Recién levantao

Corruptelillas (‘street version’)

Sales de casa tarde y dices: qué leche, voy a llegar al curro... ¡tarde de verdad, venga ese récord! Y coges un taxi. Mirando el taxímetro fijamente –cada vez que cambia el numerito le haces un recorte a tu desayuno (ahora, sin zumo; ahora, sin cruasán)– oyes al taxista contarte que Camps, uno del PP, tiene trajes hechos... ¡a base de billetes de 500! (te lo jura y todo, el tío). Confidencial, añade: "Su sastre era José Tomás, el torero, ¿se lo puede usted creer?".
Cuando se empotra en el coche de delante, baja el volumen de la Ser y se dispone a abrirle la cabeza al otro conductor (una mañana sin descalabrar no es una mañana), tú aprovechas y, sin avisar, saltas a otro taxi que pasa, maniobra por todos conocida como "hacer el reset".

En el segundo taxi, mirando el taxímetro –en este aún está en juego tu zumo de naranja–, el conductor, que de los trajes de 500 no sabe nada, te cuenta que Garzón cobra millonadas por hacer viajes a la selva, a hacerse fotos con monos. Confidencial, añade: "Por eso le dieron la medalla y le hicieron ministro del PSOE... ¡en una cacería! ¿Se lo puede usted creer?".
Cuando se empotra en el coche de delante y baja el volumen de la Cope (ya con la sonrisa de descalabrar), tú, a apenas dos calles del curro, saltas del taxi y corres, pensando si los periodistas supieran de cuánto nos enteramos realmente... escribirían desde fumaderos de opio (los que no lo hacen ya).
Luego, en el bar, el camarero te pregunta acerca de los toreros esos, los que han rechazado las medallas. Mientras mojas el cruasán en el zumo, le dices: "Normal, bastante tienen; uno es sastre y el otro ministro, ¿se lo puede usted creer?".

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