Recomendación semanal. Nuestro aliento en vuestra nuca

El caso de Nevenka Fernández, que puede ser recuperado a nuestra memoria porque hay cientos de noticias de esa época relacionadas, ya que ella era concejala y el acosador un alcalde, es la punta del iceberg no sólo de la violencia que sufren las mujeres, sino del maltrato judicial que reciben por haber sido víctimas.

Hay muchas otras Nevenkas, antes y después de Nevenka Fernández, que como ella tuvieron que abandonar sus pueblos y ciudades por denunciar a sus agresores y violadores. Nevenka tuvo que salir incluso del país, porque las noticias y los juicios estaban por todos sitios. Por suerte, a pesar de la violencia que sufrió en el propio juicio, lo ganó; por desgracia, eso no sirvió para absolutamente nada. Las manifestaciones en la calle se producían para defender al acosador: el alcalde del PP Ismael Álvarez.

Si había algo que ocurría en la caso de Nevenka por primera vez es el cese del fiscal jefe por el maltrato continuado a la denunciante, a quien trató y gritó como si fuera la acusada y no la víctima. Que fuera un caso mediático hizo que se destapase el trato vejatorio que se dispensa a las víctimas de maltrato y violencia sexual, pero quedó como un caso aislado. Como si ese fiscal fuese un garbanzo negro dentro de un puchero riquísimo.

El movimiento feminista, aunque poco numeroso hace 20 años, estuvo a la altura con unas compañeras valientes que se colaron en todas las fotos, en todos los medios, pancartas en mano. Y ahora, en este documental, podemos disfrutarlas y agradecerles su conciencia y su lucha. Su trabajo no cayó en saco roto. Fueron, como tantas otras mujeres, la semilla de las siguientes generaciones.

Han pasado 20 años y la lucha feminista en este país es una referencia para el mundo, tanto en la teoría como en la práctica. Y gracias a las feministas se rescatan ahora historias que ocurrieron entonces. Las historias que se pueden, claro, la inmensa y dolorosa mayoría no tuvieron ni un titular. No fueron nunca noticia. Mujeres que se atrevieron, como Nevenka, a luchar por su dignidad, que hicieron caso al fuego de sus tripas, que también pensaron "si no denunciaba, me hubiera muerto". Mujeres que sabían que no iban a poder vivir sin intentar buscar justicia. Mujeres que muchas, muchas veces, no consiguieron ni una condena, o quizás alguna victoria pírrica como que el agresor le pagara unas cuantas pesetas, o euros, para pasar a ser las brujas que se la jugaron a un hombre decente. Ese dinero no sufraga ni la atención psicológica que luego necesitas durante años. O durante toda la vida.

A día de hoy seguimos teniendo a esos fiscales, a esos jueces. Que preguntan "¿Cerró usted la piernas?", o que aseguran y dejan por escrito que ellos vieron "un jolgorio" al visualizar vídeos que mostraban una violación múltiple. A día de hoy tenemos foros con millones de usuarios en internet que se organizan para publicar los datos privados de víctimas de violaciones, en el caso de la víctima de La Manada, se publicaron en estos foros incluso partes del vídeo, que estaba bajo secreto de sumario. Colaboradores del patriarcado dentro y fuera de la justicia, que les lleva incluso a delinquir por casos donde ellos no han tenido nada que ver, pero que sienten como propios, porque temen que mañana puedan ser ellos.

Desde el auge del feminismo hay agresores, violadores y maltratadores, encubridores y colaboracionistas que no duermen tranquilos. Y si duermen, sueñan que lo que hicieron en el pasado a mujeres de su entorno vuelve para devorarlos. En muchas ocasiones es así, en otras no. Pero nunca se sabe si mañana puede ser el día en el que todo el daño que saben que hicieron, reflote. O pasado. El mismo Ismael Álvarez pensó que todo acabaría con esas manifestaciones que lo apoyaban, y él siendo víctima de una mujer malvada y retorcida ante la opinión pública. Sospecho que este señor lleva viendo monstruos desde hace años. Estoy segura de que con cada 8M perdía un latido. Este documental no solo sirve para pensar en todas las Nevenkas que no podemos ni contar, y no solo para las pesadillas de los que tienen cadáveres en el armario, es un aviso a navegantes. La lucha feminista os pisa los talones. Cuidado con qué hacéis a las mujeres. Tenéis nuestro aliento en vuestra nuca.

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