Posos de anarquía

Bravo por la CUP

No andaré con rodeos: no caigan en la trampa de quienes son cómplices indirectos de lo que sucedió el jueves pasado en Barcelona, no se dejen manipular. Que la CUP se esté planteando si acudir o no a la manifestación del próximo sábado para que no se repita la imagen hipócrita del pasado viernes es una muy buena noticia. Basta ya de cinismo, basta ya de dobles raseros, basta ya de que quienes tienen las manos manchadas de sangre culpen a quienes les señalan.

En esta ocasión, el discurso de la CUP es coherente, inapelable. En primer lugar, a la hora de lamentar que esa manifestación no haya sido convocada por la sociedad civil. Sin embargo, y negarlo sería engañarse, no es lo mismo que los atentandos hayan sido en Barcelona que si hubieran sido en Albacete. La imagen de unidad de partidos, de Estado, es más importante que si la manifestación se produjera en la ciudad manchega y, por este motivo, los poderes no han perdido el tiempo en convocar la manifestación.

En segundo lugar, los lazos de nuestra Monarquía con los países que financian económica e ideológicamente con su radicalismo al terrorismo yihadista resultan ya insultantes. Las casi fraternales relaciones de los Borbones con Qatar o Arabia Saudí no pueden pasarse por alto, por mucho que ahora buena parte de los partidos carguen contra la CUP sin ni siquiera exigir autocrítica a la Casa Real.

Y no sólo la Monarquía, el propio Gobierno español ha estrechado unos lazos comerciales con estos financiadores del terror realmente nauseabundos. Sin ir más lejos, a principios de año viajaba Felipe VI a Arabia Saudí, junto a los ministros de Exteriores (Dastis) y el de Fomento (De la Serna) para hacer negocio. Acompañándolos, más de una treintena de empresarios y altos cargos de la CEOE que acudían al calor del Plan 2030 saudí con el que esperan forrarse con negocios de infraestructuras, construcción, química... Ya son cerca de 4.000 empresas españolas las que operan con clientes saudíes en comercio exterior. Sólo en los primeros nueve meses de 2015, la relación comercial entre España y Arabia Saudí se cifró en 3.209 millones de euros en importaciones y 2.800 en exportaciones.

Y luego están las armas. ¿Saben cuánto representa el negocio de las armas que España suministra a Arabia Saudí? En 2016, más de 116 millones de euros. Bombas, torpedos, cohetes, misiles, botes de humo, minas, granadas fumígeras, bombas incendiarias, drones... un surtido muy variado para uno de los países que financian a ISIS... y 2016 no fue un buen año...

En 2010 la exportación de España de material de defensa (o ataque, según lo miren) a Arabia Saudí era de 5,8 millones de euros. La evolución desde entonces, según los propios datos del Gobierno, ha sido brutal: en 2011, ya eran 14 millones; un año después, 21,3 millones; y el gran cambio llegó en 2012, cuando las cifras se dispararon superando los 406 millones de euros; en 2014, casi 293 millones y en 2015 el récord, 546 millones de euros.

Con estos datos, ¿no creen que ha llegado el momento de decir basta? ¿No creen que quienes están comerciando o propiciando las relaciones comerciales con estos países son indignos de ahora rendir ningún tipo de homenaje? Si al menos, hubieran dado alguna muestra de arrepentimiento, algún signo de que de ahora en adelante se cortará el grifo a esos países...

No es el caso y, por ello, bravo por la CUP, porque la unidad de la que tanto se habla ahora no debería servir para continuar corriendo el tupido velo que oculta las manos manchadas de sangre de nuestro Gobierno, nuestra Casa Real y parte de nuestro empresariado; esa unidad debería ser para rendir homenaje a las víctimas y dar la espalda a quienes, directa e indirectamente, han tenido que ver con ello.

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