Aviso para Ghaneantes

Ka che mu Ke Lomo-Tetteh

Me llamo Lomo Tetteh. Es mi nombre en Dangme, la lengua que se habla en Ada. Elena es Lomo-Kie Maku. A ambos nos bautizó Mamma Ruth, la persona que más ha cuidado de nosotros durante los meses que hemos pasado aquí. Nos dio el nombre de su grupo étnico y nos ha acogido en su casa cada vez que hemos necesitado algo. Por suerte, en el grupo Lomo ya no se marca a sus miembros con pequeños cortes de cuchilla en ambas mejillas, una práctica ancestral que otros clanes siguen practicando para identificarse.Ka che mu Ke Lomo-Tetteh

La primera semana de agosto todas las comunidades de Ada, con sus chiefs al frente se dieron cita en Big Ada para recordar la travesía que sus antepasados emprendieron hace siglos -imposible precisarlo- desde Sudán hasta la desembocadura del río Volta y alrededores, el lugar que este colectivo habita en la actualidad. Es lo que se conoce como festival Asafotu.

Pocas semanas después de llegar, en noviembre, asistimos a otro festival en la ciudad vecina de Keta. Ahora nos vamos de este país con el de nuestro pueblo. Al final son círculos que se cierran. También, cuando llegamos, celebramos mi 36 cumpleaños y ahora, que es momento de plegar las velas, acabamos de tirar de las orejas a Elena por sus 31 recién estrenados.

Como siempre ocurre en Ada, nadie sabe cuándo ni dónde empiezan los actos -o todo el mundo tiene y mantiene su propia opinión al respecto-, a pesar de que sea el acontecimiento cultural más importante del año y lleven meses preparándolo.

Da rabia marcharse ahora, justo cuando empezamos a comprender cómo funciona todo aquí, cuáles son los mecanismos mentales de la gente; incluso sabemos cuándo se puede confiar o no en alguien independientemente de las palabras que esté diciendo. Sabemos también cómo hacer las preguntas adecuadas para obtener respuestas que ofrezcan información útil y muchos otros trucos de andar por casa que hacen la vida más fácil. Ahora que estamos aprendiendo a manejarnos aquí, toca regresar. Contradicciones de las experiencias cortas en el extranjero.

Radio Ada, la fuente

El único lugar donde la información fluye y es creíble según los estándares europeos es Radio Ada y allí nos dirigimos el viernes en el que se inicia el festival. El pueblo, como el resto del país, se encuentra consternado por la muerte del presidente Atta Mills. Ocurrió el 24 de julio y todo apunta a que un cáncer de garganta acabó con su vida.

En los últimos días, se han desatado todo tipo de teorías, incluso las conspiratorias, y es que la salud del presidente ha estado en el candelero durante sus casi cuatro años de mandato. Él mismo tuvo que desmentir en dos ocasiones anteriores su propia muerte. Y también en los últimos meses fueron frecuentes sus viajes a Estados Unidos para tratarse una enfermedad no desvelada a la opinión pública.

Ka che mu Ke Lomo-TettehLa transición, por otra parte, ha sido pacífica, y John Dramani Mahama -vecino de fin de semana de Ada, por cierto- ha accedido al poder desde la vicepresidencia. Un ejemplo de democracia y de la apuesta de la gente de Ghana por la paz y la estabilidad, más necesarias que nunca en un entorno convulso. Habrá elecciones presidenciales en diciembre y, según todas las apuestas, Mahama ganará. Esta situación contrasta con lo que se está viviendo en Nigeria, donde los atentados de Boko Haram, radicales islámicos, siembran el terror y el caos en el país semana tras semana. O en Malí, inmerso desde hace meses en un conflicto que ha dividido el país, con radicales islámicos y tuareg levantados en armas frente a un gobierno de concentración nacional en Bamako. O con la inestabilidad de Costa de Marfil e incluso el movimiento de indignación que en Togo despierta contra los abusos de una familia presidencial que, bajo el paraguas de una pseudodemocracia, lleva casi 50 años al frente del país.

De todo esto hablamos en Radio Ada con Belinda, nuestra analista política. Llegó hace pocos meses y tiene una brillante carrera por delante. Igual que Laetitia o Nora, de continuidad, o mi núcleo duro de Informativos: Guideon, Daniel y Peter; así como Frida, Jakob, David o Charles; y los responsables del cotarro Kofi, Isaac, Emily o Angelica; y tantas personas que se quedarán para siempre en mi memoria. Me siento orgulloso de haber compartido tantos momentos con ellos.

Todos al río

El festival arranca con la llegada simbólica de los chiefs en canoa por el río Volta. Hay mucha expectación en el embarcadero de Big Ada, pero alguien anuncia que los jefes han decidido, en esta ocasión, hacer el recorrido andando y no por el agua, como es costumbre, en señal de respeto por la muerte de Atta Mills.

Nos desplazamos en tropel a la carretera y encontramos a los primeros chiefs y sus comitivas, vestidos con los colores funerarios solemnes en este país: el rojo y el negro.

