El 13 de julio de 2006 Isaac Al-Dani Pérez Triviño (nacido en España hacía 27 años) y Julio Anderson (nacido en Brasil hacía 32 años) fueron encontrados en su casa de la calle Oporto de Vigo atados, degollados, cosidos a puñaladas (57) y quemados. El autor confeso de esta espeluznante masacre era un canalla llamado Jacobo Piñeiro que en el primer juicio fue declarado inocente por un jurado popular que aceptó su "miedo insuperable a la homosexualidad".
Hoy el Tribunal Supremo ha confirmado la pena de 58 años de prisión impuesta a Jacobo Piñeiro Rial en el segundo juicio. La sentencia del Tribunal Superior de Galicia había sido recurrida por el abogado del asesino. Por eso hoy quiero recordar esa terrible historia que a muchos miembros de la comunidad nos seguirá de por vida. Hoy quiero recordar a Isaac y a Julio, una vez más.
Isaac Triviño trabajaba en el Strong, un local gay de Vigo. Allí se le vió hablando con Jacobo Piñeiro al fondo del local. Piñeiro, que adujo "miedo a la homosexualidad" en el juicio, estuvo consumiendo coca y bebiendo y esperó a Isaac hasta que este hubo terminado su turno a las 16:30 para irse a follar con él. Ambos pasaron la tarde juntos en el piso de la calle Oporto hasta que Julio Anderson llegó con dos amigos a eso de las 10:30 de la noche.
Pérez Triviñio salió de su habitación para saludarles mientras cocinaban la cena, pero regresó a su habitación sin comer nada. Los amigos de Luciano se marcharon tras la cena pero Piñeiro se quedó.
Aunque no hay testigos, los expertos forenses y la policía cree que la masacre comenzó sobre las 4:00 de la madrugada. Aparentemente, Pérez Triviñio fue apuñalado primero, pero no murió. Piñeiro se dirigió entonces a apuñalar a Anderson Luciano dos veces mientras estaba en el dormitorio de la pareja y 22 veces más mientras le perseguía al salir de la habitación y por el pasillo hasta llegar al salón, donde murió.
Pérez Triviñio, mientras tanto, se había encerrado en el dormitorio y los archivos demuestran que fue capaz de llamar a las autoridades. La llamada fue interrumpida cuando Piñeiro consiguió echar la puerta abajo y entrar en la habitación donde le propino 35 puñaladas más. Es terrible pensar que Isaac fue rematado mientras pedía ayuda desde su móvil.
En el salón Jacobo le ató las manos a Anderson Luciano y le echó una manta por encima del cuerpo; en el dormitorio, le echó una manta por la cabeza a Isaac Pérez Triviñio, ató un cable alrededor de esta y lo ató a su vez al cabecero de la cama. Entonces procedió a ducharse, buscar pertenencias de valor por el piso, meterlas en una maleta que encontró y vaciar los armarios para arrojar ropa por todas partes que roció con alcohol para prenderle fuego tras abrir la espita del gas. Cerró la puerta sin asegurarse si sus víctimas estaban muertas o se quemaban vivos.
Piñeiro abandonó el edificio sobre las 9:30 de la mañana. Llevaba la maleta que había llenado con pertenencias de la pareja e inicialmente le preguntó a un amigo si podía esconderla. Cuando su amigo se negó, decidió volverse a su pueblo, Cangas, y entró en otro bar. Cuando la noticia del crimen apareció en el televisor del bar le confesó al dueño que él era el que le había prendido fuego a la casa y le pidió que guardase la maleta. El camarero también se negó a guardarla. Piñeiro fue arrestado un par de días después a partir de las pistas ofrecidas por el hombre con el que se encontró tras abandonar Vigo.
En este artículo que recogía la segundo jornada del juicio se puede acertar mucho de la terrible tragedia que para nuestra comunidad supuso ese crimen.
Varios testigos que comparecieron hoy en la segunda jornada del juicio contra el autor confeso del crimen de dos homosexuales en Vigo han relatado ante el jurado popular que el acusado, Jacobo Rial Piñeiro, estaba drogado cuando sucedieron los hechos y que las dos víctimas no eran personas violentas.
Así, un compañero de trabajo en la discoteca viguesa Strong de Isaac Pérez Triviño, uno de los jóvenes asesinados, relató que el día del suceso vio hablar a Jacobo Rial e Isaac al fondo de la discoteca y que abandonaron el local al concluir el turno de trabajo de este último.
