De verdad, ¡qué ganas tengo de que quiebre algún banco de los gordos! No se puede vivir con esta angustia y expectativa. El uno pide 23.000 millones, el otro 30.000, ¿quién da más?, y ahora Botín, vestido de gas butano en Brasil, pide que le UE les dé a los bancos 40.000, de millones, claro. Como si fueran chapas. Sí, ya sé que sería terrible para el país. Pero mi irresponsabilidad no aguanta más. Porque en esas ‘horribleces’ supongo que estará también ver a los banqueros y a sus consejeros y capitostes ejecutivos salir huyendo del país hacia los paraísos donde tengan bien guardados lo que se llevaron durante luengos años. Pero al fin nos libraríamos de estos sujetos-monstruos. Sus mansiones serían hipotecadas y ya no podrían dictar sus leyes de la economía, que no es otra que la usura disimulada. Que lo disfruten con sus familias en el Paraíso, aquí nos quedamos en la ruina pero en la gloria, ruina que es contagiosa, pero empezaríamos por fin a reordenar el Estado, que mande quien debe y los ciudadanos quieran, no estos señores de las moscas millonarias. La verdadera revolución, ésta sí, ya ven, sin violencia ni nada. Vuelve el Rastro, vuelven los mercadillos, vuelve el fiar, ya me lo pagará, vuelve el pueblo llano y sano. Y si tiembla Europa porque le perjudica, que tiemble, ellos se lo han buscado con tanto apretar la soga, oh, la sacrosanta ortodoxia de la economía.
Pero no pasará nada de esto, no seamos agoreros, pesimistas, alarmistas, ya verán como los otros sinérgicos bancos y los políticos, éstos porque parece que no hay otros, espabilaban, y decían dónde está el dinero, empezarían a dar crédito como locos, y los españoles se ponían a trabajar para contento del dueño de Mercadona. La quiebra de un banco es el antídoto, el revulsivo, la solución bruja, tanto pedir y pedir estos tíos, con el Guindos y el Rajoy, y el Rubalcaba de comparsa, diciendo que sí, que hay que darles lo que haga falta, lo que haga falta ¿para qué?, ya no más cuentos, ni de la lechera ni de caperucitas. Aunque no sea más que por vicio y morbo tengo unas ganas locas de ver y sufrir mi irresponsabilidad. Ésta es la guerra de los españoles, su revolución, la caída de los dioses, y si se ponen tontos los sentamos en el banquillo. Y de paso con algunos políticos. Por cada banco que rescatan, cientos de miles de ciudadanos se empobrecen. Y eso sí que no. Los bancos, los enemigos del pueblo, bajo el disfraz de protectores. Se acabó el primer poder. Vuelve a serlo el pueblo. A ver si hay suerte y quiebra alguno. ¡Todo el día dando la lata con que les den no sé cuánto! ¿No es capaz Europa, ni nuestros políticos avalistas del desmán, de buscar otras soluciones que no sean las brutales del brutal capitalismo? ¿Dejaría el mundo de existir sin los bancos?
Ya más calmo, dudo mucho de que la solución que pergeña Europa y mendiga Rajoy de que el Banco Central Europeo financie directamente a los bancos sin la intermediación de los Gobiernos sea panacea alguna. No creo que la diferencia del interés cobrado fuera decisiva y lo rebajen a los clientes. Europa pondría sus durísimas condiciones a cada banco, y al final los bancos pasarían a ser propiedad del BCE. Si intervienen los bancos, intervienen España. Una fórmula de disimulo de Rajoy para salvar la cara y el cargo, no para salvar a los españoles, una artimaña, además, de lento establecimiento. A poco que se entienda y si no se es muy tonto.

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Gota SUGERENCIA: ¿Por qué no redactamos un Código Penal entre todos los participantes en el blog?