Tierra de nadie

Somalia, tierra de oportunidades

La situación económica de Somalia es envidiable. Ni siquiera son precisas reformas estructurales para mantener el Estado del Bienestar porque no hay ni Estado ni bienestar, ni pensiones, ni educación y sanidad públicas, ni subsidios de desempleo. La buena fortuna de los somalíes se vio acrecentada por una intervención del FMI en los años 80, que impuso un programa estricto para que el país pudiera pagar su deuda externa. Desde aquel momento, la agricultura pasó a mejor vida y se empezaron a importar esos granos que ahora tienen precios prohibitivos. Empujada a la modernidad, la inmensa mayoría de la población inició la dieta de la alcachofa, pero sin alcachofas.

Con todo a favor, los somalíes se echaron la siesta cuando se lo permitía el sonido de las bombas de su guerra civil, y ni siquiera aprovecharon sus reservas de uranio, hierro, estaño o cobre, muchas de ellas sin explotar, ni la riqueza de sus costas adonde van a parar los desechos tóxicos de algunas potencias occidentales, las cuales ejercen su legítimo derecho a pescar en aguas internacionales con la escolta de buques de guerra, que estos africanos se han vuelto unos piratas peligrosísimos.

Así se ha llegado a la situación actual, en el que la ONU ha declarado oficialmente el estado de hambruna en varias provincias del Sur, que viene a ser un formalismo para certificar que no es que se coma menos ahora que hace una semana sino que la desnutrición crónica afecta a más del 30% de los niños y la gente se muere más, y todo por su mala cabeza.

Se asegura en Naciones Unidas que con una ayuda de urgencia de 210 millones de euros de la comunidad internacional se paliaría la tragedia y se evitaría la extensión de la plaga, que ha provocado el éxodo de decenas de miles de personas. Así cualquiera. Lo que no se dice es que el dinero no sale del aire, al menos en Europa, donde es muy necesario para rescatar a Grecia o para que Rato haga bankeros a los oftalmólogos. Esos 210 millones es el 2% de lo prestado por el FROB a las cajas de ahorro. Claro que entre salvar a un banco o a unos millones de hambrientos no hay color.

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