Recomendación (o puede que no) semanal: Ozark

Muchos fans de Breaking Bad alardean de que Ozark quiere parecerse a su serie favorita y no le llega ni a la suela de los zapatos. En realidad, lo único que tienen en común ambas series es la droga como tema troncal y los estereotipos racistas sobre personas latinas. En todo lo demás, se parecen como un huevo a una castaña.

A Ozark se le puede achacar lo que a muchas series estadounidenses donde las drogas son parte central de la trama: su racismo. La representación de Latinoamérica como un cártel gigante, donde cada personaje latino es una narcotraficante despiadado capaz de sacarte las tripas mientras se come un taco. Y cuando digo Latinoamérica, ellos quieren decir México. Es como si supieran situar México, pero no el resto de países, y todo lo que hay al sur de México fuera una amalgama homogénea de lugares y personas... pues iguales que las personas mexicanas, es decir, más o menos delincuentes o, en cualquier caso, de poco fiar.

En este sentido, Ozark se diferencia un poco del resto, ya que también hay narcos blancos despiadados, menos mal. Incluso personajes femeninos fuertes que se salen del patrón: mujeres blancas, de mediana edad, narcotraficantes y despiadadas.

Sin embargo, no es una serie de excesos, de vísceras y sangre gratuitas. La atmósfera es contenida, con un filtro azul muy característico que convierte un lugar verde y frondoso como son los montes Ozarks (Misuri) en un sitio hostil donde solo se respira tensión, una tensión que parece no explotar nunca.

Los Byrdes, una familia formada por Marty y Wendy (Jason Bateman y Laura Linney) y su hija e hijo menores, pasan de ser una familia con una vida segura y rutinaria a blanqueadores de dinero profesionales en cuestión de días. Marty, un personaje que reprime cualquier emoción para mantener la calma ayuda a crear ese ambiente azul y contenido de la serie. A pesar de ser el protagonista central, los personajes femeninos le van robando protagonismo. Primero su mujer, una Laura Linney que tiene una capacidad asombrosa (como vimos en El Show de Truman) para interpretar papeles cuya capa exterior, bondadosa y sonriente, sirve para encubrir unos deseos e intereses que nada tienen que ver con su apariencia. La siguen varias figuras femeninas muy potentes (que no enumero por no hacer spoilers), alejadas de los roles en las que solemos ver a las mujeres: o cuidadoras y empáticas o malvadísimas porque sí, porque nacieron así. En Ozark, todas tienen aristas. Más buenas o más perversas, todas tienen una historia detrás que avalan sus reacciones y toma de decisiones. Además, la evolución de todas ellas es tan orgánica -tanto las que van a peor como las que no- que es raro encontrarse con algún out of character: las y los personajes pueden llegar a hacer cosas que intrigan o sorprenden, pero nunca extrañan.

La maternidad (tanto la prota como algunas personajes son madres) acaba por no responder a ningún canon ni estereotipo, y hay escenas que muestran más la realidad que la mayoría de series o películas donde la maternidad tiene un lugar más central que en Ozark.

Y no quiero acabar sin alabar a Julia Garner, que con 26 años ya atesora dos premio Emmy. Ya la hemos visto en un papel secundario en The Americans (serie que también da mucho que hablar) y en Dirty John. Julia interpreta el papel de Ruth, una chica que se progresivamente, se irá comiendo la serie sin ningún tipo de esfuerzo. Un papel super potente y bien construido pero que cuesta imaginarse en otra mujer que no sea ella.

En definitiva, Ozark es una serie redonda de la que se podría disfrutar muchísimo más si no fuera por la obsesión racista de las productoras estadounidense y en su negativa a conocer más a fondo las realidades ricas diversas que coexisten en su sur.

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