Los grupos se parecen a las charangas que en España se juntan durante las fiestas populares. Visten los trajes tradicionales, lucen máscaras y símbolos tribales con orgullo, beben vino de palma en recipientes de calabaza y avanzan danzando al ritmo que marcan los timbales.

La sensación de caos es impresionante. No se ha cortado el tráfico en la única carretera que hay y el enjambre de personas, jefes, coches y tro-tros es tremendo.Ka che mu Ke Lomo-Tetteh

El ruido también es ensordecedor y Michael, el hijo menor de nuestro casero, Mr Nartey, agarra con fuerza mi mano. Tiene 12 años recién cumplidos y es la primera vez que asiste a los festejos de su pueblo. Su padre nos lo ha confiado y nos abrimos paso, como podemos, entre el gentío. Elena y Jota hacen fotos hasta que sus dedos índices se contracturan.

Entre los personajes que aparecen entre la masa -miles de personas apretujadas en apenas 100 por 50 metros- destaca Gadafi, el primer lugarteniente del capitán Fadhi, nuestro curioso amigo. Gadafi marcha y baila con su comunidad. Seguirá haciéndolo durante toda la semana o durante todo el año. Es un hombre incansable -cruzó la frontera de los 50 hace tiempo- al que he visto sobrio en escasas ocasiones.

También nos encontramos con Albert, el enfermero que ayuda a Elena en el hospital, y a su hermano Jonathan, de 13 años, que se dio su primer baño en las aguas del Volta conmigo. Desde entonces nos une un vínculo especial. Durante el festival le juntaremos con Michael y los llevaremos otra vez a disfrutar del agua dulce. Gracias a Jota, protagonizaremos una batalla de dragones en la parte menos profunda del Volta, para regocijo de los pequeños y sorpresa de los adultos.

Ka che mu Ke Lomo-TettehJunto a los juzgados, topamos con Mónica, una alemana de mediana edad que decidió dejarlo todo y recorrer el mundo hace décadas. Llegó a Ghana hace 12 años y se casó con Clemens, un rastafari con varios hijos a su cargo. Regentan un bar en Ada y viven dentro de una nube verde. Nos encontramos algunas veces y recuerdo que brindamos juntos por la Eurocopa que conquistó la selección española en junio pasado. Siempre están dispuestos a brindar, por lo que sea, y a encender otro cigarro.

Los chiefs siguen con su desfile y sus ritos. Se dirigen al río para realizar una ofrenda. Cada poco tiempo se detienen. Alguien baila para ellos, canta una canción o recita una oración. Podría parecerse a las saetas que se cantan durante las procesiones de semana santa en España, salvando todas las distancias, si es que eso puede hacerse. Tras un par de horas bajo un sol que amenaza, una vez más, con derretirnos, decidimos enfilar el camino de vuelta a casa. Recorremos andando casi cinco kilómetros comiendo el polvo que desprende la carretera tras el paso apresurado de vehículos.

Noche de fiesta

Ha caído la noche cuando volvemos a la calle. Los puestos ambulantes y la población de Ada Foah se han multiplicado por cuatro y el ambiente es parecido a los sanfermines o cualquier otra fiesta popular de nuestra tierra. En esto nos parecemos bastante. Miles de personas bebiendo, cantando, bailando y disfrutando. Cada poco tiempo, la luz se va. Demasiados bafles conectados a la vez. Todo el mundo pincha música al aire libre. Alcanzamos a ver al capitán Fadhi. Parece que se quedará 15 años dragando arena del Volta y ha decidido establecerse en tierra. Además del barco, ahora tiene casa propia y regenta un bar en la calle principal de Ada. Tiene previsto convertirlo en una pizzería, hacer una pista de baile e instalar luces de colores. De momento, es un chamizo con tres mesas al aire libre. Allí nos sentamos y, nada más aposentarnos, coloca una garrafa de cinco litros de vino tinto italiano para nuestro deleite.Ka che mu Ke Lomo-Tetteh

Compartimos mesa con George, su inseparable guardaespaldas. Nos acompaña también una pareja española, Jon y Ángeles, que ha caído por casualidad en Mizpah, después de viajar durante unas semanas por Ghana. La camaradería se instala entre nosotros y seguimos la farra hasta casi el amanecer. Jota tira de galones, se arranca con unos pasos de samba y al trote cochinero demuestra que es verdad que hubo un tiempo en el que vivió en Brasil. El capitán pone salsa y música aflamencada por nuestra presencia. Elena también se echa unos bailes. Me recuerda a la noche que compartimos en este escenario con Elisa, Carlos e Inma. Las mismas canciones, los mismos ritmos  y una juerga peluda que nos pasará factura el resto de días.

