Dominio público

Pasadas las elecciones, primer diagnóstico

Ruth Ferrero-Turrión

Ursula von der Leyen y Manfred Weber. EFE/Laura P. Gutiérrez
Ursula von der Leyen y Manfred Weber. EFE/Laura P. Gutiérrez

Pasaron las elecciones al Parlamento Europeo ahora toca ver qué ha sucedido y hacia donde se encamina el nuevo ciclo político que comienza. Las previsiones no eran halagüeñas, pero parece que, en términos globales, el avance de las derechas nacionalistas y radicales no ha sido tanto como se preveía y la coalición que incluye a socialistas, conservadores y liberales podría revalidarse, aunque con menos margen que hasta ahora.

Así del resultado de estas elecciones se pueden extraer varias conclusiones sobre las que poder reflexionar durante las próximas semanas y meses. La primera de ellas tiene que ver con el deslizamiento hacia la derecha del Parlamento Europeo. El Partido Popular Europeo (PPE) se ha convertido en el partido central del sistema lo que, junto con el avance de los grupos Conservadores y Reformistas (ECR), Identidad y Democracia (ID) y los No Inscritos (NI) cuya suma total los sitúa como segundo grupo, aunque no parece que vaya a ser posible una unificación de las derechas extremas. Aunque los socialistas aguantan el tirón, a expensas del resto de las izquierdas, sin embargo, esta es la cámara que más lejos se sitúa de la posibilidad de avanzar hacia una Europa de progreso.

La segunda sería la constatación de que no estamos ante un "aumento" de las fuerzas de extrema derecha como tal. Estas fuerzas no suben de manera sustantiva, apenas un puñado de escaños. Por tanto, sería más adecuado hablar de consolidación y expansión de estos grupos en el Parlamento Europeo. En realidad, lo que se observa es un mantenimiento de la presencia institucional de estos partidos durante ya varios ciclos políticos, aumentando en algunos de ellos, disminuyendo en otros, pero sin desaparecer de ninguno. También se puede hablar de expansión ya que echando la vista atrás diez años se observa que en países como España y Portugal no existía tal fenómeno en el ámbito estatal. Mirando los datos se observa que, comparadas con los resultados de 2019, en estas elecciones las derechas radicales han subido en todos los países con la excepción de Dinamarca, Finlandia, Suecia. En Hungría FIDESZ ha bajado en porcentaje, pero no está todavía claro que Peter Magyar, una escisión, pueda ser considerado como europeísta, al menos de momento. Por tanto, consolidación y expansión de las derechas radicales.

En tercer lugar, el tremendo impacto que este proceso electoral está teniendo sobre los propios Estados en términos políticos. Estas elecciones se habían planteado como un punto de inflexión en el contexto europeo por parte de la élite de Bruselas. Sin embargo, en todos y cada uno de los Estados miembros el voto se ha ejercido a modo de elecciones de medio término o como un plebiscito a la gestión de los gobiernos. No por nada, estas elecciones son consideradas como unas elecciones de segundo nivel, lo que también explica la baja participación histórica de las mismas. Así, fueron planteadas, por ejemplo, en el caso del PP de Feijóo en España. Pero también en Polonia donde el Partido Ley y Justicia quería tomarse la revancha frente la Coalición Cívica de Donald Tusk; o en la República Checa donde el ex primer ministro Andrej Babis ha buscado y, en este caso, conseguido, la revancha. En esta misma dirección apuntaban las elecciones en Francia, donde Jordan Bardella, el candidato de Agrupación Nacional, las había planteado como elecciones de medio término y eventualmente como un paso más del asalto al poder por parte de la ultraderecha francesa. Y es aquí donde saltó la noticia con la convocatoria de manera inesperada de elecciones legislativas en Francia en las próximas semanas. Pero, además de Francia, también en Bélgica han tenido consecuencias. Allí se celebraban, además de europeas, elecciones federales y regionales, y en ellas el partido del liberal De Croo ha sufrido tal correctivo que ha terminado con su dimisión la misma noche electoral. Aquí en España, los resultados también han tenido consecuencias, en este caso en el espacio de la izquierda transformadora que se ha saldado con la dimisión de su líder Yolanda Díaz como consecuencia de sus pobres resultados. Obviamente, todas y cada una de estas decisiones se deben a dinámicas internas previas, si bien, los resultados electorales de este proceso de medición de la situación política a medio plazo han implosionado en ellas.

En definitiva, lo que sale de este proceso electoral es en su dimensión estrictamente europea, un Parlamento más derechizado, radicalizado, fragmentado y alejado que nunca de la idea de la Europa social y de progreso. En términos nacionales, por el contrario, la ola reaccionaria impacta de manera importante en algunos de los Estados fundadores del proyecto europeo como Francia e Italia con las fuerzas ultras como primera fuerza, y en Alemania donde AfD irrumpe como segunda fuerza con el 18% de los votos. Es realmente preocupante este ascenso en países centrales de la UE, pero siempre podemos decir que la ola reaccionaria sí que se ha contenido en el nivel europeo.

*Sea este mi particular homenaje a mi querido amigo y compañero Adolfo Calatrava con el que pasé muchas horas de discusiones apasionadas sobre Europa.

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