Memorias de campaña

En mi nombre, No

Un grupo de personas que ejercen el periodismo como actividad profesional ha firmado un manifiesto pidiendo el voto para el Partido Popular. Algunos de ellos participan en la caravana de seguimiento de ese partido. La transparencia que les honra al revelar su inclinación política y su deseo partidista constituye, sin embargo, un pésimo servicio a un oficio que se  gana a pulso cada día su degradación y pérdida de credibilidad ante aquellos a quienes se debe, o debiera deberse, en exclusiva: los ciudadanos. 

Define la Real Academia de la Lengua al periodista como: "Persona legalmente autorizada para ejercer el periodismo", o "Persona profesionalmente dedicada en un periódico o en un medio audiovisual a tareas literarias o gráficas de información o de creación de opinión".

Y dice de Político: "Dicho de una persona: Que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado", o de la "Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos".

Sin necesidad de recurrir a esta fuente de autoridad linguística, periodismo es simplemente el oficio de quienes tienen la vocación y la misión de contar lo que ocurre con ambición de neutralidad, aportando todos los elementos posibles y a su alcance para que el ciudadano pueda formar su propio criterio sobre aquello de lo que no puede ser testigo directo.

Formo parte de la caravana que hace el seguimiento de la campaña del PSOE, como antes estuve en otras que informaron de las campañas electorales de UCD, Alianza Popular o el CDS. Seguramente mis crónicas tienen un sesgo marcado por mi propia forma de ver la vida, pero siempre que salgo de mi casa pienso que mi primera obligación, antes de cerrar la puerta, es dejar mi pensamiento político al otro lado. La objetividad es imposible; el afán de neutralidad, una obligación. Esta es mi creencia y mi código deontológico.

En mi nombre, No. No en el nombre de mi forma de entender el Periodismo. No en el nombre de los veinteséis años que llevo ejerciendo profesionalmente este oficio del que me resisto a ser expulsado.

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