está corriendo. Si ve que las negosaciones le perjudican, dará marcha atrás. También teme que el PKK utilice "taghiya" –disimulo, como "reservatis mentalis" de los jesuitas-, y una vez legalizado, imponga su voluntad. Murat Karayilan, el segundo líder del grupo, afirma que "en la actualidad, podemos [sólo] hablar de consultas". No hay negociaciones, ni piensan dejar las armas. El partido ya corre el peligro de romperse.

Los kurdos desconfían de Erdogan, y quizás confían demasiado en Oçalan. Fue él quien en 2003 pedía a G. Bush que su partido estuviera incluido en el maldito Nuevo Orden, cuando él bombardeaba Irak y creaba la zona de exclusión aérea de Kurdistán iraquí. Bush le rechazó y el PKK sigue en la lista de grupos terroristas.

Las intenciones de Erdogan

Lo que fuerza al partido derechista de la Justicia y el Desarrollo (AKP) a buscar una paz express con el PKK no es solucionar la cuestión kurda, sino utilizarla:

A nivel interno: el cansancio de la nación por este largo conflicto y el aumento de la presión política y militar del PKK – partido que ha conseguido convertir el estado de apartheid en el que vivían los kurdos en el principal problema del país, atraer la simpatía de la mayoría de los kurdos de la región, e incluso abrir sucursales clandestinas en Irán y Siria-, muestra que el status quo de los kurdos, no beneficia al gobierno. Hasta parte de los kemalistas está conforme en regalar algún caramelo a los partidos burgueses kurdos –alineados con la élite turca del país-, para luego juntos compartir la explotación de los trabajadores kurdos y turcos, y de paso invitar al banquete a los capitalistas europeos.

El partido islamista de Erdogan tras marginar a los chovinistas y militares, empezó a golpear a la izquierda, avanzando en la región kurda, feudo de los marxistas. Reconoció el genocidio de los años 1937-38 en Darsim, y permitió su participación política, aunque cada dos por tres llena las cárceles de sus alcaldes y concejales.

A partir de 2000, el movimiento kurdo se fortaleció con la actividad abierta de formaciones como el Partido de la Democracia y Paz o la Confederación de Comunidades Kurdas. Cientos de sus miembros –universitarios, abogados, intelectuales- fueron detenidos.

A mediados de 2012 empieza la campaña electoral de las presidenciales del 2014. Por primera vez, el nuevo presidente será elegido por el voto directo. Erdogan, que en los comicios de 2009 vio cómo el voto kurdo –decepcionado por el incumplimiento de sus promesas- se dirigía hacia los partidos kurdos, con las negociaciones con el PKK pretende captar los siete millones de votos de este pueblo.  Para llevar adelante sus políticas necesita 30 escaños más de los 326 que posee, sobre un total de 550 asientos.

Utilizar a Oçalan, un personaje semidios, es determinante en su estrategia: en noviembre de 2012, unos 10.000 presos kurdos empezaron una huelga de hambre, exigiendo el derecho a defenderse en tribunales kurdos y en su lengua. Si no fuera porque Apo pidió -a petición de Erdogan- a sus camaradas abandonar la protesta, aquello se hubiera convertido en un escándalo de "derechos humanos". Fue una exhibición de fuerza de un líder encarcelado.

Es en esta línea, que ha incluido a cinco kurdos en el gabinete y planea instalar en la zona kurda la universidad religiosa de Alzahra, mientras rebusca en el árbol genealógico de Mahoma un kurdo para así desbancar a Marx en los corazones kurdos. Su Umma oculta la lucha de clases y el dominio de una nación sobre otra.

El PKK, temeroso por el avance de los Hermanos Musulmanes y de los wahabíes en su zona de influencia, estrecha lazos con las minorías religiosas: cristianos, alavitas, izadíes, zoroastrianos y maniqueos.

Desde los 90, el ejército y también los grupos islamistas creados por MIT han matado a miles de "ateos" kurdos, destruyendo unas 4.000 aldeas.

Puede que Erdogan vuelva a utilizar la táctica que usó durante la conferencia de Oslo, en 2009: alargó las negociaciones con el PKK, hasta las elecciones de 2011, y una vez superadas, volvió a perseguirlo.

A nivel externo: mostrar su aprecio por los derechos humanos, ahora que la Unión Europea reabre su expediente de ingreso; presentarse como un modelo democrático y poder exportarlo a las antiguas tierras del imperio Otomano; impedir que "la cuestión kurda" sea utilizada en su contra por Israel, Irán, Irak y Siria, y sobre todo salir del pantano sirio en el que se metió él solito. Siria representa una crisis multidimensional en la política turca y un golpe a sus ambiciones imperialistas. Sufrió el mal de exagerar su capacidad de influir sobre los acontecimientos de la región. Asad no aceptó sus presiones, ni EEUU su mediación en la cuestión nuclear de Irán, y su petición de una intervención directa en Siria en 2012. Ahora se pelea con Irak, Irán y Rusia por el futuro de Damasco.

Ni en sus peores pesadillas, Ankara pensaba que tal injerencia podría disparar el problema kurdo dentro de Turquía (La carta kurda en la partida siria). Para neutralizar al Partido de Unión y Democracia (PYD) sirio, que es pro PKK, les enfrentó a los yihadistas del Jabhat al-Nusra. Contener al PKK está dirigido al contener al PYD.

En otro extraño movimiento, Turquía está apoyando la independencia del Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) de Irak. Busca hacerse con parte de millones de barriles de petróleo de la región (que a partir de 2014 pasarán por los oleoductos turcos, a espaldas de Bagdad), debilitar al gobierno chiita de Nouri al-Maliki, e impedir el impacto del paraíso que han creado los kurdos en el norte de Irak sobre sus propios kurdos. La prensa asiática afirma que EEUU ha intentado convencer a Maliki de que la separación de Kurdistán –de mayoría sunnita-, le beneficiaría, ya que aumentaría el peso de los chiitas en lo que queda de Irak.

Tablero de ajedrez kurdo, caótico. La solución de sus problemas pasa por el federalismo. Pero, ¡uf! lo que cuesta compartir el poder.

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