Cordero a la brasa

Ka che mu Ke Lomo-TettehAbandonamos la cama, como podemos, en la mañana del sábado y nos dirigimos al parque de Big Ada, donde se celebran más ofrendas por parte de los chiefs y el acto central del festival. Hay danzas tradicionales, ritos ancestrales, muestras de respeto, discursos variopintos, lágrimas sinceras y ruegos por el fallecimiento de Mills. Como es lógico, también hay mucha presencia religiosa y de autoridades civiles, pero me llaman la atención unas personas -especie de alguaciles- que disparan tiros al aire -con escopetas de hace un siglo- para señalar cada cambio de tercio.

Participamos de los festejos, en mitad del parque, hasta que los petardazos empiezan a sonar cada vez más cerca. Me asusta un poco ver los tragos de ginebra que dan los pistoleros y decidimos retirarnos para ver los toros desde la barrera. Radio Ada tiene un tenderete especial para observar el espectáculo. Allí nos instalamos hasta que el calor se hace insoportable y decidimos ponernos a remojo en la playa.

Llamo a Winfred, gerente del Maranatha beach camp, para que nos envíe una canoa al embarcadero de Ada Foah. Hoy comeremos cordero con el capitán y con Fufu, un libanés simpático y cuarentón que es un auténtico showman. Llegó hace unos meses y se ha convertido en el primer ayudante de Fadhi. Sólo habla árabe pero nos tenemos un cariño especial. No nos entendemos pero a veces me llama por teléfono y tenemos extrañas conversaciones. Qué quieren que les diga. Estas cosas pasan.

Ka che mu Ke Lomo-TettehDiscutimos sobre el punto del cordero largamente y nos lo trapiñamos cuando cae el sol, como manda el Ramadán.

A la fiesta se une Abdala, el hombre de las galletas de Acra, y otros tipos de negocios libaneses.

El Maranatha también respira fiesta y las mesas se llenan con visitantes y personas locales con ganas de marcha.

Acostumbrados a la soledad y al aburrimiento, es como si hubiéramos cambiado nuestro pueblo por Las Vegas. Es una sensación que nos acompañará durante toda la semana.

Antes de comer, Elena recibe una llamada perdida de Reuben, nuestro taxista amigo con el que rompimos relaciones después de que dejara tirados a Ana y Rafa en su viaje hacia el aeropuerto, tras nuestra boda. Es festival y todo se perdona. Reuben hizo buenas migas con Lola y Alfredo y contaron Su historia en el reportaje sobre Ghana, que publicó El País. Volvió a trabajar para los amigos de Mallorca. Probablemente, el éxito se le subió a la cabeza. Espero que haya aprendido la lección. La confianza cuesta mucho tiempo en forjarse y muy poco en tirarse por la borda. Ocurre en todas partes y es clave para su negocio; y para las amistades.

Cuando damos cuenta del cordero, decidimos retirarnos. Será la última vez que naveguemos el Volta de noche.

Antes de atracar en Ada Foah , vemos luz en casa de Bryan Harris, nuestro mecenas británico y pasamos a despedirnos. Tomamos un vino blanco y Jota alucina con el personaje. Prácticamente, hay que arrancarle del camarote marinero en el que Bryan ha convertido su salón. No veíamos al inglés desde hace unas semanas, cuando organizó una barbacoa en la playa con su familia y Marco, un Robinson canario con más de media vida en Ada. Ambos son compañeros de pesca.

Highlife en vena

Los festivales aquí se celebran sin descanso y con los decibelios a todo trapo. Azonto, Anaconda, An african thing y Chop my money, así como otros grandes éxitos del highlife en Ghana suenan una vez tras otra hasta que tú mismo interiorizas los ritmos y las letras de las canciones y te pones a bailar y a cantar como un poseso. Es como un mantra. Creo que habré escuchado los mismos temas miles de veces.

La fiesta nunca se detiene en el pueblo y los personajes seguirán pasando delante de nuestras narices en las horas y días sucesivos. Es una buena oportunidad para despedirnos. A muchos no volveremos a verlos.

Coincidimos con Enok, el currante de Internet y capitán del Ada Fútbol Club. Se toma una Guinnes embotellada con nosotros. Esta cerveza es muy popular en Ghana y otros países de África Occidental quizá porque representa el black power. Enok heredará mis botas de fútbol y mis aparejos de portero.Ka che mu Ke Lomo-Tetteh

Los únicos a los que echamos de menos en estas juergas son a David y al Pastor James, artífices de la escuelita de Anyakpor.

Con ellos tenemos una cita dentro de pocos días. Será cuando nos despidamos de nuestro sueño compartido de Anyakpor. Está terminada la cocina, con las últimas donaciones que llegaron desde España, y celebraremos una fiesta con toda la comunidad, los servicios sociales y todas las personas implicadas en el proyecto.

Ahí invertiremos los últimos euros que nos quedan. Las personas con las que festejaremos nuestra despedida son las mismas que ven siempre las celebraciones desde fuera, nunca les sobra un cedi para pagar la entrada del night club Rubstone o para tomarse una cerveza con los amigos. Esta vez, como en el día de nuestra boda, serán protagonistas. Es nuestra forma de decirles OPENON, GRACIAS. Os vamos a extrañar mucho.

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