El detonador

Of Montreal: quiéreme indie, quiéreme negro

Of Montreal son muchos, pero su cerebro es uno: Kevin Barnes. Un músico indie, pero negro, aunque él es blanco. Me lío, volvamos a empezar.

Kevin Barnes es el Prince del siglo XXI. ¿Quién dijo que los indies pasaban de la música negra? Pobre ignorante (aunque cuánta razón, por otro lado). Que escuche a Of Montreal, que hacen la música que haría hoy Prince si no hubiera ganado tanto dinero.

Las canciones de Of Montreal, muchas de ellas, la mayoría, son cohetes de feria fuera de control. ¿Habéis estado en alguna fiesta familiar donde el típico tío (el hermano de tu padre, me refiero) cachondo (gracioso, me refiero) saca un proyectil que ha comprado en los chinos, lo prende y sale disparado haciendo eses y soltando chispas hasta chocar contra un árbol? Pues eso, exactamente eso, es una canción de Of Montreal (sobre todo si el árbol acaba ardiendo). He aquí la prueba:

Y eso que en el vídeo va con la voz justa. La primera vez que escuché a Of Montreal imaginé que en directo lo llevarían todo enlatado y aparecería Mr. Barnes acompañado de uno o dos secundarios. Cuando vi a toda esa peña en este vídeo, flipé. Una pena que nadie se atreva a traerlos (últimamente). Los españoles, que somos así, todos.

Claro: no siempre sus canciones parecen hechas para la banda sonora imaginaria de una película de 'Super-Ratón'. No. Son bastante más. Lo demuestran en 'False priest', su último disco, que todavía huele a pan recién hecho porque lo publicaron hace dos meses. Más negros que nunca, transitan del soul a la música disco y al funky, pero siempre detrás de una cortina de pop 'indie' deshilachado, endiablado y bombástico. Resumen: está rico.

¡Madre mía! De repente, en 'Our riotous defects' (escucha aquí arriba) nos meten en una discoteca de Philadelphia de los setenta donde nos rodean decenas de negros sudorosos con sonrisa de paso de cebra y la camisa abierta y negras sacando culo y las caderas descoyuntadas. ¡Of Montreal!

Lo mejor (me lo he reservado para el final) es que sus dos anteriores discos son todavía mejores que este último (donde se amuerman un poco, he de confesar, y falta un poco de su fabuloso ruido).

Me quedo con el universal, redondo y sobresaliente 'Hissing fauna are you the destroyer?', del 2007 (creo), una bomba como la de Hiroshima, pero más. Todavía no eran tan negroides y centraban sus energías en crear un pop pluscuamperfecto con canciones que parecían cuadros de Pollock, auténticas marañas de sintetizadores locos, melodías coloridas, ruidos amenazantes, sonidos raros, voces esquizofrénicas e instrumentos que salían y entraban como los borrachos del 'saloon' de un western. Acojonante.

Un disco donde casi todo estaba bien, donde rozaban la perfección pop como solo los grandes como Prince lo han hecho, pero donde sobresalían los diez minutos catedralicios de 'The past is a grotesque animal'. Con ella os dejo, como decían en la radio. A navegar. O mejor: ¡a hundirse!

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