Lo había avanzado el politólogo Pablo Simón, cuyos análisis acostumbran a ser certeros: la desescalada produce tensiones y crispación entre autonomías, que en lugar de asumir con solidaridad la gestión del COVID-19, lo hacen como una carrera, como una auténtica competición entre Comunidades Autónomas. Ello provoca que, en lugar de hacer autócritica y preguntarse por qué no se pasa a la Fase 1 se tiren balones fuera hablando de "agravio comparativo" entre regiones. Mientras, algunas de sus provincias son las que continúa sumando muertes a las más de cien que registramos cada día.
No lo aseguraré con rotundidad, porque sería una temeridad por mi parte, pero a algun@s dirigentes parece importarles más los cadáveres políticos que dejará el COVID-19 que las muertes reales que éste está provocando. Podríamos hacer extensible ese sentimiento a ese empresariado que no entra en pérdidas pero sí en pánico porque ve que sus millonarias ganancias se reducen.
En la esfera política, los mensajes apocalípticos y victimistas para obtener rédito político, por lo general, terminan volviéndose en contra de quienes los difunden. Es lo que le ha sucedido al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), que cae en su propia trampa demagógica. Penoso porque las provincias de Granada y Málaga se han quedado en Fase 0, asegura que "lo que más me preocupa a mí es el daño reputacional que puede tener la Costa del Sol o la Costa Tropical", cuyos distritos sanitarios, según él, estarían en disposición de saltar a la Fase 1. Al afirmar tal cosa, viene a decir que la reputación de las ciudades de Málaga y Granada, que la propia Junta admite que no cumplen requisitos, ya está dañada. No es así.
¿Alguien cree de veras que si el ministerio de Sanidad hubiera aceptado la propuesta de la Junta de Andalucía, una vez normalizada la situación general, Ronda gozaría de mejor reputación (en términos turísticos) que Málaga capital? Sinceramente, no lo creo, convencido de que ambas jugarán en un mismo nivel, pero a Moreno Bonilla le interesa enfocarlo como "cuánto daño nos ha hecho el Gobierno de España". Craso error, porque al decir eso y aunque eluda una valoración o autocrítica a por qué los distritos sanitarios de Málaga y Granada no cumplen con los requisitos sanitarios, viene a decir "cuánto daño ha hecho la Junta a estas ciudades", qué el mismo admite que no merecen pasar a Fase 1.
Es época de ir desterrando lo que ha empeorado aún más la crisis a la que nos enfrentamos: la insolidaridad. Algunos políticos, como el presidente de la Diputación de Málaga, Francisco Salado (PP), no tienen clara esa solidaridad necesaria y, de nuevo, parece pensar más en términos de cadáveres políticos que otra consideración, al hablar de "discriminación" para referirse a medidas concretas que el Gobierno de España tomará con la industria turística canaria.
En un artículo publicado en Diario Sur, Salado cae en la misma trampa que Moreno Bonilla: su propia demagogia. Al tiempo que asegura que "serán por tanto prioritarios en nuestras actuaciones aquellos mercados que podamos recuperar con mayor rapidez, empezando por el nacional", critica el refuerzo del apoyo del Estado a las Islas Canarias manteniendo los ERTE del sector turístico de manera indefinida . ¿Qué turismo nacional puede promover una isla si los vuelos están suspendidos? ¿De veras Salado cree que el archipiélago está en las mismas condiciones de recuperación que Málaga?
Pues debe de ser que sí lo piensa o que su calaña egoísta y cínica le lleva a creer que ese discurso el reportará rédito político entre quienes no hacen ejercicio de reflexión... y, de paso, así evita también hacer cualquier consideración sobre Rincón de la Victoria, localidad de la que también es alcalde y cuyas cifras de contagios han contribuido a que toda la provincia de Málaga se quede en Fase 0.
Continúo siendo pesimista sobre ese postulado de que la crisis del coronavirus nos hará mejores: lejos de eso, lo que veo en movimientos políticos como los mencionados es que algunas personas están sacando lo peor de ellas... y terminanos padeciéndolo todas y todos.