Hace más de tres años que escribí el post titulado 'Odio a Rajoy' y lo cierto es que muchas de sus conclusiones están hoy aún más vigentes que entonces. Mañana culmina la ronda de contactos del Borbón con los partidos políticos y tendrá que proponer un candidato a presidente para someterse al debate de investidura. Sin duda es uno de los peores tragos que va a pasar desde que heredó el cargo por ser hijo de quien es.
¿Por qué? Bueno, porque si algo va a quedar evidente tras esa ronda es que quien es imposible que tenga posibilidades de ser presidente es Rajoy, a pesar de liderar la lista más votada. Más posibilidades, desde luego, tiene Pedro Sánchez. Siguiendo esa lógica, el monarca debería proponer a éste último y dejar de seguir 'la tradición de la lista más votada'. Además, recurrir a una segunda ronda de contactos sería una irresponsabilidad por su parte, más aún considerando que desde ese debate de investidura aún hay dos meses de plazo para conformar Gobierno.
Sin embargo y por una mera cuestión de inercia es muy posible que el propuesto sea Rajoy. ¿Qué significa eso? Que el Borbón mandará al gallego directo al paredón, que habrá de sufrir un linchamiento público en el partido a manos de casi todos los partidos de la Cámara Baja. Lo sabe él, lo saben en Génova y, sobre todo, lo sabe el pelotón de fusilamiento, en especial el PSOE, que está deseando tenerle en el punto de mira porque ya hace un mes que tiene la munición cargada.
Da igual si el propio PSOE, como parte activa del régimen del 78 y como partido de Gobierno de 2004 a 2011, es cómplice de la situación de miseria que esta misma semana Oxfam ha desvelado en España. Da igual. Las artillería está cargada, respaldada por el resto de flancos por formaciones que no son tan cómplices y que ven en ese escarnio público una vía más para legitimar sus máximas, de reivindicarse ante su electorado.
Que por primera vez en nuestra democracia el propuesto por el Borbón de turno vaya a perder el debate de investidura, que además salga tan vilipendiado que su carrera en primera línea termine, puede ser lo único que salve a Rajoy. La cuestión es que, con los pocos signos que ha dado hasta ahora el presidente en funciones (fiel a su estrategia de la avestruz), indican que quiere alfombra roja para el paredón, aunque en su propio partido haya pesos pesados que se lo desaconsejen. Y mientras el PSOE, disfrutando con su muerte política lenta y agónica.
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