Luna Miguel

Era broma (o las navidades depresivas)

¿Sabéis una cosa? Estoy embarazada y os lo voy a contar. Sí. Y tengo calvicie. Mamá se ha muerto. Le han dado el Nobel a Javier Marías. Este periódico es de derechas. Los caracoles se extinguirán en 2012. El mundo nunca va a acabarse. Ya hay justicia. En la calle las marquesinas marcan 30 grados. Estoy embarazada. Europa es una gran potencia unida. La crisis no existe. Zapatero es guapo. España va bien. ¿Sabéis una cosa? ¡Todo esto era una divertidísima broma!

En fin. Qué tontería.

Nunca he entendido el día de los inocentes. De qué mal gusto son las cacas de plástico en los bancos de las calles y las bombitas fétidas y los chicles picantes. Luego están los programas de bromas telefónicas, de cámaras ocultas, de tíos desnudos caminando por Madrid en pleno 28 de diciembre. Que os quede bien claro: odio al muñequito de papel. Sí. Al muñequito de papel que os pegáis en la espalda. Pero es que en general no me gustan las bromas. No me gusta el presentador de Inocente Inocente. O ese programa infame de los 4O Principales en el que se pone a prueba la fidelidad de la gente a través de llamadas falsas. ¿En qué están pensando? O incluso ese celebrado archivo sonoro que hace unos años pasó de ordenador a ordenador: la famosa coña telefónica del "soy tu ano".

Buah. Perdonad mi pesimismo. Como venga el fantasma de las Navidades pasadas se va a enterar... Porque la peor broma de todas es otra. ¿Cómo se atreven a engañarnos así? ¿Cómo se atreven a tomarnos el pelo? ¿Cómo se atreven a propagar la mentira?

¿Feliz 2011, dicen? Sí. Ya.

Más Noticias