Rosas y espinas

Lecciones de izquierdas

Lecciones de izquierdas

Desde la debacle izquierdista en las elecciones gallegas de hace siete días, me tienen aburrido los periódicos progresistas como este, con tanto análisis sobre cómo se debe reinventar la izquierda nacida del 15M para las próximas elecciones vascas, europeas y catalanas.

Unos apuntan que la izquierda se puede reinventar creando, con una varita anarco-mágica, una estructura territorial que inunde de activistas libertarios los pueblos vacíos de España; otros abogan por reforzar liderazgos sin tener en cuenta que se nace de un movimiento social desliderado a propósito; los más se limitan a dictar actas de defunción, y algunos ilusos riegan con agua de utopía las plazas enladrilladas de las ciudades del cambio soñando que volverán a crecer las alamedas.

Yo, siempre atento a la voz de mi simpleza, creo que lo que la izquierda tiene que hacer es ser de izquierdas. No lo ha sido ni en el gobierno central ni en las autonomías ni en los municipios. Admito y aplaudo los logros del pasado gobierno psocial-podemita en materia laboral, subida de salarios, pensiones dignificadas... Pero han dejado en el gallinero al peor zorro del fascismo: la ley mordaza.

Con la ley mordaza es peligroso ser de izquierdas, y tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias, y después Yolanda Díaz, lo sabían. La ley mordaza desactiva la calle, y la calle fue el germen de esa ya nueva/vieja izquierda. Ahora es su tumba. Todo nace de la tierra y vuelve a la tierra. Tu libertad de expresión, como en el franquismo, depende hoy otra vez de la palabra de un policía.

Quizá el PSOE esté cómodo con la mordaza. Es una herramienta útil para desactivar a la izquierda callejera e impulsar a su izquierda moquetera. Pero Podemos tuvo media decena de ministros y dos vicepresidentes durante cuatro años y no reunió valentía para revertir esa ley. Nunca comprendí por qué Podemos no le dio un ultimátum a Pedro Sánchez con este tema. Y nunca lo comprenderé.

Recuerdo vagamente un artículo en The New York Times calificando la mordaza de ley franquista. Los burócratas de la ONU, siempre muy finos, la tildaron solamente de antidemocrática. Y aun así sobrevivió. A un gobierno progresista. A los modernos pedrisocialistas y a los asaltantes de cielos de la primera cogobernanza.

La ley mordaza es una ley muy peculiar. Da más honradez a la palabra de un policía que a la tuya. Hemos visto ejemplos de policías que se golpeaban entre ellos sin querer, persiguiendo a un periodista, y la rotura de mano del policía se le achacó al periodista.

Boro, reportero de La Haine, sufrió cuatro años de proceso por asunto tan baladí. Le pedían seis años de cárcel. Por suerte para él, alguien grabó cómo los dos policías chocaban sus animalidades, y Boro solo se tiraba al suelo.

Pero Boro pasó cuatro años pendiente de condena. Un periodista pendiente de condena no se la puede jugar mucho. Coges miedo, por muy bravo que seas. Y quien no se la puede jugar mucho tampoco tiene muy fácil informar. Te anulan.

Si esto le puede pasar a un periodista, lo mismo a cualquier activista. A un chaval que intenta detener un desahucio y es acusado de agresiones por un policía cabreado con su mujer. Lo mismo pierde una beca por antecedentes. Gente que no cobra ni mil euros y se enfrenta a 500 de multa si hay altercados e identificaciones en una manifestación y el policía se inventa que le ha ofendido.

Se te quitan las ganas de salir a la calle. La calle te la han quitado. Si no quieres meterte en líos, lo más que puedes hacer es convertirte en un progresista monje de clausura de las redes sociales.

La ley mordaza silencia al periodismo y al activismo, y eso es lo que hoy, en las urnas, está pagando la nueva izquierda. Los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan allí, canta Silvio Rodríguez. No derogando la ley mordaza, el amor del gobierno psocio-podemita fue cobarde con la calle y con la prensa, que vienen a ser lo mismo. No derogando la ley mordaza, el amor por la libertad y la verdad se quedó Allí, como en la canción. Y ahora a ver quién cambia esto.

PS: Dedicado a los seis de Zaragoza.

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