Luna Miguel

LOS MUEBLES VIEJOS DE LA COMUNIDAD

LOS MUEBLES VIEJOS DE LA COMUNIDAD

De niños jugábamos en los colchones viejos que la gente tiraba a la calle hasta que papá y mamá nos regañaban: "¡A saber quién ha estado ahí, Luna!". Televisores, sillones, teclados y almohadas. Lo que más me ha llamado siempre la atención son las bolsas de juguetes. ¿Por qué las bolsas de juguetes viejos siempre están desparramadas por el suelo? ¿Les da tanta pena a los antiguos dueños que los tienen que tirar a la calle "para que los cojan otros niños"? ¿No sería mejor donarlos antes que tirarlos a la calle? ¿O son los juguetes, cual malas imitaciones de aquellos de Pixar, los que salen de los contenedores, arrastrándose, y saltan a la calle a la espera de tener un nuevo y cariñoso dueño?

Todas estas dudas me asaltaron este domingo cuando mis compañeros de piso y yo hicimos limpieza general y decidimos tirar varios muebles viejos y sucios a la basura: una especie de mini sillón de mimbre y un carrito inútil en el que no cabía nada y que además ocupaba medio salón. Un vecino nos dijo que (casi) éramos unos delincuentes. Que ya no se recogían muebles de la calle. Que no. Que en Madrid había un servicio especial para esto. A joderse. Y la línea de teléfono comunica. Y ya hay que pedir vez hasta para tener la casa limpia.
Cómo estamos en Madrid, pienso entonces. Deseando tirar los muebles viejos de la Comunidad. Porque Gómez y Trini están muy convencidos de que alguno de ellos lo va a hacer en las primarias. Yo no digo nada, sólo hay que saber que cuando alguien nos tire a la calle y nos deje fríos en una acera oscura... absolutamente nadie va a venir a buscarnos

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