Multiplícate por cero

El señor de las moscas

Obama ha demostrado ser un auténtico killer con los invertebrados. Habrá que esperar para saber si lo es también con los amos del universo codiciosos e irresponsables.

Para quien no haya tenido oportunidad de ver cómo el presidente de Estados Unidos fulminaba a una molesta mosca, lo resumo. En una entrevista en televisión, frente a frente, están un periodista y el gobernante del país más poderoso del mundo. Y surge un visitante inesperado, ajeno a los controles de seguridad: la mosca, el insecto más temido en un plató audiovisual. Obama empieza a dar leves y dignos manotazos al aire, con displicencia, mientras sigue contestando la pregunta. Pero en poco tiempo, sin perder la sonrisa, se concentra en lo que de verdad le importa: en una acción súbita, cual rayo vengador, lanza un fulminante papirotazo con su mano derecha –Obama firma con la izquierda– y el díptero cae muerto a la moqueta de la Casa Blanca.

Así que hemos descubierto que Obama sabe usar ambas manos, que no tiene escrúpulos higiénicos en espachurrar con su diestra una mosca, aunque se le escurran entre los dedos sangre y otros fluidos, y que no vacila en acabar con lo que le molesta.

¿Será Obama El señor de las moscas? De hecho, ahora mismo estamos en una situación muy similar a la que William Golding representó en su novela sobre un accidente aéreo donde un grupo de niños acaba abandonado, sin adultos, en una isla desierta: todos hemos perdido ya la inocencia frente a la irresponsabilidad que ha causado daños irreparables, la única solución es un rearme moral gracias a un liderazgo basado en las reglas comunes de la civilización.

"Pesada" fue como calificó Obama a la mosca e "irresponsables" fue el adjetivo que dirigió a aquellos que con su codicia irrefrenable inflaron la gigantesca burbuja financiera que estalló y provocó la crisis económica planetaria. Codicia que se pudo observar en toda la isla: desde Wall Street (como imagen de los financieros puros) hasta Main Street (término con el que en Estados Unidos identifican al ciudadano común) pasando por el Gobierno y las instituciones reguladoras y supervisoras de los mercados financieros, que no querían introducir racionalidad y control si eso significaba frenar el crecimiento económico.

Pocos días después, Obama ha lanzado otro manotazo alegórico con su nuevo plan de reforma financiera, el más profundo desde la Gran Depresión de los años 30 del siglo XX, cuyo objetivo es aumentar el control de los bancos, de otras grandes entidades "sistémicas" –esto es, que influyen de forma determinante en todo el sistema– y de las bolsas.

Uno de los cambios que plantea es crear una agencia que proteja a los consumidores de las prácticas abusivas en tarjetas de crédito, hipotecas o créditos. Aquí, en España, se supone que tenemos una cosa llamada Servicio de Reclamaciones del Banco de España, que lleva veinte años funcionando y que en el último año del que se tienen datos (2007) elaboró 1.759 informes sobre reclamaciones presentadas por clientes de entidades financieras –clientes que se cuentan por millones–. De esos informes, el 35,5% fue favorable al cliente y el 51% le dio la razón al banco o caja. Más suerte con la agencia estadounidense.

Otras medidas del plan Obama son los cortafuegos antisorpresas: Consejo de Reguladores, más poder para la Reserva Federal, creación de un Supervisor Bancario Nacional, un registro donde tengan que apuntarse fondos de alto riesgo. En esa línea camina también la Unión Europea. Lógicamente, las exigencias a las entidades financieras van a ser mayores, lo que puede reducir su rentabilidad y beneficios, pero no habrá muchos que lo lamenten después de décadas de prácticas codiciosas y abusivas.

Para los que consideran poco ambicioso el plan de Obama –él mismo, curándose en salud, ha dicho: "Habrá quien diga que no vamos lo suficientemente lejos"– hay que recordar que el presidente estadounidense no quiere quedarse aquí: "Se deberá hacer más en el futuro". Por tanto, las moscas cojoneras de Wall Street que se hayan quedado tranquilas al ver las medidas anunciadas –aún más, al prever que la presión de los lobbies y el paso por el Congreso pueda aligerar exigencias y controles–  están avisadas: Obama puede concentrarse y... ¡Zas! Como un ninja, atacar súbita, radical y definitivamente.

Al menos, eso esperamos.

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