Trabajar cansa

Un secuestro que no nos importa

   

Lleva un mes secuestrado, y sus amigos permanecemos callados. La consigna oficial es paciencia y discreción. No hacer ruido, no sea que los secuestradores piensen que aquí lo apreciamos más de la cuenta y suban su exigencia económica para liberarlo. Que no parezca que nos importa. Ni nombrarlo. Como si nos diese lo mismo que lo suelten. Y por supuesto, no decir nada bueno de él. Incluso mejor si hablamos mal de él, para mostrar que no es un rehén valioso, que nadie daría un duro por él.

Así es. Yo no daría un duro por él, ni movería un dedo por liberarlo. Conozco su trabajo fotográfico. Qué quieren que les diga: tiene unos cuantos premios gordos, internacionales, sí, y sus fotos han aparecido en los principales diarios y revistas del mundo. Y para de contar. Todo muy fácil. A cualquiera lo ponen con una cámara en África y hace las mismas fotos. Salen solas. Los soldados, las víctimas, los niños enfermos, posan en cuanto ven una cámara.

Conozco también su trayectoria. Colombia, Palestina, Sudán, Etiopía. Siempre solo, por su cuenta. Impresiona mucho así contado, sí, pero no se engañen. Parecen sitios peligrosos, de vez en cuando cae muerto un periodista, pero hay mucha leyenda, no es para tanto. Seguro que se ha dejado secuestrar para llamar la atención.

Por si fuera poco, le conozco personalmente. Trabajamos un tiempo juntos, nos vemos cuando viene a España, nos escribimos. Mala gente, se lo aseguro. A veces me regala una foto, o trae algo para mi hija, pero lo hace para que no se note lo mala gente que es. Por todo ello, no se piensen que nos vamos a alegrar cuando lo liberen. Ni que lo vamos a recibir con una fiesta. Qué va.

(Un abrazo muy fuerte para la familia de José, que lo está pasando muy mal. Ya queda menos).

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