"No sé quién eres tú"

¿Por qué mi muñeca dice "mamá" si yo soy su papá?". Esta es la pregunta de un nene de 3 añitos a quien le gusta jugar a "las casitas". Nos lo contaba su tía en el podcast de la semana pasada (minuto 32.30). Nadie se había dado cuenta, solo él. El mundo adulto lo tiene más asimilado que una criatura que está aún sin contaminar y que vive en un entorno que intenta coeducar. Y digo intenta porque el patriarcado se cuela en nuestra casa en todos los formatos posibles, incluso (y especialmente) en forma de muñeca que habla.

Este pequeño ya ha empezado a decir que prefiere jugar con su muñeca solo si está en casa y no fuera. "Fuera": donde el entorno lo juzga, le manda mensajes que le hacen sentir mal y le está enseñando que ya va tarde en lo de desmarcarse de las niñas. También reniega a veces de este juego, con tres años, preguntando si es un "juego de niña". En la guarde también se aprende a ser niño, y eso empieza por distanciarse de las niñas y de las cosas que culturalmente se entienden como "de niñas". Ya va calando que ellas no son sus iguales, sino inferiores, por lo que juegan a juegos que, en sus propias manos de niño, son motivo de mofa y cuestionamiento. Con 3 años, aún tiene que pasar por muchos hitos del desarrollo y, sin embargo, ya sabe (como el resto de sus pares) que hay cosas de las que no puede disfrutar, simplemente porque "no, y punto". El sistema no necesita más explicaciones. Por su parte, él no puede imaginar, por supuesto, que el motivo es haber nacido con pene. Como para imaginarlo, vaya.

También aprenderá que a las niñas no se les pega (mensaje sensato si no fuera porque es solo a las niñas a quien no se les pega) sino que se les debe dar besitos (otra cuña patriarcal). Con las niñas no hay que jugar, sino ser condescendientes y darles besos (que ellas quieran o no, no importa). Hay que admirar lo guapas que van, hay que verlas desde la barrera. No juntarse con ellas como iguales o jugar a "sus" juegos, y hasta el mismo juguete se lo está diciendo: no sé muy bien quién eres tú, ¿dónde está mi mamá? Por su parte, obviamente, las niñas entienden que son ellas las cuidadoras. Y solo ellas. Sin compañía. Ningún muñeco llama a su padre. Esto también lo interiorizan ellas.

Y esto se repite en cada criatura, generando dos clases de personas y depositándolas en dos cajones estancos, dos categorías basadas en su sexo: hombres y mujeres. Ellos y nosotras. Unos en contraposición de las otras. Ellos en detrimento de nosotras. Porque esos cajones no están a la misma altura, sino uno encima del otro. Esto es la socialización del género, así ataca, así coarta, sanciona y "corrige" las preferencias que naturalmente vamos adquiriendo en nuestro proceso de explorar el mundo. Y es por esto que el feminismo siempre luchará por la abolición de los géneros, de los cajones estancos, de los mensajes separados en base al sexo, de los privilegios de unos sobre otras y de la violencia que eso desata poco después.

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