Estación Término

Eutanasia en Francia: el parto de los montes

Fernando Pedrós
Periodista, filósofo y miembro de Derecho a Morir Dignamente (DMD)

 

El viernes 12 de diciembre Hollande recibió en El Eliseo a los diputados Alain Claeys (PS) y Jean Leonetti (UMP) que le presentaron la propuesta de la sedación terminal cual si fuera el punto de equilibrio del diálogo público sobre el derecho a disponer del fin de la vida quedando relegados y fuera del alcance de la libertad del enfermo tanto el suicidio asistido como la eutanasia. Solo la sedación terminal y las instrucciones previas serán el fruto del parto de los montes que ha durado dos años y medio de esforzadas especulaciones sobre la libertad de la persona y la protección de la vida. Todo para sacar con fórceps una propuesta que no va más allá de lo que permite la praxis ética actual. Pero este llamado punto de encuentro de las diferentes maneras de pensar, supuesto punto de consenso, se llevará a la Asamblea Nacional (parlamento) en el mes de enero.

hollande

Hace dos años hablábamos del informe Sicard que marginaba el tema de la eutanasia y parecía dar luz verde al suicidio asistido. Si se hubiera aceptado tal postura Francia se hubiera homologado más o menos con Suiza y con seis Estados de EE UU. Algo hubiera sido: al menos se hubiera dado medio paso hacia el respeto de la libertad de la persona en su deseo racional de morir. Ahora parece ser que el gobierno francés va a tener que conformarse con un lavado de cara, una estética de apariencias y poco más. El gobierno va a proponer al parlamento un proyecto de consenso que ha sido logrado por los dos partidos mayoritarios en la Asamblea Nacional, consenso que no va más allá de la aceptación de una modalidad propia de eutanasia pasiva, tal como está aceptado en la praxis médica en España. Esperábamos y creíamos que Francia, la nación laica desde la Revolución, iba alcanzar la eutanasia, es decir, la plena libertad del ciudadano para decidir sobre su vida y el tiempo y modo de morir. Pero no, y la jerarquía católica francesa se muestra satisfecha de que todo haya quedado acotado en el terreno de la moral católica. El arzobispo de Rennes en la conferencia mantenida tras la presentación del consenso alcanzado por los dos grandes partidos manifestaba que la propuesta de ley se inscribía en "el correcto acompañamiento de nuestros ciudadanos vulnerables sin entrar en la eutanasia y el suicidio asistido". Para él era un verdadero desarrollo del tratamiento paliativo de los enfermos.

 

Frente a estas alegrías políticas y eclesiásticas por la creación de un supuesto nuevo derecho se levanta la falta de refrendo de la opinión de los franceses. Supongamos que el proyecto de ley se aprueba más o menos tal como ha salido de las manos de PS y UPM, los diputados habrán votado en mayoría de espaldas al más de 90 por ciento de franceses que se manifiestan partidarios de una ley de fin de vida que admita en plenitud la libertad del ciudadano para disponer de su vida.

 

Con la nueva ley alguien dirá que el próximo enero en la Asamblea Nacional muere la criticada Ley Leonetti y nace un nuevo derecho de los franceses que ampare su libertad. Estimo que nadie sensatamente podrá decir ‘la ley ha muerto, viva la nueva ley’ puesto que la sedación terminal es un hecho de la praxis médica y el testamento vital podrá ser reglamentado, pero ya existe. La aprobación de la sedación terminal será un paso para aquellos que no la aceptaban por considerarla una medida de eutanasia activa. Pero no para aquellos que la practicaban ya en los hospitales y que bioéticamente es considerada como una actuación de ‘doble efecto’ aceptable, por tanto, incluso desde una moral católica para la que la vida es indisponible.

 

Dicho en pocas palabras, en mi opinión se trata de una propuesta fallida poco acorde con los informes del profesor Didier Sicard en diciembre de 2012 y por el Comité Nacional de Ética (CCNE) en diciembre de 2013. La opinión pública no podrá sentirse representada en el llamado nuevo derecho que -como dicen los diputados que han presentado la propuesta- es una "asistencia médica para terminar la vida con dignidad". Una frase bonita para ser esculpida en piedra, pero no para un texto legal que respete vivir y decidir en plena libertad, sin cortapisas. Y sobre todo propuesta fallida porque el texto del consenso político alcanzado no está de acuerdo con la propuesta número 21 del programa del candidato Hollande en 2012. Hay que recordar que François Hollande quedó personalmente afectado por el problema del final de la vida desde la muerte de su madre, Nicole Hollande, en 2009, y fue sin duda esta dolorosa experiencia la que le llevó a incluir el punto n. 21 en sus 60 compromisos de campaña presidencial.

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