El poco glamour de la menopausia

Para el día de las escritoras, Podemos (no) nos sorprendió con un vídeo hecho por hombres, que aseguraban leer mucho a autoras femeninas. Muchísimo. Al final, un Pablo Iglesias pelín chulesco aseguraba que "yo leo a autoras... y tú ya estás tardando". Gente, a ver si empezamos a leer tantas autoras como leen los hombres de Podemos, que siempre tienen que andar dándonos lecciones.

Sin embargo, un día antes había sido el día de la menopausia. No sólo no hubo vídeo (¿qué se puede decir de esto? Pfff, ojalá alguna autora hubiera hablado de ello antes para que en Podemos tuvieran alguna pista), sino que no hubo menciones de ningún tipo. No me compares el glamour de escribir libros con esto.

Esto, solo afecta a mujeres y no precisamente jóvenes (aunque existe la menopausia prematura, ¡shock!), en una etapa de su vida en la que el patriarcado y el androcentrismo, lejos de preocuparse por ellas, las invisibilizan e infravaloran sistemáticamente.

El patriarcado no relaja en absoluto el control sobre los cuerpos de mujeres cuando pasan el climaterio, sigue presionándolas para que sufran por arrugas, flacidez y un largo etcétera. Y aquí se ceba también el capitalismo, produciendo y vendiéndoles cremas y tratamientos de todos los colores y formas. Pero en cuanto a cómo aliviar los síntomas que la mayoría de ellas refiere, como calor súbito, picor, migrañas, pérdida del sueño, cambios de ánimo, ansiedad, etc... poco se ha investigado en comparación a los megaestudios realizados sobre cómo tensar nuestra piel.

Se une a esto la sobremedicalización que sufrimos las mujeres por ser mujeres: a nosotras, por regla general e independientemente de nuestra edad, nos atiborran a ansiolíticos y antidepresivos cuando acudimos al sistema de salud. Como bien titula el artículo enlazado: hemos pasado "de la histeria a la depresión".

Esta sobreprescripción de fármacos en las mujeres crece cuando entramos en el climaterio. Si las mujeres ya estamos locas por regla general, imagínate si encima dejamos de ser jóvenes, que por supuesto es nuestra razón de vivir: estar en edad de parir y, sin duda, parir. Luego criar y educar. Y ya, adultas las criaturas, nosotras desaparecemos el mapa. ¿Qué se le da a una mujer, por ejemplo, con 50 años, que acabado su tarea en el mundo? Paliativos. Pero con ansiolíticos y antidepresivos no desaparecen ni los síntomas de la menopausia ni las mil tareas para las que, en realidad, eres imprescindible. Porque aún trabajas, aún tienes personas que dependen de ti, aún eres el sostén en muchos sentidos de tu entorno.

Nos sobremedican cuando contamos malestares o angustias, pero nos inframedican si referimos dolor: "los estudios son consistentes en documentar un manejo inadecuadamente diferencial del dolor en función del género de pacientes y profesionales".

Se suma que, hasta ayer, hemos estado fuera de pruebas e investigaciones de tratamientos, tomándose el cuerpo masculino como medida de todas las cosas. Lo cual, por supuesto, hemos sufrido nosotras con peores diagnósticos y problemas graves de salud derivados de ello.

Pues el día de la menopausia no llenó los muros y redes de nuestros políticos más feministas. OK Diario dedicó una columna a la menopausia, aunque sea por clickbait, ahí está. Pero nuestros políticos, esos que nos retan a leer a tantas mujeres como ellos, ni siquiera por pose tuvieron en cuenta a millones de ciudadanas. Hasta ese punto somos invisibles. Y digo "somos" porque todas nosotras llegaremos inevitablemente a ese ostracismo social.

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