Con los ministros de Rajoy sucede lo mismo que con los de Zapatero, que no sabes si son mejores los que conoces o los que desconoces, ya que, al final, cuando uno bucea en las biografías de los susodichos acaba por descubrir que los políticos españoles, más que hoja de servicios tienen antecedentes. Por ejemplo, el apellido De Guindos nos daba repelús hasta que supimos que lo habían puesto al frente del desastre gracias a sus labores de capitán Schetino en la quiebra española de Lehman Brothers. Entonces nos dio asco, mucho. Para que luego digan del asalto de Sánchez Gordillo al Mercadona, que un poco más y ponen de ministro al Torete. Otro ejemplo es Wert, que nos sonaba a cuñado de la Merkel y que fue a parar a ese ilustre batiburrillo que responde al nombre de Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, denominación heterogénea donde las haya pero que a Wert se le queda corta y a la que pronto habrá que añadir Toros y Chuches.
Hay algunos que nunca debieron irse, porque lo que nos tenemos reído con ellos, pero el que no podía faltar de ningún modo, el clásico en toda selección de fútbol del PP como Dios manda, es Arias Cañete, quien también ha ido a caer en medio de otro abigarrado saco de patatas ministerial: Agricultura, Alimentación y Medioambiente. En tres palabras, la mejor forma que tiene el gobierno de dar pistas al personal para avisarle de que, si quiere comer, mejor que cultive las hortalizas donde pueda y que ande atento a lo que se encuentra por la calle.
A Arias Cañete se le recuerda sobre todo por aquella nostalgia memorable en que echaba de menos a los camareros de antes, tal vez para que hicieran juego con él, que también es un ministro de los de antes. Con media España ardiendo, Arias Cañete decidió no estorbar en las tareas de extinción y se fue a Cádiz sólo porque no había nada más lejos. Se fue a ver los toros con el rey, que es algo que viste mucho en un ministro de los de antes, de tiempos de Fernando VII, que era otro borbón sin complejos. De una sola tacada, al tiempo que aplaudía con sus aires de picador sobrero, el ministro cumplió simultáneamente con los tres requisitos de su cargo: el Medioambiente vino envuelto en la faena de muleta, la Alimentación tras las mulillas y la Agricultura, mientras tanto, seguía ardiendo por los cuatro puntos cardinales. Puede haber un problema de competencias porque Arias Cañete es más de Toros y Wert más de Chuches, pero siempre estamos a tiempo de crear otro ministerio más o acoplar dos ministros en uno. Faltarán hidroaviones y personal contra incendios, pero ideas de bombero, a patadas, mire usté.
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