Todo es posible

Una verdad incómoda

Escribo bajo el impacto periodístico que ha causado el implacable interrogatorio al que Ana Pastor ha sometido a Mahmud Ahmadineyad. Nada que envidiar a las entrevistas con la historia que hizo la combativa Oriana Fallaci en su época más brillante, sólo que en este caso ha sido realizada en riguroso directo, lo cual tiene más mérito. Me descubro ante su profesionalidad, del mismo modo que Ana Pastor lo hizo frente al presidente iraní. No crean que la caída del pañuelo fue un gesto baladí.
Nunca se habrá visto Ahmadineyad en el trance de responder a una periodista pertinaz sobre cuestiones tan comprometidas como: la falta de libertades en su país; la relación con los dictadores de su entorno; la lapidación de las mujeres; el paradero de algunos políticos de la oposición; la represión contra los opositores al régimen y el grado de seguridad de las centrales nucleares iraníes. Imposible desenmascararlo, porque logró escabullirse dando una única respuesta, en la que acusaba al imperialismo occidental de ser el culpable de todos los males, entre otros

el de difundir semejantes falacias sobre Irán.
Un país que se ha sometido (según sus propias palabras o las del traductor) "a 30 elecciones libres" desde el derrocamiento del antiguo régimen, que sólo encarcela a los instigadores de desórdenes públicos y que aplica los mismos códigos de seguridad para su energía atómica que el resto de los países. Sólo dijo una verdad, pero muy incómoda: que los gobiernos de Occidente han apoyado y armado a los dictadores que ahora quieren derrocar. He aquí el origen del problema.

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