¡Será por dinero!

El deterioro de la reputación del Banco de España

Fernando Saiz

La reestructuración del sector de las cajas de ahorros no marcha. Salvo contadas excepciones, el proceso va muy despacio y los frecuentes parones amenazan con hacer descarrilar algunas de las operaciones proyectadas.  Cajasur (que sigue sin dejarse torcer el brazo en el pulso de las mil veces anunciada fusión con Unicaja) y Caixa Galicia son los principales ejemplos, pero no los únicos, de resistencia a la reordenación. El asunto tiene gran trascendencia para el conjunto de la economía, porque si no hay reestructuración del sector financiero es difícil que se desbloquee el flujo del crédito, condición a su vez imprescindible para que se restablezcan las condiciones necesarias para una recuperación económica sana. Pero la reforma es también importante para la credibilidad del Banco de España, que es el encargado de pilotar el proceso y que hasta ahora ha fracasado en sus intentos de agilizarlo. ¿Se está erosionando su reputación como supervisor del sector? Cada vez hay más gente que piensa que sí. De hecho, es probable que la entidad que dirige Miguel Ángel Fernández Ordóñez esté ahora mejor posicionada como líder de opinión en la reforma laboral (¿quién si no descubrió el modelo austriaco de indemnizaciones?) que en la del sistema financiero. Los periódicos accesos de cólera verbal de Fernández Ordóñez (el último, el 24 de marzo, cuando dijo que las entidades que no sean viables serán intervenidas) han sido ignorados hasta ahora. El caso más asombroso es el de Caixa Galicia y Caixanova, que después de las muchas presiones que hubo para que movieran el trasero se avinieron a dar una rueda de prensa, con la insólita compañía del presidente de la Xunta, para decir que sí, que se lo iban a pensar. Eso fue el 29 de marzo. ¿Alguien ha oído algo más del tema? Pues eso.

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