A veces cuando conocía a alguien y tenía buen feeling se lo llevaba a su casa; me dio la impresión de que habían ligado, comentó, al tiempo que reconoció que los dos asesinados eran tranquilos y buena gente.
Otro de los testigos, también compañero de trabajo de Isaac en el Strong, afirmó que Isaac y Julio Anderson Luciano, la otra víctima, tenían una relación y que comentaban que se iban a casar, aunque tanto este testigo como el resto, coincidieron en que la relación era abierta y que no era infrecuente que tanto uno como otro mantuviesen relaciones íntimas con otras personas.
Por otro lado, un amigo de las dos víctimas comentó que eran buenas personas y que Julio era honesto, buena persona, nada violento.
También confesó que era posible que dijesen ser pareja para conseguir los papeles de Julio, de nacionalidad brasileña y que se encontraba en España en situación irregular.
Explicó, además, que la tarde previa al crimen estuvo en la casa que las dos víctimas compartían en la calle Oporto de Vigo, y que le abrió la puerta del piso Isaac desnudo de cintura para arriba y que sospechó que estaba acompañado porque se oían ruidos.
Estaba con otra persona manteniendo relaciones en el piso pero me dejó un juego de llaves y me dijo que volviese más tarde, expuso este amigo de las víctimas, quien aseguró que regresó a la vivienda alrededor de las 20,30 horas y que fue entonces cuando vio a Jacobo Piñeiro que entró en la cocina en calzoncillos y con pinta de sobrado.
Este testigo dijo que la actitud de Piñeiro aquella noche era chulesca y que estaba en calzoncillos, todo sudado y muy encendido, fruto, según dijo, de consumir drogas desde la noche anterior.
Añadió que Isaac Pérez Triviño también estaba drogado, pero presentable y funcionable, sin mostrarse violento.
Otro amigo de los jóvenes asesinados se refirió a estos como personas bastante cariñosas y nada violentas y dijo que la relación que mantenían Isaac y Julio respondía a su intención de conseguir los papeles para Julio casándose ambos.
Explicó este amigo de las víctimas que la noche del crimen llegó a la vivienda de la calle Oporto antes de cenar y que Julio e Isaac eran personas confiadas y abiertas a ayudar a la gente.
Añadió que cuando llamó por teléfono a Isaac para quedar esa noche, éste le comentó que se había liado con un chulo, una jerga utilizada en el ambiente homosexual, según aclaró, para referirse a una persona con la que se van a mantener relaciones íntimas.
Yo no os conocí personalmente, Isaac, Julio, pero ahora mismo estoy llorando. Estoy llorando leyendo que estábais preparando vuestro matrimonio cuando ese canalla os asesinó. Estoy llorando imaginando todo lo que os habéis perdido. Estoy llorando por el sufrimiento que vivisteis, que morísteis, sólo por ser abiertos, generosos, vivir la vida.
Pero lo más triste y preocupante de toda esta historia no fue la terrible hazaña de ese subhumano de Piñeiro, sino que unos meses después un jurado popular (me ha llamado mucho la atención que estuviese compuesto en su mayoría por mujeres, asquerosas y asquerosos que se escondieron la cara con folios a la salida para ocultar su identidad), tras escuchar todas estas barbaridades declararon no culpable a Piñeiro y sólo le castigaron por atacar la sacrosanta propiedad privada, por quemar una casa, condenándole a 20 años de cárcel por el peligro que el incendio supuso para los vecinos "normales". Sí, la propiedad privada vale mucho más que unas vidas... especialmente si son de "maricones". Esta infame sentencia provocó que muchos (o muy pocos, según se mire) nos movilizásemos en protesta como recogí en su momento en mi Teledivario #29.
Para que luego digan que ya no hay homofobia y que los homosexuales estamos completamente aceptados (e incluso favorecidos, afirman algunos cristofascistas). Una M-I-E-R-D-A.
Os recordamos, Isaac y Julio. Recordamos que vuestro amor existió y que debe convertirse en un símbolo de nuestra comunidad. Os queremos cada día de cada mes de cada año que no habéis podido vivir porque un canalla quiso ampararse en el discurso de odio que seguimos soportando desde medios como la TDT Party y esos cristofascistas que dicen no hacer nada malo propagando el miedo y el odio. Os queremos, Isaac y Julio. Os recordamos, Isaac y Julio. Os lloramos, Isaac y Julio.
Comentarios
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