Rosas y espinas

Ortega-Smith guiando al pueblo

No hay nada más tierno y reconfortante que ver a un facha demostrando lo tonto que es. Y no lo digo por Javier Ortega-Smith, no vaya nadie a ofenderse. Personifico porque Javier Ortega-Smith nos acaba de plantear una de las más incógnitas preguntas de nuestra reciente democracia. Tan persuasiva, intelectual e irresoluble como el dilema del gato de Schrödinger. Necesitaba España una voz sosegada, en plan Unamuno, que nos incitara a discutir y a hacer películas malas. Y aquí es donde entra la figura intelectual de Javier Ortega-Smith, que el otro día se salió de la sesión de investidura del Congreso y se fue a la manifestación facha de Ferraz a decirle esto a los policías:

-¡¡¡Ortega-Smith, alcalde de Madrid!!! -gritaban las masas furibundas, que, incluso siendo más furibundas que masas, parecían muy pocos.

Y el líder tomó la palabra. Entre un cordón policial y un condón intelectual, pronunció estas sabias sentencias que hoy transcribo con admiración teleológica.

-Antes, en Barcelona, cuando los CDRs, les breaban a piedras [y] había un policía por cada cien manifestantes... Ahora hay cien policías por cada manifestante. Verdaderamente, la próxima elección de la UIP va a tener que ser un poquito más exigente. Porque si para desmovilizar a 25 chavales con banderas de España hace falta movilizar a toda la UIP de Madrid, de verdad que hay que hacer un esfuerzo en la selección de la UIP.

-¡Sí, señor! -clama alguien de entre el público.

-No necesitan –continúa el brillante orador callejero-, señores inspector y subinspectores, no necesitan los cascos, ni los chalecos, ni las defensas, ni los gases lacrimógenos ni tanta parafernalia. Señor delegado del Gobierno, es usted un sinvergüenza. Que no utiliza usted a los agentes de la UIP, que deberían estar donde han estado siempre, reprimiendo las manifestaciones de la extrema izquierda, en Catalunya, en los borrokas en el País Vasco, y no venir a hacer este despliegue, que con todo el respeto nos parece desproporcionado y humillante; hacen ustedes esta demostración de fuerza para unos chavales que lo único que gritan es Viva España y gritan Fuera traidor de Sánchez.

No es por incordiar, pero que haya más policías que manifestantes suele ser síntoma de que la manifestación no ha cumplido las expectativas. Tanto organizativas como policiales.

Pero no nos llamemos a engaño, que decía mi abuelo Julián. Por escasa y ridícula que sea esta protesta callejera, la ultraderecha tiene mucho más poder del que parece. Los ultraderechistas de verdad, los ricos, los herederos, los animosos, los arribistas, no salen a la calle. Eso es muy poco elegante. Dejan que salgan los más bobos para parecer inofensivos. ¿Por qué todos los medios nos hemos echado a la calle estos días a entrevistar fascistas y solo hemos conseguido respuestas frikis? ¿Por qué ni un solo manifestante durante todo este tiempo ha conseguido articular la mitad de la infinitésima parte de una idea? Porque a las manifestaciones mandan a los tontos, mientras que los listos se hacen los centristas en las moquetas del Íbex-35 y ganan muchísimo dinero con nuestra complacencia.

Somos una sociedad de apariencias, y la ultraderecha lleva años intentando aparentar que no existe. Lo consigue, y por eso le va tan bien.

Ortega-Smith salió a la calle a recriminarle a la policía que desplegara más efectivos que manifestantes había. O sea, que su proyecto no lo apoyan más que veinticinco veinteañeros, según sus propias palabras. Sin embargo, y sin hostia ni multa, se atreve a arengar a unos atónitos policías que le hacen caso. Esa minoría fascista necesita voz. Y, en vez de darle cuatro porrazos a Ortega-Smith, que es lo que cualquier UIP hubiera hecho sin duda con Pablo Iglesias u otro rastas libertario, permiten que desgrane su discurso ante las cámaras.

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