La verdad es siempre revolucionaria

Las libertades, honestamente vestidas

El próximo miércoles 25 de mayo, a las 10,45 horas, se celebra el juicio contra las  activistas de Femen, en el Juzgado de lo Penal Número 19, calle Julián Camarillo 11, Sala de Vistas 1.

El 13 de noviembre de 2013, las cinco muchachas encausadas se atrevieron a desnudarse parcialmente gritando "El aborto es sagrado", ante los hombres que  encabezaban  una manifestación en Madrid contra la vigente Ley de Derechos Sexuales y Reproductivos. Los señores que lideraban la protesta, obispos, curas y padres de familia, escandalizados, se lanzaron a pegar y a maltratar a las activistas como si de terribles enemigas armadas se tratara. Las arrastraron por el suelo, las taparon con los trapos que tuvieran a mano, llamaron a la policía y las condujeron hasta un furgón.

Ante tan gran crimen, las Fuerzas de Seguridad del Estado, como pomposamente se llaman, las mantuvieron detenidas 72 horas. Y ahora las juzgan. Según el fiscal, por los delitos de desórdenes públicos y resistencia a la autoridad. Según la acusación particular, ejercida por grupos que se autodenominan cristianos, también las juzgan por escándalo público y deshonestidad.

De tal modo,  el juez, el fiscal, el secretario, los oficiales y agentes de Administración de Justicia, los abogados y auxiliares, y todas las personas  solidarias con las causas justas, tendremos que invertir una mañana de nuestra vida en decidir si que unas muchachas descubran su cuerpo en la calle es un delito y merece ser sancionado, incluso creo que con años de prisión.

En nuestro país, donde maltratadores y violadores de mujeres y niñas, políticos y empresarios venales, jueces y notarios prevaricadores, que nos han causado pérdidas por valor de miles de millones de euros, viven tranquilamente y disfrutan de vacaciones de lujo con lo atesorado, la Administración de Justicia invertirá 'x' dinero, y cada una de nosotras lo pagaremos y dejaremos de percibir los ingresos de nuestro trabajo en esa mañana de asistencia al juicio, en la que juzgarán a cinco muchachas porque tuvieron el atrevimiento de quitarse la blusa y el sujetador ante los castos ojos de los guardianes de la moral católica.

He repasado nuestra Constitución, todavía vigente, y he encontrado que el artículo 16 garantiza la libertad ideológica al mismo nivel que la libertad religiosa. Asimismo, el 20 asegura que las españolas pueden difundir sus ideas por todos los medios de reproducción, entre los que se encuentran, naturalmente los orales. Pero ninguno dice que hay que hacerlo honestamente vestidas.

Que las activistas de Femen se atrevan a gritar sus consignas, sin blusa, es una ofensa grave hacia la Constitución, la Administración de Justicia, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la Iglesia Católica y los indignados, ofendidos y escandalizados obispos, curas, diáconos y padres de familia que asistían a la manifestación.

Una manifestación que se realizaba contra la legislación aprobada y vigente que casi en su totalidad sigue rigiendo en nuestro país, y que considera un derecho la libre elección de la maternidad por parte de las mujeres.

Ninguno de los orondos señores, obispos, etc. que organizaron la manifestación y la lideraron han sido acusados de desórdenes públicos, cuando con sus continuas protestas, homilías y discursos —incitando a la rebelión contra la legislación vigente, haciendo campañas de odio contra las mujeres y los homosexuales, apología de la violencia y del maltrato—, causan una evidente perturbación a la tranquila y ordenada vida de los ciudadanos y, especialmente, de las mujeres.  Ninguno de esos señores, obispos, etc. ha sido acusado de agresión y lesiones contra las muchachas que salieron del encuentro con múltiples hematomas. Ninguno de esos señores, obispos, etc. ha sido procesado por impedir la libre manifestación de una ideología, mientras ellos se exhibían públicamente a favor de otra. Cierto que lo hacían púdicamente vestidos y debe de ser ese el único motivo por el que la sociedad española debe de sentirse gravemente ofendida y tiene que tomar cumplida venganza contra las muchachas de Femen.

Esta sociedad que contempla impertérrita los miles de portadas impresas con desnudos femeninos; que exhibe en quioscos, cines y teatros las fotos y los retratos de mujeres en posturas salaces: Una infame revista que se representa en La Latina titulada Hole (Agujero, para más detalle) muestra en inmensos carteles una mujer desnuda con las piernas abiertas, donde en el lugar de la vagina hay un enorme agujero, el que da título a la obra. Esta sociedad que admite la pornografía en el cine, en la televisión, en la prensa, en los vídeos, en Internet, sin que ni siquiera intente proteger al menos a los niños de semejante perversión. Esta sociedad que contempla indiferente el abuso sexual a los menores por parte de los hombres de la familia, de los profesores de los colegios, de los entrenadores de deporte, de los compañeros de escuela o de trabajo, de empresarios, políticos y educadores.

Esta sociedad que tiene un sex shop en cada esquina y un lugar de exhibición de mujeres masturbándose detrás de escaparates, como negocios perfectamente legales y legítimos.

Esta sociedad que soporta orgullosa y triunfante, la pederastia continua practicada por curas, obispos,  diáconos y toda clase de categorías de religiosos en colegios, escuelas, seminarios, institutos y centros de deporte, sin que, al contrario de lo sucedido en Estados Unidos, Irlanda, Italia y hasta Alemania y Polonia, se haya producido algún escándalo, algún proceso judicial, alguna campaña de prensa, algún debate televisivo.

Este país que permite y alienta la prostitución como una actividad perfectamente aceptable, y hasta deseable. Que es capaz de votar a partidos que proponen legalizarla, que mantiene cientos de miles de mujeres en la esclavitud sexual, centenares de puticlubs en todas las carreteras, de casas de masaje y de lugares de alterne para solaz de los degenerados que los frecuentan, y miles de prostíbulos cerrados, y mujeres que son vejadas y humilladas en las calles, en las plazas, en los parques de cualquier ciudad.

Este país, en fin, en el que durante más de cuarenta años se ha reprimido, torturado y perseguido todo deseo sexual, toda exhibición del cuerpo humano, toda conducta que no fuese sancionada por la omnipotente Iglesia Católica. Cuando llegó la Transición y con ella la oportunidad de sacudirse las cadenas, se produjo una explosión de pornografía, de exhibición de cuerpos, sobre todo femeninos, y de espectáculos eróticos que todavía dura. A la que nadie critica ni quiere poner freno.

Este país, en pleno año 2016, está estremecido y escandalizado porque cinco jóvenes  se atrevieron a quitarse las blusas y los sujetadores en la calle ante las horrorizadas miradas de los curas que jamás han visto bustos femeninos en vivo y en directo. Y ante el escándalo eclesiástico, todos y todas las contribuyentes españolas, seamos creyentes en la Iglesia Católica  o no, debemos pagar para que las apaleen, las juzguen y las castiguen adecuadamente.

Y todavía habrá quien crea que estamos en un país democrático, y aún peor, todavía habrá quien quiera reinstaurar la Inquisición.

Madrid, 23 mayo 2016.

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