Antonio Baños

La consigna es poderosa

"Enriqueceos", dijo Guizot, el ministro del rey Luís Felipe cuando el liberalismo empezaba a chutar a toda velocidad. "No existe la sociedad, sólo las familias y los individuos" aseguró Margaret Thatcher designando claramente el campo simbólico que debía ser arrasado por el neoliberalismo. Greenspan aseguró tan pancho que el sistema es pura "exuberancia irracional". "España va bien", dijo aquel mientras privatizaba y recalificaba a diestro y ultradiestro. Pedro Solbes, un señor olvidado y con barba, que algunos calificaron de sabio en cosas de números, soltó un día, después de merendar: "Habrá un aterrizaje suave del sector inmobiliario". Éste enero, Bob Diamond, presidente de Barclays, arengó en Davos: "Creo que período de remordimiento de los bancos debe terminar"

Consignas. Como se ve, todo y sólo consignas. Los opinadores mainstream y la burguesía mental en general, afean a la Protesta Indignada su afán de consignas y su poca claridad de propuestas. Es francamente risible. Los sistémicos, que llevan cuatro años mirando como bobos al cielo para intentar saber como demonios nos hemos arruinado, exigen ahora a los excluidos por la chapucería de su propia codicia que se presenten en la Puerta del Sol con una nueva versión actualizada del El Capital, con un código internacional de comercio impreso en DIN A4 y con el borrador de la nueva Ley Electoral. El que se queja no es el que tiene que arreglar el problema. Es la víctima del mismo. Si yo me quejo porque me venden un yogur caducado raro sería que me dijesen que la mejor solución era que montase yo una fabrica de yogures. Se exige decencia a quien la debe dar, yogures en fecha a quien los vende no a quien se los come.
Mientras, Orange nos anima a pensar que podemos cambiar el mundo. Susana Griso nos asegura que otra belleza es posible. La liberación comienza con un yogur que te desinfla el regüeldo. Frente a la exigencia de democracia real, M&M’s nos permite votar para escoger nuestro caramelo favorito. El banquero cántabro impulsa el país poniendo pegatinas en un bólido de Fórmula 1. Los candidatos apenas son más que un eslógan y la única manera de adecentar el país es mejorar la Marca-España. Los vendedores de palabras exigen ahora hechos. Los que han reducido a publicitario cualquier intento de complejidad deberían alegrarse. Tenían razón. Va a resultar que con consignas se cambia el mundo.

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